El sueño de la razón produce monstruos

domingo, 29 de enero de 2012

Goya: vida y obra (III)

Fundación Lázaro Galdeano


El aquelarre. 1797-1798


El conjuro o Las brujas. 1797-1798

De 1792 a 1808: pinturas, dibujos y estampas

Es uno de los períodos más fecundos en la vida de Goya. Crea algunas de sus obras maestras, empieza a hacer dibujos y realiza la serie de los Caprichos. Es ahora cuando se convierte en "inclasificable" para los historiadores de los estilos, porque utiliza elementos rococó y neoclásicos, pero no es un pintor rococó, neoclásico o romántico.
Los asuntos políticos ofrecen un panorama accidentado tanto en el interior como en el exterior. Manuel Godoy, favorito de los monarcas, levanta todo tipo de rechazos que se condensarán en el Motín de Aranjuez (1808), el derrocamiento del valido y la abdicación de Carlos IV. La política exterior tampoco favorece la estabilidad: guerra con Francia (1793), Guerra de las Naranjas en Portugal (1801), guerras con Inglaterra (1796 y 1804), Trafalgar (1805) y, finalmente, la invasión francesa (1808). En esta situación de tensiones, la sátira política se introduce en el teatro, la literatura o la pintura.
Sigue realizando retratos y cumpliendo como Primer Pintor de Cámara, cargo para el que fue nombrado en 1789 y la mejor expresión de esta dedicación es La familia de Carlos IV (1800, Madrid, Prado). Pero junto a estas obligaciones oficiales, la pintura por gusto empieza a ocupar un espacio y tiempo considerables.
La situación es, pues, compleja y la enfermedad de Goya no hace sino añadir nuevos problemas, ahora de carácter personal. No se conoce la naturaleza de dicha enfermedad, pero sí que le dejó como secuela una profunda sordera. Ni siquiera conocemos con exactitud el tiempo de su convalecencia, pues las cartas de Goya en las que habla de su estado más parecen destinadas a confundir que a aclarar las cosas.
Retratos
En 1792 se reponía en Cádiz, en casa de Sebastián Martínez, del que pinta un retrato excepcional -Sebastián Martinez (1792, Nueva York, Metropolitan)-. El amigo de Goya poseía una magistral biblioteca y una considerable colección de pinturas y grabados. Se supone que Goya vio allí algunas de las pinturas inglesas y muchos de los grabados cuya influencia puede rastrearse en su obra posterior. Es un buen ejemplo del tipo de amistades de Goya en este período, miembros de una burguesía culta e ilustrada, cosmopolita, que parece tienen muy poco que ver con la legendaria figura de un Goya bravucón, más aficionado a los toros que a otra cosa. Que Goya era aficionado a los toros no cabe dudarlo, lo dice en sus cartas y lo atestigua después la serie de estampas La Tauromaquia (1815-16).
Sebastián Martinez es el primero de una serie de retratos masculinos que pueden mencionarse. Pedro Romero (1795-98, Fort Worth, Fundación Kimbell), Meléndez Valdés (1797, Barnard Castle, Bowes Museum), Gaspar Melchor de Jovellanos (1798, Madrid, Prado), Ferdinand Guillemard (1798, París, Louvre), el embajador francés en España, Bartolomé Sureda (1804-06, Washington, National Gallery).
El retrato históricamente más importante es el colectivo de La familia de Carlos IV, en el que Goya parece competir con Las Meninas de Velázquez. Goya se coloca a sí mismo pintando, a la izquierda, tras un lienzo que no vemos. Entre los retratos femeninos destacaré La marquesa de la Solana (1794-95, París, Louvre); los dos de La duquesa de Alba, pintado uno en 1795 (Madrid, colección Alba) y el otro en 1797 (Nueva York, Hipanic Society), con el rótulo escrito en la pintura "Solo Goya", hacia el que señala el gesto de la duquesa, base de la leyenda de sus relaciones con el artista; La condesa de Chinchón (1800, Madrid, col. Duques de Sueca); La maja desnuda (1798-1805, Madrid, Prado); La marquesa de Santa Cruz (1805, Madrid, Prado), etc. Mucha es la distancia que separa a estos óleos de los que representan a Isabel de Porcel (1804-05, Londres, National Gallery) o a La mujer del librero (h. 1805-08, Washington, National Gallery.
También, por encargo, pintó obras de carácter religioso, inmediatamente después de su enfermedad, para la Santa Cueva gaditana, actualmente en muy mal estado y la decoración al fresco de San Antonio de la Florida, en Madrid, que inició el 1 de agosto de 1798 y terminó en ciento veinte días. Representa aquí El milagro de San Antonio de Padua en la cúpula y la Adoración de la Santísima Trinidad en las pechinas, destacando los ángeles (de hermosas manolas se han calificado) y el grupo de mendigos y harapientos, el pueblo de Madrid, que rodea a San Antonio de Padua. Lo religioso se presenta como pintoresco. Esta pintura es el primer ensayo de una multitud concebida como un todo y no como una suma de singulares, una multitud que adquiere todo su protagonismo en las Pinturas negras y en las estampas de Los desastres de la guerra.
En carta a Bernardo de Iriarte de 4 de enero de 1794, le comunica el envío de una serie de cuadros de gabinete con temas que se alejan de los más comunes, y serios, de un pintor académico: suertes de toros, cómicos ambulantes. un corral de locos. Diversiones populares son los asuntos de estas obras, próximas a otras que pinta inmediatamente después, La duquesa de Alba y su dueña y La dueña con dos niños (ambos de 1795, en Madrid Prado), óleos de pequeño tamaño que recuerdan en algún punto los que con temas teatrales había hecho años antes y que, sin embargo, parecen abrir un camino nuevo, el que se asentará de modo definitivo en los dibujos de los primeros álbumes y en las estampas de los Caprichos. Pero también, entre aquellos cuadros de gabinete, se halla un Corral de locos (1794, Dallas, Meadows Museum).

