El sueño de la razón produce monstruos

domingo, 28 de febrero de 2010

Kazimir Malévich y el Suprematismo (I)

El primer tercio del siglo XX dio lugar a una época brillante para las culturas rusas y españolas. Justamente fueron pintores españoles y rusos los líderes de la llamada "vanguardia europea", maestros cuyo arte cambió esencialmente las ideas estéticas del siglo XX: Pablo Picasso, Joan Miró, Juan Gris y Salvador Dalí, en España; Kasimir Malévich, Marc Chagall, Vasili Kandinsky, Vladimir Tatlin y Pavel Filónov, en Rusia, nombres que simbolizan y representan una innovación artística española y rusa sin precedentes en dicho siglo, y una contribución indiscutible de estos dos países al acervo cultural mundial.
La obra de los maestros españoles es bien conocida en el mundo. Sin embargo, el arte ruso lo es menos. Alrededor de 1910 surgieron en Rusia varias escuelas que simultáneamente desarrollaron con diferentes formas las ideas del arte abstracto (renuncia al objeto), apareciendo las primeras composiciones abstractas de Kandinsky. Entre 1913 y 1914 Malévich descubrió su suprematismo. La Historia del Arte ha colocado a Malévich al lado de Kandinsky, Mondrian, Kupka y algunos otros grandes fundadores de la abstracción.
Sobre el pintor polaco ha imperado la leyenda de un Malévich muerto a la soledad y la miseria, después de haberse visto obligado a abjurar de sus ideas y jurar fidelidad al peor de los realismos. Esta distorsión histórica y estética se ha mantenido por la propaganda antisoviética y por el largo embargo impuesto por el régimen soviético a su vanguardia artística y literaria.
Hay dos maneras de abordar la obra plástica de Malévich: a) a través de sus pinturas y b) a través de sus escritos. Sin embargo, pienso que los dos enfoques se hacen conciliables, habida cuenta de que en Malévich lo escrito tiene una importancia igual, absolutamente igual que la pintura, según sostiene Emmanuel Martineau.
La obra de Malévich, como las grandes obras del homo sapiens, no cede en modo alguno a una sola explicación; es propio de ella, como otras muchas, ser infinitamente polisémica. Y en ella nos meteremos, bucearemos e indagaremos hasta descifrar algunas de las claves para una mejor comprensión del fenómeno Malévich y su suprematismo.
Solo anticiparé que Kazimir Severinovich Malévich nace en Kiev (Ucrania), de un padre y una madre de origen polaco, el año de 1878. Muchas familias polacas, durante el XVIII, se tuvieron que dispersar por Rusia y Ucrania. Educado en lengua polaca, el pintor prefería a veces presentarse como polaco y escribir su nombre en caracteres latinos, Kazimierz Malewicz, por juego o por diplomacia. Su formación está muy influida también por el ambien ucraniano. Malévich, aunque pertenece fundamentalmente a la cultura rusa, a lo largo de su vida mantendrá relaciones privilegiadas con los medios intelectuales de Polonia y Ucrania.
Una vivencia que le marcaría fue el hecho de que los obreros como su padre, que trabajaban en fábricas de azúcar, lejos de las ciudades, tenían que vigilar y poner mil ojos en las máquinas, porque un movimiento en falso suponía una amenaza (ya la muerte, ya la mutilación). Aquellas máquinas siempre le parecieron bestias carniceras. Aquellas experiencias, de infancia y adolescencia, sobre el entorno de la vida laboral del padre, hicieron que el maquinismo, uno de los entusiasmos futuristas, Malévich no lo compartiera. Entre el mundo del obrero y el del campesino, su elección es categórica a favor de este último... Pero ya seguiremos...

Francisco de Goya y Lucientes

Francisco de Goya y Lucientes, pintor y grabador español, es considerado uno de los grandes maestros de la pintura española. Marcado por la obra de Velázquez, habría de influir, a su vez, en Édouard Manet, Pablo Picasso y gran parte de la pintura contemporánea.
Su obra hay que entenderla entre dos épocas muy distintas en cuanto a su cosmovisión: la Ilustración, segunda mitad del XVIII, y el Romanticismo, ya en el siglo XIX. Goya es un ejemplo fiel de la Ilustración española, al tiempo que abre el camino al Romanticismo. (Cámara Muñoz, Alicia, 2003, p. 54).
Nace en 1746 en un pequeño pueblo aragonés, Fuendetodos, y muere en Burdeos el 16 de abril de 1828. Cuando nace, ese mismo año, reina Fernando VI, segundo monarca de la dinastía borbónica; cuando muere, reina Fernando VII. Entre tanto han sucedido muchas cosas: primero se consolidó el Despotismo Ilustrado, se tensaron las relaciones entre los ilustrados y el viejo régimen, gobernó Godoy con Carlos IV, estalló el motín de Aranjuez, los franceses invadieron la Península, se proclamó la Constitución de Cádiz, volvió Fernando VII con el absolutismo, tuvo que aceptar el liberalismo a la fuerza, volvió el absolutismo... Cuando murió Goya, España era muy distinta a la que le había visto nacer, y, con España, Europa: la Revolución Francesa, el Imperio napoléonico, el desarrollo del nacionalismo... Goya vive en un período histórico en el que se han producido cambios fundamentales en la vida europea, cambios que todavía nos afectan, tanto de carácter político como cultural, social y económico. Suele decirse que es la época en que el Antiguo Régimen entra en crisis, pero la crisis lo es también de nacimiento de un régimen nuevo, de una época nueva: la contemporánea. Goya es el representante artístico de esa época, de las tensiones de ese nacimiento.
Formado en un ambiente artístico rococó, evolucionó a un estilo personal y creó obras que, como la famosa El 3 de mayo de 1808 en Madrid: los fusilamientos en la montaña del Príncipe Pío (1814, Museo del Prado, Madrid), siguen causando, hoy día, el mismo impacto que en el momento en que fueron realizadas. Es, probablemente, el más próximo a nuestra sensibilidad de los pintores de su tiempo: sus grabados y dibujos parecen representar nuestro mundo, nuestras actitudes. A veces, parecen instantáneas de la prensa de actualidad.

