El sueño de la razón produce monstruos

sábado, 26 de noviembre de 2011

L'origine du monde, un cuadro de Gustave Courbet en 1866; Musée d´Orsay, Paris.

La desinhibición frente al sexo femenino alcanza su máxima expresión en la obra L´origine du munde (1866, Museo de Orsay, París), encargada por el diplomático turco Khalil Bey y que constituye, sin duda, la pintura más transgresora del siglo XIX, por cuanto muestra una visión del sexo femenino cuyo encuadre y detalle supera cualquier precedente en la pintura occidental. Esta obra, que se dio por desaparecida y fue hallada en casa del famoso psicoanalista francés Jacques Lacan; según se ha podido comprobar, éste la adquirió por recomendación de Georges Bataille.


Pintor francés de tendencia realista del siglo XIX.
Nace en Ornans (Francia), 1819, y muere en La-Tour-de-Peilz (Suiza), 1877.
Instalado en París desde 1839, estudió en la Academia Suisse la obra de los principales representantes de las escuelas flamenca, veneciana y holandesa de los siglos XVI y XVII. Sin embargo, no alcanzó plenamente su madurez artística hasta que descubrió las obras de Rembrandt en un viaje que realizó a los Países Bajos en el año 1847. Hombre revolucionario y provocador, abrazó la filosofía anarquista de Proudhon, participó en 1871 en la Comuna de París y fue encarcelado durante seis meses, hasta que se refugió en Suiza, hacia 1873. Escandalizó al público con su nueva visión realista en cuadros sobre hechos cotidianos, como en L'après diner a Ornans (1849), El entierro en Ornans (1849) o Los paisanos de Flagey volviendo del campo (1850), en los que los personajes están representados con toda su vulgaridad, o con una sensualidad comprometedora.
En el estudio de Courbet se reunían por esa época notables personalidades, como el critico Champfleury, los poetas Baudelaire, Bainville y Muerger, el pintor Bonvin y el filósofo Proudhon, quien dedicó al interés humanitario de las pinturas de Courbet el opúsculo Du principe de l'art et de sa destination sociale. El grupo de Courbet se disgregó tras el golpe de estado de Luis Napoleón Bonaparte en el año 1852 y el pintor retornó a su tierra natal.

martes, 22 de noviembre de 2011

Octavio Paz: " El Romanticismo nos ha enseñado a sentir"

Francesca da Rímini y Paolo. 1835 Ary Scheffer (1795- 1858)
o
El amor más allá de la muerte, incluso en el Infierno


Fenomenología de la pasión y del deseo en la pintura europea de la era romántica

Conferencia impartida por Alfredo de Paz, el 15/X/2012,
catedrático Università degli Studio, Bolonia,
de
Fenomenología de los Estilos y de Historia del Arte Contemporáneo

Museo del Prado, Madrid.

Historia de

Infierno, Canto V: Francesca y Paolo, de Dante Alighieri (versión bilingüe de La Divina Comedia) o la pasión amorosa de Romeo y Julieta de W. Shakespeare.

La muerte como epílogo de los amores trágicos


lunes, 21 de noviembre de 2011

Dos de las muchas recomendaciones de Baltasar Gracián

“126. No es necio el que haze la necedad, sino el que, hecha, no la sabe encubrir. Hanse de sellar los afectos, ¡quánto más los defectos! Todos los hombres yerran, pero con esta diferencia, que los sagaces desmienten las echas, y los necios mienten las por hazer. Consiste el crédito en el recato, más que en el hecho, que si no es uno casto, sea cauto. Los descuidos de los grandes hombres se observan más. Como eclipses de las lumbreras mayores. Sea excepción de la amistad el no confiarla los defectos; ni aun, si ser pudiese, a su misma identidad. Pero puédese valer aquí de aquella otra regla de vivir, que es saber olvidar.[1]



“145. No descubrir el dedo malo, que todo topará allí. No quexarse dél, que siempre sacude la malicia adonde le duele a la flaqueza. No servirá el picarse uno sino de picar el gusto al entretenimiento. […] Nunca el atento se dé por entendido, ni descubra su mal, o personal o heredado, que hasta la fortuna se deleita a vezes de lastimar donde más ha de doler. Siempre mortifica en lo vivo; por eso no se ha de descubrir, ni lo que mortifica, ni lo que vivifica: uno para que se acabe, otro para que dure.[2]



[1]. O, 126, pág. 171.

[2]. O, 181, pág. 181.

Al modo gracianesco: "Lo bueno, si breve, dos veces bueno; y aun lo malo, si breve, no tan malo." (Oráculo manual y arte de prudencia)