Primeros dibujos
Los cuadros de gabinete que remite a Iriarte dan testimonio de la libertad que Goya se ha tomado con el lenguaje pictórico. Son cuadros estilísticamente originales, por encima no sólo de lo que habían hecho los pintores españoles, también muy por encima de lo que hacían los artistas europeos sometidos ya en este momento a los dictados del neoclasicismo, a pesar de la humildad con que se refiere a ellos.
Los dibujos del llamado Álbum de Sanlúcar o Álbum A (1796-97), realizados durante su estancia en Sanlúcar tras la muerte del duque de Alba, suponen un paso importante: Goya «pinta» con tinta y agua. Capta escenas cotidianas, la siesta, una mujer joven en camisa -¿la Duquesa, una criada?- que se asoma al balcón y levanta los brazos, una “toilette”..., y prescinde de la minuciosidad en el detalle para ofrecernos aquellos elementos necesarios en la representación de la viveza que es propia de lo cotidiano.
A partir de estas fechas, Goya hace una considerable cantidad de dibujos que se han agrupado en álbumes: tras el Álbum de Sanlúcar, vendrá el Álbum de Madrid o Álbum B (1797), después siguiendo la cronología de P. Gassier, los Álbum D (1802-03) y E (h. 1806-12); el Álbum C será cronológicamente posterior, en torno a 1814-23. También, en relación con el Álbum de Madrid, los dibujos preparatorios para las estampas de los Caprichos, cuya venta será anunciada en 1799, el mismo año en el que es nombrado Primer Pintor de Cámara.



viernes, 20 de enero de 2012

Goya: vida y obra (II)


El IX duque de Osuna y su familia


BIOGRAFÍA
Infancia, formación y primeras pinturas: Goya antes de 1791


Goya es un pintor de vida larga y de evolución lenta. Si hubiese muerto en 1791, cuando sufrió una grave enfermedad, le consideraríamos un magnífico pintor para su siglo, pero no el genio que ahora conocemos.
Hay obras muy buenas, anteriores a esa fecha, cartones excelentes que pueden competir con la mejor pintura europea del momento, pero todo el complejo mundo de Goya aún no ha aparecido. No es que aparezca sólo a causa de su enfermedad, sino por la acumulación de acontecimientos muy diversos de naturaleza social, política, cultural, también personal...
Podría trazarse una gran raya en la evolución de Goya: antes y después de 1791, antes y después de su enfermedad. Sin embargo, esta línea divisoria puede ser engañosa. Engañosa en cuanto que invita a pensar en una primera etapa homogénea hasta ese año, lo que no sucede; engañosa también si afirma una ruptura radical, pues algunas de las pinturas que realiza en los años inmediatamente posteriores se mueven en la estela de las que ha hecho poco antes: pinturas como La condesa duquesa de Benavente (1785, Mallorca, Fund. B. March), las que sobre San Francisco de Borja hace para la Catedral de Valencia, o cartones como Las floreras (1786, Madrid, P), La gallina ciega (1788, Madrid, Prado), etc., enlazan directamente con muchas de las posteriores a aquella fecha.
Asi, entre 1746 y 1791 nos parece adecuado distinguir al menos dos períodos. El primero es aquel en el que más propiamente podemos hablar de "Goya antes de Goya". El Goya que aprende, en ocasiones bajo la dirección de su cuñado Francisco Bayeu, el Goya que no tiene todavía reconocimiento público y que espera subir en el escalafón profesional y en el ámbito social. Es el Goya anterior a 1776, cuando realiza sus primeras series de cartones para tapices.
Después su carrera discurre con mayor rapidez. Académico en 1780, contará con el apoyo del Infante don Luis en 1783, recibirá encargos de los duques de Osuna y en 1789 recibirá el nombramiento de pintor de cámara. Si en el primer período ha aprendido, ahora es pintor de encargo, aunque bien especial, pues sabe siempre imprimir su marca personal, apartarse cada vez más de las convenciones y los tópicos, no dejarse llevar por la rutina de los géneros.
El aprendizaje de un pintor en el siglo XVIII estaba sometido a unas pautas y a un ritmo a los que Goya no será ajeno. En 1760 entra en el taller de José Luzán (1710-1785), en Zaragoza, un pintor mediocre que le enseña el oficio, un pintor que se mueve, estilísticamente hablando, en el ámbito del tardobarroco. Después, en 1763 y 1766 participa en el concurso de la Academia de San Fernando, en Madrid, sin obtener mayor reconocimiento.
Son años en los que cambia la fisonomía artística en nuestro país. Estos cambios habían empezado a producirse a principios de siglo, cuando es otra la casa reinante y vienen de Francia e Italia numerosos artistas, pero ahora se intensifican con la llegada a España de los que en aquel momento eran considerados los dos pintores más importantes de Europa: A. R. Mengs (1728-1779) y Giambattista Tiepolo (1696-1770). Si el primero es el representante más riguroso de una posición neoclásica, el segundo puede inscribirse en el marco de un rococó que debe más a la gran pintura italiana que a la francesa. Se trata, por tanto, de dos posiciones diferentes, y en algunos momentos enfrentadas, que permiten reconocer el grado de eclecticismo que dominaba en el gusto cortesano. Y, si cabe pensar que la paleta de Tiepolo influyó más que la de Mengs en Goya, fue el artista neoclásico el que, con el paso del tiempo, llamaría al aragonés a Madrid (en 1774) para realizar cartones que sirvieran de modelo a los tapices de la Real Fábrica.
Su viaje a Italia coincide con la muerte de Tiepolo (1770) y durante el mismo participa en el concurso de la Academia de Parma con una obra que se ha recuperado y expuesto recientemente: Aníbal vencedor que por primera vez miró a Italia desde los Alpes (1771, Cudillero [Asturias], Fund. Selgas-Fagalde).
Después trabajará en el Coreto del Pilar (1771) y, en 1774, realiza once pinturas al óleo sobre yeso para la Cartuja de Aula Dei, cerca de Zaragoza. Mientras tanto se casa con Josefa Bayeu emparentado así con una familia de pintores, los Bayeu (Francisco -1734-1795- y Ramón). Los cambios más llamativos de su estilo se producen cuando marcha a Madrid con objeto de hacer cartones para tapices. A partir de 1774 su carrera parece discurrir ya por caminos diferentes y socialmente más fecundos.

