Las
comedias de magia se han situado entre los géneros más populacheros y ramplones
del XVIII. Sin embargo, entre estas y los dramas románticos las semejanzas nos
aparecen patentes. En ninguna de las dos tipologías, los contextos se anclan en
la realidad ni se abordan los problemas eternos del hombre y la sociedad. Sin
embargo son obras populares por excelencia.
El romanticismo, entre otros aspectos,
vive un retorno a la Edad Media y la revalorización de dramas y dramaturgos del
Siglo de Oro, tan denostados por el neoclasicismo.
Este neomedievalismo suscita en Alemania un
gran interés por España, “país del Romancero”, y la nueva estética asume los
principios de la “comedia de Lope y festeja el genio dramático de Calderón”.
El espíritu del romanticismo español
entronca con la literatura del Siglo de Oro, la de Lope, Calderón, Gracián y el
Romancero, influenciado por la literatura alemana del momento histórico, hasta
el punto que los dramas españoles resultan remedos estilísticos y parodias de
la comedia antigua.
Algunos escritores han señalado, entre
otros Américo Castro, que Calderón y su teatro son la antítesis de la
concepción romántica del universo. En ese sentido, los dos representantes
máximos del romanticismo nacional y legendario son Rivas y Zorrilla.
Don
Juan Tenorio es la obra más representativa del teatro romántico español con
un fuerte poder de parodia clásica, en la que Zorrilla incluye todos los
ingredientes de la obra seria, pero sin bases para la credibilidad. Señala el
propio Zorrilla que su Don Juan es
una refundición de El burlador de Sevilla
y de No hay plazo que no se cumpla ni
deuda que no se pague, o convidado de piedra de Antonio de Zamora, en el
que revive de nuevo la figura mítica del libertino, creada por Tirso de Molina.
En esa línea, Ortega y Gasset afirma que el Don
Juan de Zorrilla es una vuelta a la imagen e ideación más tradicional y
tópica de la leyenda; jamás pretendió configurar una nueva interpretación del
mito de Don Juan.
Ramiro
de Maeztu, en su Don Quijote, Don Juan y
la Celestina[1],
nos dice que el Tenorio de Tirso es
únicamente un burlador, mientras que el de Zorrilla es más humano, es también
un hombre.