La movilidad continua de lo real

Bergson en Materia y memoria (1896) y La evolución creadora (1907) sostiene que el cine, al reconstruir el movimiento, aplica el principio general de la movilidad continua de lo real, siguiendo el pensamiento más antiguo, el de las paradojas de Zenón, o lo que se observa en la percepción natural.
Será Deleuze, Gille (1991) quien escriba un profundo ensayo sobre las imágenes y los signos del cinematógrafo, centrándose en el concepto de la imagen-movimiento (cuadros, planos, encuadres, guión técnico, etc. del montaje), y cómo los grandes directores del cine, como Orson Welles, crean esas imágenes y signos según su propia personalidad, al tiempo que nos muestran cómo opera la historia del pensamiento mítico, filosófico, literario, los enfrentamientos entre el Materialismo y el Idealismo, el Psicoanálisis o la Lingüística, en las distintas concepciones de esa imagen-movimiento y sus variantes.
Gutiérrez Carbajo, F. (2000:p. 537) afirma que toda adaptación de una obra literaria al cine supone un proceso de transcodificación en el que se reelaboran los materiales del original y la pragmática del contexto extralingüístico. Así sucede con el film de Orson Welles, Macbeth (1947), a pesar de las dificultades de adaptación por la gran fuerza trágica del protagonista.