1.2. Costumbres, Fiestas, Diversiones
La realización de cartones para tapices con destino a la Real Fábrica era, sin embargo, una tarea todavía menor. Se trataba de pinturas al óleo sobre tela -el nombre cartones hace referencia a su destino, no al material sobre el que se pinta- que no estaban destinadas a mostrarse en los salones: sólo servían de patrones o modelos para tapices con los que decorar los Reales Sitios. La Real Fábrica proporcionaba trabajo a un número considerable de artistas.
Son los cartones y los tapices de género con escenas costumbristas los que más interés ofrecen para explicar la trayectoria de Goya. Si en un principio siguen modelos flamencos, con una iconografía que poco tiene que ver con la realidad peninsular, a partir de Carlos III se desarrolla la pretensión de una imaginen más «realista», es decir, más ligada a la representación de tipos, indumentarias, paisajes, escenas españoles. Es la influencia de la ideología ilustrada. Los grandes cambios en el gusto de la época conducirán a la modernidad.
Francisco de Goya entregó su primera serie de cartones para tapices en mayo y octubre de 1775. Se componía de nueve obras destinadas al comedor de los Príncipes de Asturias en San Lorenzo de El Escorial y su tema era la caza. Fueron realizadas bajo la dirección de Francisco Bayeu. En la segunda serie (1776-1778), diez cartones para el comedor de los Príncipes de Asturias en el Palacio de El Pardo, trabajó más libremente y puso de manifiesto las posibilidades de su pintura. Son de estilo pintoresco, es decir, propios de la realidad cotidiana. Goya destaca por encima de todos los demás pintores de cartones, incluido su maestro Francisco Bayeu.
En 1791 realizó los últimos cartones para tapices, quizá porque estaba ya cansado de un género menor cuyo lenguaje dominaba perfectamente y que posiblemente consideraba inadecuado para su posición profesional y social. En 1780 fue nombrado académico, Subdirector de Pintura de la Academia en 1785, Pintor del Rey al año siguiente y Pintor de Cámara en 1789. Además había recibido encargos de cierta importancia y tenía un contacto fluido con algunos de los hombres poderosos del país. Es en esta época cuando se enfrenta con su cuñado Francisco, al no permitir a éste corregir su Virgen, Reina de los Mártires, un fresco de la basílica del Pilar.
Una vez en Madrid, recibe el encargo de ejecutar uno de los siete grandes cuadros que han de ornamentar San Francisco el Grande, en Madrid. La realización de estos siete cuadros se convierte, sin serlo, en un verdadero concurso. Goya deposita en él grandes esperanzas, pues pensaba que podría sacarle de la medianía social y profesional en la que hasta entonces se encontraba. El camino fue más difícil y lento de lo que pensaba, quizá porque, entre otras cosas, ninguna de las pinturas presentadas al concurso provocó excesivo entusiasmo. El tema representado por Goya fue San Bernardino predicando en presencia de Alfonso V de Aragón (1782-83, Madrid, San Francisco el Grande), una composición en la que es perceptible la influencia directa de Houasse; en él introduce un autorretrato. Goya retrató posteriormente al Conde de Floridablanca (1783, Madrid, Banco de España) y fue protegido del Infante don Luis, de cuya familia hizo un retrato de grupo El Infante don Luis y su familia (1784, Corte di Mamiano [Parma], Fundación Magnani-Roca), la obra más importante que había hecho hasta el momento. Goya, también, se autorretrato.
En 1789 obtuvo el cargo de Pintor de Cámara y ello le obligó a realizar los retratos reales; también le abrió la puerta a una serie de encargos, especialmente retratos, en los que su pintura brilló con maestría inigualable. Su precedente directo está en obras como el retrato de La condesa duquesa de Benavente (1785, Mallorca, Fund. B. March), La marquesa de Pontejos (1786, Washington, National Gallery) o La familia de los duques de Osuna (1788, Madrid, Prado). Al poco tiempo sufre una grave enfermedad, de la que tanto se ha escrito y de su incidencia en su obra.

lunes, 16 de enero de 2012

Goya: vida y obra





Francisco de Goya y Lucientes

1746-1828

Autorretratos






Francisco de Goya y Lucientes, pintor y grabador español considerado uno de los grandes maestros de la pintura española. Marcado por la obra de Velázquez, habría de influir, a su vez, en Édouard Manet, Pablo Picasso y gran parte de la pintura contemporánea.
Su obra hay que entenderla entre dos épocas muy distintas en cuanto a su cosmovisión: la Ilustración, segunda mitad del XVIII, y el Romanticismo, ya en el siglo XIX. Goya es un ejemplo fiel de la Ilustración española, al tiempo que abre el camino al Romanticismo. (Cámara Muñoz, Alicia, 2003, p. 54).

Nace en 1746 en un pequeño pueblo aragonés, Fuendetodos, y muere en Burdeos el 16 de abril de 1828. Cuando nace, ese mismo año, reina Fernando VI, segundo monarca de la dinastía borbónica; cuando muere, reina Fernando VII. Entre tanto han sucedido muchas cosas: primero se consolidó el Despotismo Ilustrado, se tensaron las relaciones entre los ilustrados y el viejo régimen, gobernó Godoy con Carlos IV, estalló el motín de Aranjuez, los franceses invadieron la Península, se proclamó la Constitución de Cádiz, volvió Fernando VII con el absolutismo, tuvo que aceptar el liberalismo a la fuerza, volvió el absolutismo... Cuando murió Goya, España era muy distinta a la que le había visto nacer, y, con España, Europa: la Revolución Francesa, el Imperio napoléonico, el desarrollo del nacionalismo... Goya vive en un período histórico en el que se han producido cambios fundamentales en la vida europea, cambios que todavía nos afectan, tanto de carácter político como cultural, social y económico. Suele decirse que es la época en que el Antiguo Régimen entra en crisis, pero la crisis lo es también de nacimiento de un régimen nuevo, de una época nueva: la contemporánea. Goya es el representante artístico de esa época, de las tensiones de ese nacimiento.

Formado en un ambiente artístico rococó, evolucionó a un estilo personal y creó obras que, como la famosa El 3 de mayo de 1808 en Madrid: los fusilamientos en la montaña del Príncipe Pío (1814, Museo del Prado, Madrid), siguen causando, hoy día, el mismo impacto que en el momento en que fueron realizadas. Es, probablemente, el más próximo a nuestra sensibilidad de los pintores de su tiempo: sus grabados y dibujos parecen representar nuestro mundo, nuestras actitudes. A veces, parecen instantáneas de la prensa de actualidad.

Nos convertimos en aquello que miramos.
(Hebbel, F.: Judith)


1746.30.V. Nace Goya en el pueblo aragonés de Fuendetodos (Zaragoza), hijo del maestro dorador José de Goya y de Gracia Lucientes, vecinos de Zaragoza.

1751-1759 c. Estudia en el Colegio de las Escuelas Pías de Zaragoza con su condiscípulo y gran amigo Martín Zapater.

1759-1763. Formación pictórica con el pintor y profesor José Luzán en su taller y en la Academia de Dibujo de Zaragoza.

1762-1763 c. Pinta las puertas del Armario de las Reliquias en la sacristía de la iglesia de Fuendetodos (Zaragoza).

1763, diciembre. Concurre al premio de pintura de 3ª clase convocado por la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando (Madrid).

1766, julio. Concurre al premio de pintura de 1ª clase de la Real Academia de San Fernando, que gana Ramón Bayeu. Goya no obtiene ningún voto.

1770-1771. Estancia de Goya en Italia por sus propios medios.

1771, abril. Participa en el concurso de pintura de la Academia de Parma ("Aníbal vencedor contempla por primera vez Italia desde los Alpes").

1772. Pinta al fresco La Gloria o Adoración del Nombre de Dios en la bóveda del Coreto de la Virgen en la basílica del Pilar de Zaragoza.

1773.VII.25 Casa con Josefa Bayeu en Madrid. El matrimonio vive en Zaragoza.

1772-1774. Pinta al óleo sobre el muro en la iglesia de la cartuja de Aula Dei (Zaragoza) un ciclo sobre la Vida de la Virgen.

1775. Se traslada a Madrid, llamado por su cuñado Francisco Bayeu y por Mengs, Primer Pintor de Cámara de Carlos III. Trabaja como pintor de cartones para la Real Fábrica de Tapices de Santa Bárbara.

1777. Pinta el cartón "El quitasol" (Prado).

1778. Primeros grabados al aguafuerte para copiar obras de Velázquez.

1778. Cartón para tapiz "El cacharrero" (Prado).

1780.V.7. Es nombrado Académico de Mérito de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando de Madrid por su Cristo Crucificado (Prado).

1780.X. Va a Zaragoza para pintar en el Pilar con Francisco y Ramón Bayeu. Pintará la letanía Regina Martyrum en la cúpula junto a la capilla de San Joaquín.

1781.II.11. Sigue en la cúpula, pero surgen fuertes diferencias con Francisco Bayeu, encargado de la decoración pictórica de todo el entorno de la Santa Capilla.

1781, marzo a mayo. Duras críticas a su manera de pintar. Ha de hacer nuevos bocetos para las pechinas de la cúpula. Se siente maltratado e incomprendido. Mediación del P. Salcedo, prior de Aula Dei, para superar el enfrentamiento de Goya con su cuñado y la Junta de Fábrica del Pilar.

1781.V.28. Goya termina de pintar Regina Martyrum. Parte para Madrid el día 30, lleno de amargura por la incomprensión y las críticas recibidas.

1781.XII.17. Muere en Zaragoza José de Goya, padre del pintor.

1781, julio. Carlos III le encarga uno de los cuadros de altar para la iglesia de San Francisco el Grande (Madrid). Representará a "San Bernardino de Siena predicando en presencia del rey Alfonso V de Aragón". Pintado entre 1782 y 1783.

1783. Retrata al secretario (ministro) de Estado Conde de Floridablanca (Banco de España) e incluye en el cuadro un autorretrato.

1784. Retrata a la Familia del infante don Luis de Borbón (Fundación Magnani-Rocca, Parma). Comienza a triunfar como retratista.

1784.XII.2. Nace Francisco Javier, único de los hijos de Goya que llegará a adulto y le sobrevivirá.

1785.V.1. Es nombrado Teniente-director (director adjunto) de pintura de la Real Academia de San Fernando.

1785. Retrata a los Duques de Osuna.

1786.VI.25. Nombrado pintor del rey, con sueldo anual de 15.000 reales de vellón. Reanuda su trabajo para la Real Fábrica de Tapices.

1786. Se reconcilia con Francisco Bayeu, al que retrata (Museo de Valencia).

1787. Pinta siete composiciones campestres para el palacete de la Alameda, de los Duques de Osuna.

1787.IV.12. Carlos III le encarga tres cuadros de altar para la iglesia del monasterio de monjas cistercienses de Santa Ana (Valladolid). Ya estaban colocados cuando se bendijo la iglesia el 1 de octubre.

1786-1787. Pinta los cartones de Las floreras, La era, La vendimia y La nevada (Prado), para tapices con destino al Palacio del Pardo.

1788. Pinta los cartones de La Pradera de San Isidro y La gallina ciega (Prado), para El Pardo.

1789.IV.25. Nombrado Pintor de Cámara por el nuevo rey, Carlos IV. Retratos oficiales del Rey y de la reina Maria Luisa.

1790.X.22. La Real Sociedad Económia Aragonesa de Amigos del País lo nombra socio de mérito.

1790. Retrata a sus amigos zaragozanos Martín Zapater y Juan Martín de Goicoechea.

1791-1792. Pinta los últimos cartones para tapices: La boda y El pelele (Prado).

1791. Pinta los retratos del canónigo y prócer zaragozano Ramón de Pignatelli y del niño Luis María de Cistué y Martínez (el niño de azul), hijo del barón de la Menglana.

1792.X. Sin licencia real, viaja a Andalucía. En diciembre cae enfermo en Sevilla y pasa a Cádiz. Grave enfermedad (¿saturnismo?) de que no se recupera hasta abril de 1793. Queda sordo.

1792.XI. Retrata en Cádiz a su amigo Sebastián Martínez (Metropolitan Museum de New York).

1793-1794. Serie de pinturas de gabinete sobre hoja de lata para huír del convencionalismo "en que el capricho y la invención no tienen ensanche", con escenas taurinas, cómicas, de siniestros como El naufragio, o infrecuentes como El corral de locos (Dallas Museum).

1794. Retrato del General Ricardos (Prado).

1795. Retrata a la Duquesa (col. Duques de Alba, Madrid) y al Duque de Alba (Prado).

1795.X.4. Gana la plaza de Director de pintura de la Academia de San Fernando, que fuera de Francisco Bayeu, fallecido el 4 de agosto.

1796-1797. Largas estancias en Andalucía junto a la Duquesa de Alba. Realiza muchos dibujos (Álbum A de Sanlúcar).

1797.IV.1. De regreso a Madrid, dimite como Director de pintura de la Academia.

1797. Escenas de brujería para los Osuna, entre ellas El Aquelarre y Brujas.

1797. Comienza la serie de grabados al aguafuerte que llamará Los Caprichos.

1797. Segundo retrato de Martín Zapater y otro de su amigo, el jurista y escritor ilustrado Juan Meléndez Valdés.

1798, VIII.1. Comienza el fresco de la cúpula de la ermita de San Antonio de la Florida (Madrid) con un Milagro de San Antonio de Padua. Terminará todo en 120 días.

1798. Retratos del ministro de Justicia y amigo Gaspar Melchor de Jovellanos (Prado) y del embajador francés Ferdinand Guillemardet (Louvre).

1799, febrero. Pone a la venta Los Caprichos en una tienda de perfumista bajo el domicilio de Goya, en la calle del Desengaño, 1 (Madrid). Al poco, los retira de la venta.

1799. Retrata a la actriz Maria Rosario Fernández, La Tirana (Academia de San Fernando, Madrid).

1799.X.31. Es nombrado Primer Pintor de Cámara, con sueldo anual de 50.000 reales, más 500 ducados para coche.

1800. Tres cuadros de altar para la iglesia de San Fernando de Torrero (Zaragoza). Retrata a la Condesa de Chinchón, hija de los Infantes Luis y Teresa y esposa de Godoy.

1800-1801. Retrato de la familia de Carlos IV (Prado).

1803. Retrato del Conde de Fernán Núñez.

1804. Retratos del Marqués de San Adrián (Museo de Navarra) y Bartolomé Sureda
(1804-1806) (National Gallery, Washington).

1805.VII.8. Casan Javier, hijo de Goya, y Gumersinda Goicoechea. Pinta sus retratos.

1806.VII.11. Nace Marianito, único nieto del pintor.

1808. Guerra de Independencia (1808-1814). En octubre, Goya va a Zaragoza, llamado por el general José de Palafox, para que pinte las ruinas y episodios de la heroica defensa de la ciudad frente a los franceses.

1809.XII.23. Jura fidelidad al rey intruso, José I Bonaparte.

1810. Comienza a preparar los Desastres de la Guerra (1810-20).

1811.XI.11. José I concede a Goya la Orden Real de España, llamada despectivamente "de la berengena".