sábado, 27 de febrero de 2010

La paradoja del gato de Schödinger

En la concepción de la realidad que establece la física cuántica, existe un SISTEMA formado por el PROCESO COMUNICATIVO entre un OBSERVADOR que extrae información de un OBJETO o SUCESO OBSERVADO. Este proceso de comunicación afecta profundamente al objeto o suceso observado. Hasta tal punto existe esa interrelación que, como Schrödinger ilustró con su célebre experimento mental del gato en la caja o la paradoja del gato, la realidad no existe hasta que no es observada: el sistema físico es tal que lo real sólo se determina cuando lo observamos, es decir, en el proceso informativo mismo. (Aladro Vico, Eva, 2009:18-19).
El experimento del gato de Schrödinger o paradoja de Schrödinger es un experimento imaginario, concebido hacia 1937 por el físico Erwin Schrödinger para exponer uno de los aspectos más extraños, a priori, de la mecánica cuántica y que sirve para ilustrar la interacción y medida en ese campo. El experimento es simple; explica la representación que la ciencia desarrolló de la realidad a comienzos del siglo pasado. La Física Cuántica, lo mismo que la Teoría de la Relatividad, a veces va contra conceptos tan instalados en la mente del homo sapiens que dificulta fuertemente su divulgación y nos deja montones de preguntas sin respuesta. El mejor método es enfrentarse con esa teoría tan fértil como complicada y compleja sobre la que multitud de científicos del mundo actual siguen trabajando.El experimento mental que se plantea es el siguiente: se pone a un gato dentro de una caja cerrada (no se puede ver nada desde fuera) junto con un átomo que tiene una probabilidad del 50% de desintegrarse y matar al gato. La pregunta que surge entonces es si el gato está vivo o está muerto. En este problema de Schrödinger se mezclan algunos elementos de la Física Cuántica (la probabilidad de desintegrarse) con la realidad cotidiana: la vida o la muerte de un gato. De este modo queda patente una de las dificultades más complicadas de la Física Cuántica: el Concepto de Superposición.
Para poder interpretar el resultado es necesario entender lo que se llaman estados cuánticos: un estado cuántico es un objeto matemático en el que se contiene toda la información de un objeto físico.
El Principio de Superposición dice que “si el mundo puede estar en un estado “A” y también en un estado “B”, entonces también podrá estar en un estado que sea la combinación de ambos (estado mixto)”. Sin embargo, al efectuar una medición de este estado sólo se podrá obtener “A” o “B”. Esto quiere decir que hasta el momento en el que se mide, el mundo estaba en los dos estados simultáneamente, pero tras realizar una observación el estado colapsa a uno de los dos posibles: el “A” o el “B”.
En el experimento de Schrödinger el gato puede estar tanto vivo (“Vivo”) como muerto (“Muerto”) y como ambos son estados posibles, también puede estar en una combinación que sea vivo y muerto, “Vivo + Muerto”. Ambas realidades coexistirán hasta que un observador abra la caja, vea el estado en el que se encuentra el gato. En ese mismo momento, el sistema "colapsa" a una sola posibilidad: o vivo o muerto.
Erwin Rudolf Josef Alexander Schrödinger, físico austriaco, nacionalizado irlandés, fue premio de Nobel de Física en 1933, por haber desarrollado la ecuación que lleva su nombre.
La Mecánica Cuántica, como la Informática, se ha convertido en una formidable herramienta para el estudio del universo atómico y nuclear; desde entonces sigue funcionando, aunque con aspectos inquietantes, filosóficamente hablando, tanto o más que la Teoría de la Relatividad. Por ejemplo, el principioColor del texto de incertidumbre afirma que es imposible conocer determinadas magnitudes con precisión en forma simultánea (i.e., la posición y velocidad de una partícula). Un electrón está representado por una onda que indica la probabilidad de que el electrón esté en uno u otro lugar. Esta descripción previa cristalizaría en una teoría, “la interpretación de Copenhague”, encabezada por el Niels Böhr que sigue poniendo en tela de juicio todos nuestros conceptos sobre la realidad al menos como la conocemos en la vida cotidiana. Para los físicos de Copenhague las incertidumbres, probabilidades e imprecisiones de la física no es una limitación de la mecánica cuántica, si no de que la naturaleza es así: un electrón es una superposición de probabilidades de estar aquí o allí. Pensar en un electrón en un lugar concreto no tiene sentido; a menos que lo observemos. En ese supuesto, la función de onda “colapsa” hacia una posición fija y el electrón aparece en una determinada posición. De ahí que los teóricos de Copenhague sostengan que lo observado y el observador interactúan. Si el electrón no está siendo observado, no tiene sentido preguntarse dónde está: es una superposición de estados diferentes. Como podemos ver, no se trata de una interpretación tranquilizadora, dado que desde el punto de vista clásico, el observador y lo observado son dos entidades totalmente diferentes.
Según la interpretación de Born, pasada una hora, el gato no está ni vivo ni muerto, sino en una mezcla de los dos estados, es decir, su estado (función de ondas) es una suma (superposición) de los dos estados (las dos funciones de onda), vivo y muerto al mismo tiempo.
Entre las resistencias que esa teoría ocasionó fue la de Schrödinger quien frente a la concepción de Copenhague propuso su experimento mental que ha quedado en el folklore como “la paradoja del gato de Schrödinger”.
(http://centros5.pntic.mec.es/ies.victoria.kent/Rincon-C/Curiosid/Rc-31/RC-31.htm)
Como esto parece ridículo, según Schrödinger, la interpretación probabilistica es absurda: el gato está vivo o está muerto. Pero Born salió al paso de ese experimento imaginario diciendo que sólo sabremos si el gato está vivo o muerto si abrimos la caja: el acto de la observación hace colapsar el sistema a una de las opciones posibles. Lo único que hace la mecánica cuántica es predecir la probabilidad de que la medida de una propiedad de la naturalea dé un determinado resultado, no describir cómo es la naturaleza.
La polémita está servida, señala Lozano Leyva, Manuel (2010), De Arquímedes a Einstein, 2ª. ed., Barcelona, Mondadori; y se pregunta ¿es la conciencia del observador la que provoca el colapso de la función de ondas?, ¿puede hacerla colapsar un microbio?, ¿cuenta para algo la conciencia del gato?, ¿existe el electrón y de qué manera, antes de que midamos algo de él? En definitiva, concluye, ¿cómo sabes que la Luna está ahí si no la miramos? Hasta hoy aún no hay una respuesta concluyente a si existe el mundo fuera de nuestra conciencia o no. Y Lozano Leyva termina señalando que matemáticamente hay más indicios de que el mundo no existe de manera objetiva fuera de nosotros que de lo contrario.
Así parece estar el estado de la cuestión, en un interregno, que produce al mismo tiempo extrañamiento y admiración, situado entre la física de Newton y otra que todavía está por llegar. Aunque "mientras tanto la mecánica cúantica está dando tantos frutos que nuestra vida sería muy distinta sin ella: televisores, ordenadores, teléfonos móviles, artefactos espaciales, etc., no funcionarían si algunas de sus partes esenciales no se hubieran diseñado siguiendo con rigor los dictados de la mecánica cuántica" (Lozano Leyva, M., ibídem, p. 239).


martes, 23 de febrero de 2010

El cerebro, la gran incógnita



"El cerebro es el secreto mejor guardado de la naturaleza", Eric Kandel, neurocientífico.