1812.VI.20. Muere su esposa, Josefa Bayeu.

1814. Pinta El Dos de Mayo de 1808 o Carga de los mamelucos y Los Fusilamientos de la Moncloa (Prado), para perpetuar la resistencia y lucha del pueblo español contra Napoleón.

1814.XI.4. Comienza el expediente de "purificación" de Goya, en el que varios testigos declaran que no fue afecto al gobierno intruso.

1814, diciembre. Termina el retrato ecuestre del General Palafox (Prado).

1815. La Inquisición le abre proceso por considerar obscenas las dos "Majas". Tras superar la "purificación", se le repone como Primer Pintor de Cámara con sus honorarios, pero será relegado por Fernando VII. Comienza la serie de Los Disparates (1815-24), publicada en 1864. Retrata a Fernando VII y al Duque de San Carlos para el Canal Imperial de Aragón (Museo de Zaragoza).

1816. Publica la serie de grabados sobre La Tauromaquia (1815-1816).

1819. Pinta La Última Comunión de San José de Calasanz (antiguo Colegio Calasanz, Madrid). Compra la "Quinta del Sordo" y se aísla en ella.

1820. Termina Los Desastres de la Guerra (1810-20).

1820-1823. Pinturas Negras en la "Quinta del Sordo" (Museo del Prado).

1824.V.2. Pide licencia al rey para marchar a Francia a tomar las aguas en el balneario de Plombières. Parte en junio con Leocadia Zorrilla y los hijos de ésta.

1824, septiembre. Se instala en Burdeos. En noviembre pide una prórroga de seis meses en su licencia.

1825.VI.21. Por su estado de salud, solicita nueva prórroga de un año. Prepara la serie de litografías conocida como Los Toros de Burdeos.

1826, mayo. Vuelve a España para solicitar su jubilación. Se le concede con el sueldo íntegro de 50.000 reales. En junio regresa a Burdeos con licencia.

1827. En verano hace un viaje rápido a Madrid por asuntos económicos y familiares. Regresa a Burdeos. Pinta La lechera de Burdeos (Prado) y retrata a Juan Bautista de Muguiro (Prado).

1828.IV.16. Muere de madrugada en Burdeos, tras corta enfermedad. Al día siguiente es enterrado en el cementerio de La Chartreuse.

A.T.T.

martes, 10 de enero de 2012

De "La era romántica en el Museo del Prado": Ciclo de conferencias 2011/2012


John Everett Millais, pintor prerrafaelita inglés (1829-1896)





La historia de Isabela y Lorenzo está recogido en el poema de John Keats, "Isabella, or the Pot of Basil" (Isabel o la Maceta de Albahaca), inspirado a su vez en el cuento de "Lisabetta y su maceta de Albahaca" incluido en "El Decameron" de Boccaccio, una colección de cien historias en la que su autor pretende mostrarnos la pequeña distancia que hay entre lo carnal y lo trágico y que, según algunos, contiene algunas historias inspiradas en nuestro "Libro del Buen Amor", obra del Arcipreste de Hita.

Isabella (1849), también conocido como Lorenzo e Isabel, es una pintura de John Everett Millais, que fue su primer trabajo en el estilo prerrafaelita, creada poco después de la formación de la Hermandad Prerrafaelita en el año anterior. Se exhibió por primera vez en la Royal Academy en 1849, y ahora está en la colección de la Galería de Arte Walker en Liverpool.
La pintura ilustra un episodio del poema de John Keats, Isabel, o la maceta de albahaca, que describe la relación entre Isabel, la hermana de ricos mercaderes medievales, y Lorenzo, un empleado de los hermanos de la reina Isabel. Representa el momento en que los hermanos de Isabel, se dan cuenta de que hay un romance entre los dos jóvenes, y y aquellos organizan un complot para asesinar a Lorenzo para que pueda casarse con Isabella a un noble rico. Isabel, vestida de color gris en la derecha, recibe una naranja de sangre en un plato por el ya condenado de antemano Lorenzo. Una naranja de sangre es el símbolo de un corte en el cuello de alguien que acaba de ser decapitado. Esto anunciará a Isabella la decapitación de Lorenzo; sucedido el asesinato, ella, después de encontrarlo en una sepultura, le arrancará la cabeza que siempre llevará consigo. Uno de sus hermanos, con violencia, da una patada al perro asustado, mientras que casca una nuez.
La trama del asesinato se respira en el lienzo que nos transmite sin palabras y através del lenguaje gestual la tragedia que se avecina para los amantes.

domingo, 8 de enero de 2012

Eric Berne y su Análisis transaccional... (IV)


ANALISIS TRANSACCIONAL



El Análisis Transaccional (propiamente dicho), de Eric Berne (VALBUENA DE LA FUENTE, F., 2006, págs. 35 y ss.) tiene por objeto el control social, es decir, que el Adulto retenga el poder ejecutivo para no manipular ni dejarse manipular.

La filosofía del A.T. se basa en cuatro postulados:

Todos nacemos con los mismos valores y derechos, todos somos iguales, tan sólo nos diferencia que algunos tienen mayores capacidades. Berne decía “todos nacemos bien” y afirmaba metafóricamente que “todos nacemos príncipes y princesas”. Sin embargo, por causa de factores intrapsíquicos y ambientales, endógenos y exógenos, algunas personas nos convertimos en “sapos y ranas”. Así que el objetivo terapéutico es volver a la situación de “príncipes y princesas”.
El resto de los postulados son inherentes al primero, a saber: Todos tenemos la capacidad de pensar; todos tenemos la capacidad de decidir y todos tenemos la posibilidad de cambiar.
El desarrollo del potencial humano o fuerza vital pude verse disminuido por causas endógenas (herencia biológica) y exógenas (ambiente social), pudiendo producir en los seres humanos infelicidad, dificultades para la resolución de problemas y/o enfrentarse a la vida, etc.; en definitiva, sufrir alguna/s patología/s paralizantes que impidan el crecimiento personal. Sin embargo, todos podemos cambiar para lograr mayor autonomía personal y tomar decisiones que potencien nuestra personalidad.
Cuando se enfrentan dos personas, hay seis Estados del Ego implicados, tres en cada persona. Como los Estados del Ego son tan diferentes unos de otros como lo son las personas reales, es importante saber qué Estados del Ego está activado en cada persona cuando sucede algo entre ellos. (Berne, 2002: 31-32; cf. Valbuena, 2006: 110).

El A.T., como método, tiene los siguientes pasos:

1º. Averiguar quién (Padre, Adulto o Niño) está dirigiendo el estímulo transaccional.
2º. Concretar qué estado del Ego (Padre, Adulto, Niño) se activa en la respuesta.
Al dar estos dos pasos se percibe el Primer Genero de Materialidad (M1), es decir, las expresiones verbales y no verbales de las personas que intervienen. Es evidente que lo que conocemos positivamente es el lenguaje (Exterioridad).
3º. Visualizar en diagramas, mediante vectores, la dirección del estímulo y de la respuesta.
4º. Denominar el carácter de la transacción.

Con este paso, quedará reflejado el Segundo Género de Materialidad (M2), es decir, los fenómenos de la vida interior etológica y psicológica, el carácter subjetivo de las transacciones (Interioridad).
5º. Hallar el significado esencial e intemporal de las transacciones.
Así se identifica el Tercer Género de Materialidad, es decir, las relaciones objetivas (objetos abstractos) entre los fenómenos interiorizados de M2 por medio de las entidades del Mundo Físico Exterior (sonidos del lenguaje y las expresiones no verbales concomitantes: gestos, expresión de la cara, etc. en este caso) (M1), y de la entidades de M1 a través de los fenómenos de M2; esto es, conjunto de relaciones de naturaleza “ideal” o “esencial”, no propiamente subjetivas, aunque tampoco corpóreas, pero sí objetivas.
Cuando las personas interactúan de manera asertiva y no asertiva se produce una transacción, donde una responde a la otra. Una transacción es un intercambio entre los Estados del Yo específicos de diferentes personas (SÁEZ ALONSO, R., 2006, pág. 33); o dicho de otro modo, una transacción consiste en un solo estímulo y una sola respuesta, verbal o no verbal, entre los Estados del Yo específicos de dos personas diferentes.

El estudio de las transacciones recibe el nombre se Análisis Transaccional (A.T.). Las transacciones se definen, pues, como intercambios de estímulos y respuestas entre Estados del Yo Específicos de diferentes personas.
En definitiva, podemos decir, que el A.T. es una Teoría de la Personalidad y de la Acción Social, y un método de psicoterapia, basado en el análisis de todas las transacciones posibles entre dos o más personas, sobre la base de unos Estados del Yo específicamente definidos, que dan lugar a un número finito de tipos establecidos (9 complementarias, 72 cruzadas, 6.480 dobles y 36 angulares). Sólo unas 15 de éstas suelen darse ordinariamente; el resto son sobre todo de interés académico.

El maridaje de Las armas y las letras constituye un viejo tópico que está grabado en nuestra memoria colectiva, unas veces como conceptos antagónicos, y otras como artes que debía cultivar el individuo español.

Miguel de Cervantes puso el topos en boca del ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha y nos dejó sus comentarios como huella imperecedera del pensamiento y sensibilidad de la historia de España hasta aquel momento. La guerra siempre es destrucción, derramamiento de sangre, crueldad sea cual fuere el momento histórico en que produce. Es difícil encontrar en el arte y en la poesía testimonios realistas de esa experiencia vital; con demasiada frecuencia esos testimonios aparecen enmascarados con elogios a los héroes, a monarcas, las victorias, los ideales de paz... y hasta las derrotas pueden ser motivo de exaltación patriótica, de encomio del arte militar y de las necesidades de la guerra.

Los fenómenos culturales siempre aparecen vinculados a la vida de una persona individual y/o a una sociedad; nunca son realidades abstractas, en sí mismas, trascendentes, autónomas, un cuerpo ajeno desprendido de la idiosincrasia de los pueblos. Lo mismo sucede con la literatura. Por esta razón el tópico de Las armas y las letras, el Sapientia et fortitudo de los clásicos, además de constituir un valor individual, afirma también un valor social, y Cervantes lo recoge con acierto en su obra inmortal como huella imborrable del pensamiento y de los saberes acumulados hasta ese momento de historia en los reinos de España y en Europa.

Al llegar el Renacimiento, la literatura clásica grecolatina será el vivero de donde las letras toman los géneros y temas. Cuando en 1543 se publican póstumamente las obras de Juan Boscán y Garcilaso, los dos pioneros en la defensa de la nueva poesía, y su rápida difusión, trajo consigo el triunfo de la poesía renacentista italianizante.

En toda Europa, en la primera mitad del XVI, se busca de conciliar los metros y las formas existentes, desarrollados en Italia por el petrarquismo, con los géneros poéticos grecolatinos (la égloga, el epigrama, la oda, la elegía, la sátira, la epístola, el epigrama, etc.) que el humanismo vuelve a sentir con intensidad y a cultivar. Así, toda una serie de tópicos clásicos reaparecen con fuerza inusitada: Carpe diem, College, virgo, rosas, Aurea mediocritas, Beatus ille...

El tema Sapiencia et fortitudino entra en el Renacimiento bajo la forma de tratado sobre los ideales cortesanos que se inaugura con El Cortesano de Baltasar de Castiglione , que fue traducido por el barcelonés Juan Boscán de Almogaver, preceptor del duque de Alba y gran amigo de Garcilaso, que participó en la expedición a la isla de Rodas y figuró entre los caballeros que acompañan a Carlos V a levantar el cerco de Viena; esa traducción simboliza uno de los ejemplos más brillantes de la prosa en la época del César. Pietro Bembo, uno de los personajes de El Cortesano, contesta al conde Luis de Canosa:
Yo no sé por qué queréis que este nuestro Cortesano, teniendo letras y tantas otras buenas cualidades, tenga todas estas cosas por ornamento de las armas, y no las armas, con todo lo demás, por ornamento de las letras, las cuales, por sí solas, sin otra compañía, llevan tanta ventaja a las cosas de la guerra, cuanta es la que el alma lleva al cuerpo.
(Lib. I, cap. IX, ed. “Libros de Antaño”, p.113, cit. por Américo Castro, 2002, p. 197).

En el Renacimiento, pues se valora la igualdad armónica de las armas y las letras, el equilibrio entre el coraje militar y la sabiduría intelectual. Ese ideal de igualdad está personificado por Garcilaso de la Vega y Francisco de Aldana (1532-1578), al que Cervantes llama “el Divino”: poetas-soldados ambos, o el propio Carlos V, que tuvo por maestro a Adriano de Utrech.

Sin embargo, en la época de Carlos V y Felipe II fueron demasiado frecuentes, y del desencanto de la guerra dan fe soldados-escritores de la talla de Garcilaso de la Vega, Hernando de Acuña, Gutierre de Cetina, Francisco de Aldana, Alonso de Ercilla, Miguel de Cervantes... El siguiente soneto lo refleja de forma espléndida

En fin, en fin, tras tanto andar muriendo,
tras tanto varïar vida y destino,
tras tanto, de uno en otro desatino,
pensar todo apretar, nada cogiendo,

tras tanto acá y allá yendo y viniendo,
cual sin aliento inútil peregrino,
¡oh, Dios!, tras tanto error del buen camino,
yo mismo de mi mal ministro siendo,

hallo, en fin, que ser muerto en la memoria
del mundo es lo mejor que en él se asconde,
pues es la paga dél muerte y olvido,

y en un rincón vivir con la vitoria
de sí, puesto el querer tan sólo adonde
es premio el mismo Dios de lo servido.
(Francisco de Aldana)

En los textos cervantinos, las transacciones ulteriores* son con mucho prevalentes sobre todas las demás, lo que perfectamente podemos comprobar con el tratamiento que Cervantes hace del tópico de Las armas y las letras, el Sapientia et fortitudo de los clásicos.

“Para distinguir bien las transacciones ulteriores, es importante tener en cuenta que las personas transmiten verbalmente el significado ostensible, social o manifiesto, pero extraverbalmente el significado encubierto. O dicho de otro modo, predicen con palabras en el nivel social y mediante gestos, entonación… en el nivel psicológico o encubierto.”
(VALBUENA, ibídem, pág. 137).

Américo Castro (1925) considera a Cervantes como el epílogo de esta corriente armónica, aunque la cuestión no quedaba del todo resuelta. Más tarde escribe: “Cervantes puso moral e intelectualmente en su sitio a las Armas y a las Letras. Sin embargo cabe preguntarse ¿en qué sitio las puso realmente? Américo Castro, con esa pregunta, ya empieza a sospechar que la respuesta psicológica del lector de la obra de Cervantes no es fácil de precisar, porque Cervantes intencionadamente está jugando con el significado encubierto.

Guillermo Díaz Plaja, en cambio, verá en Cervantes precisamente la crisis del arquetipo, cuando triunfa el intelectual y pierde toda la estima el soldado, como se caricaturiza en el entremés La guardia cuidadosa: un soldado y un sacristán se disputan los favores de una joven fregona; sin embargo, mientras el soldado le guarda la calle para espantarle todos los galanes, la moza se va al fin con el sacristán como partido más seguro. El entremés señala la nunca extinguida antinomia entre las armas y las letras, que en Cervantes encierra una resonancia personal: el dolorido fracaso del soldado herido, perdido en una nueva sociedad de políticos y vividores. Siempre el humor cervantino humaniza los tristes recuerdos: “Ya no se estima el valor / porque se estima el dinero / pues un sacristán prefieren / a un roto soldado lego”.

Se ha significado que el debate dramático entre dos pretendientes rivales que alaban los méritos de sus respectivos oficios era un tópico en Italia y particularmente en Siena, que Cervantes conoció de joven como acompañante del cardenal Aquaviva. Parece que ya no hay armonía entre las armas y letras. Díaz Plaja, en El espíritu del Barroco, defiende que la fusión de las armas y las letras es válida mientras las grandezas aúnan las plumas y las espadas, la reflexión y la acción. Cuando la furia militar no logra los objetivos, la mente se retrae; y si el fracaso sobrevive, se evade hacia la lamentación o el pesimismo. Dice: “Las letras se apresuran a ponerse a distancia de las armas como cautas espectadoras de su caída.” Y será la derrota de la Armada Invencible el suceso que ahonde la crisis del Imperio dando lugar a la plenitud del Barroco, señala Díaz Plaja.

Cervantes y el Quijote se sitúan entre dos sensibilidades: el optimismo lleno de vitalidad del quinientos y la nostalgia de una edad heroica del seiscientos. José María Maravall hablará de dos mentalidades opuestas: la utopía arcaizante del hidalgo frente a las fuerzas dominantes del Estado Moderno. Y dice don Quijote:

“-De todo sabían y han de saber los caballeros andantes, Sancho –dijo don Quijote-, porque caballero andante hubo en los pasados siglos que así se paraba a hacer un sermón o plática en mitad de un campo real como si fuera graduado por la Universidad de París; de donde se infiere que nunca la lanza embotó la pluma, ni la pluma la lanza.” (Quijote, I, XVIII, pág. 215).

El equilibrio entre las armas y las letras se defiende, pues, en los textos del Quijote, pero ya sonaba algo antiguo en los ideales de la época que tanto influyeron, por ejemplo, en el propio Carlos V. En La guardia cuidadosa ya hemos visto que Cervantes se decanta por la superioridad de las letras sobre las armas. Y en el Quijote (I, XXXVIII, págs. 487 y ss.) el mismo Miguel de Cervantes considera que las armas superan a las letras en el camino del verdadero honor.

¿Cuál entre las tres posturas defiende realmente Cervantes? No podemos estar seguros, porque algo que pudo demostrar Américo Castro sobre El pensamiento de Cervantes, es que detrás del narrador y los personajes y situaciones mismas de sus libros, con lo que el Quijote y toda la obra cervantina es una suerte de “polifonía” en la que pueden encontrarse ideas no sólo distintas sino incluso contrapuestas, como hemos comprobado. Cervantes, pues, está a favor de las armas, a favor de las letras y a favor del equilibrio entre ambas. Si esta conclusión es posible se debe a la Inventio Lectoris o, en palabras de Berne, a las transacciones angulares logradas en las que los mensajes encubiertos juegan un papel tan importante o más que los mensajes explícitos por estar ambos tipos de significados dirigidos simultáneamente a los distintos órganos del psiquismo humano: el ethos (extereopsiquis), el logos (neopsiquis) y el pathos (arqueopsiquis).
A.T.T.


*Entre las clases de transacciones, Berne distingue aquellas en las que la respuesta no vuelve al mismo estado del yo del receptor o no es recibida por el mismo estado del que emitió el estímulo. Hay, por tanto, cruces o se forman ángulos en los vectores o flechas. La respuesta al estímulo es inesperada. La regla de tales transacciones es que, cuando se produce ese cruce, la comunicación se interrumpe. Hay cuatro tipos: quejumbrosas. arrogantes, exasperante, insolentes o punzantes.
Sin embargo, en este trabajo nos interesan especialmente las transacciones ulteriores, angulares o dobles, que son más complejas que las complementarias y las cruzadas. En ellas intervienen simultáneamente más de un Estado del Ego.

*

jueves, 5 de enero de 2012

Eric Berne y su Análisis transaccional... (III)

La Pirámide de Maslow, o jerarquía de las necesidades humanas.

Análisis estructural y funcional

Valbuena de la Fuente (op. cit., 2006, págs. 35 y ss.) se ocupa del Análisis Estructural y Funcional y lo relaciona con la doctrina de los Tres Géneros de Materialidad de Gustavo Bueno . Lo aplica a algunos pasajes del Canto I de La Ilíada y a dos secuencias de dos films clásicos: Al rojo vivo (“White heat” en V.O.) de Raoul Walsh; guión de Ivan Goff & Ben Robert (Historia: Virginia Kellogg) y El tercer hombre (“The Third Man”, V.O.) de Carol Reed, sobre guión de Graham Greene (Novela: Graham Green).

Afirma Valbuena que Berne observó cómo en las actividades sociales las personas cambiamos verbal y no verbalmente, a veces muy rápidamente. Estos cambios en las palabras, en el tono de voz y en el lenguaje corporal van asociados a cambios de sentimientos. Estos cambios son regulares y muestran un conjunto de pautas observables.

Aristóteles en su Poética, con relación a la trama del argumento en las tragedias, distingue:

A) PERIPECIA: es el cambio de las acciones en sentido contrario al curso natural o verosímil de las cosas. Ej. En tragedia de Sófocles, Edipo , un mensajero se presenta ante Edipo para comunicarle que ha muerto Pólibo, rey de Corinto, cuyo trono corresponde a Edipo. Pero este último tiene miedo de cometer incesto con Mérope, viuda de Pólibo, a la que él considera su madre. El mensajero entonces, para quitarle esos temores, le revela que Pólibo y Mérope no son sus padres. Este descubrimiento produce en Edipo el efecto contrario, ya que le revela la tremenda realidad de que ha matado a su verdadero padre, Layo, y se ha casado con su madre, Yocasta.

Se trata de una complicada y enrevesada historia que el público debía conocer sobradamente. Pero Sófocles debió manejar la leyenda tradicional según sus intenciones literarias; los estudiosos consideran que los aspectos que introdujo como elementos nuevos en el mito fueron:

-elige el punto culminante de este mito, cuando Edipo, ya siendo rey de Tebas, está a punto de descubrir todo su triste pasado: el parricidio y el matrimonio con su madre,

-hace que Edipo se castigue a sí mismo, y que Yocasta se suicide al descubrir el incesto, y

-cuenta la historia como una investigación personal del personaje sobre su pasado.

La leyenda inspiró a Sigmund Freud su teoría del complejo de Edipo o conjunto de emociones, actitudes y conductas que reflejan en el sujeto la atracción hacia el progenitor del sexo opuesto y la rivalidad, odio y celos hacia aquel del mismo sexo. Se trata de un fenómeno presente en la experiencia de los seres humanos, y cuya resolución trae consigo principalmente la identificación con el padre del mismo sexo, la búsqueda del compañero sexual del sexo opuesto fuera del círculo familiar y la instauración de la instancia moral en el psiquismo (superyó). El complejo de Edipo se hace presente en el niño desde muy temprano, y al mismo tiempo éste empieza a modificarlo y a construir su superyó.

B) RECONOCIMIENTO O ANAGNÓRISIS es “un cambio de la ignorancia al conocimiento, que conduce a la amistad o al odio, de los personas destinadas a la dicha o al infortununio”. El reconocimiento más hermoso tiene lugar a la vez que la peripecia, como sucede en el Edipo.(ARISTÓTELES, Poética, 2009, pág. 60)

C) PADECIMIENTO O LANCE PATÉTICO: es una acción destructora o dolorosa que anuncia la muerte en sí, ya sea en escena (algo infrecuente en la tragedia griega), ya sea a la luz pública, los dolores agudos, las heridas y demás cosas semejantes.

Los cambios de las personas se parecen a los cambios de los personajes de las obras literarias y cinematográficas, afirma Valbuena de la Fuente (ibídem, 2006, pág. 46). Además nos dice que Berne (muy aficionado a los clásicos y a la Mitología) lo primero que hizo fue sintetizar las regularidades que observaba en esos cambios.

El profesor Valbuena, siguiendo la doctrina de los Tres Géneros de Materialidad , de Gustavo Bueno Martínez, quien en el contexto de la lógica de las ciencias humanas” nos ofrece una teoría materialista (no holista) de la identidad como fundamento de una nueva Lógica, afirma que en el progressus es donde los seres del mundo aparecen organizados en géneros, en tres géneros ontológicos-especiales de materialidad , a saber:

M1 o conjunto de objetos corpóreos, de “bultos”, de objetividades extensivas;

M2 o conjunto de materialidades de naturaleza subjetiva (dolores lumbares, vivencias: sentimientos de placer, de dolor, de alegría, de tristezas, etc.), dadas en el “fuero interno”. No en vano el cerebro depende del oxígeno para quemar la glucosa que le proporciona la energía. Es tan dependiente de la glucosa que no trabaja bien si se la suprime. La glucosa es el combustible del cerebro. Gasta mucho, porque el cerebro, que apenas supone el 2% de nuestro peso, consume el 20 % del oxígeno que necesitamos. ¡Una desproporción!, con la finalidad de establecer las conexiones neuronales que nos permiten percibir y analizar la información que recibimos y la que ya tenemos y en generar respuestas apropiadas. Una parte de lo que percibimos proviene, a través de nuestros sentidos, de lo que nos rodea y la otra, quizás mayor, de nuestro propio cerebro .

M3 o conjunto de relaciones materiales de naturaleza “ideal” o “esencial”, no propiamente subjetivas, aunque tampoco corpóreas, pero sí objetivas.

Es posible que la percepción que tenemos del universo no sea una ilusión, pero tampoco es un dislate pensar que la ciencia no es tan objetiva como parece y como a veces se le atribuye.
Para el profesor Valbuena de la Fuente, siguiendo la doctrina de los tres Géneros de Materialidad de Gustavo Bueno, Berne efectuó un regressus y así advirtió que:

1º. Hay momentos en que las personas comprueban la realidad y estiman racionalmente las probabilidades para acabar decidiéndose a hacer determinadas cosas y no otras. Ej.: El Sr. Segundo sabía manejar grandes sumas de dinero y aumentarlo, lo cual demostraba que sabía calcular muy bien las probabilidades y decidía invertir en unos fondos y no en otros. ----Adulto

2º. En otras ocasiones las personas actuaban como si estuvieran dominadas por un pensamiento autista, y por miedos y expectativas arcaicas. Ej.: El Sr. Segundo, que también sabía hacer dinero, se dedicaba a hacer lo que le daba la gana cuando se refugiaba en una cabaña en las montañas; también robaba chicle. ---- Niño

3º. Las personas muestran que muchas veces se comportan según unas pautas que han recibido en su vida familiar, en el colegio, en el grupo de amigos o viendo la televisión. El Sr. Segundo era un conocido abogado que atendía muy bien a su familia, se ocupaba de obras de bien en su comunidad y era socialmente popular. ---- Padre

Ante estas regularidades que observaba en el trato con personas y grupos, Berne llegó a suponer la existencia de tres órganos psíquicos:

a) Una NEOPSIQUIS ---- A
b) Una ARQUEOPSIQUIS ---- N
c) Una EXTEROPSIQUIS ----P

Sin embargo, Berne siempre se empeñó en simplificar el lenguaje para facilitar la comunicación con y entre el mayor número de personas posibles. Así llamó Adulto, Niño y Padre a las manifestaciones fenomenológicas y operaciones de esos tres órganos psíquicos. En uno de los Capítulos de su obra Psicoanálisis y el Análisis Transaccional (Berne, 1983, págs. 327-341) compara y contrasta sus Tres Estados del Ego con los conceptos de Superego, Ego e Id de Freud, anticipándose así a las objeciones de los lectores sobre la adaptación de los tres mencionados conceptos de Freud. En psicoanálisis, el inconsciente es un lugar desconocido para la conciencia: “otra escena”.

En la primera concepción tópica, denominada primera tópica freudiana (1900-1920), Freud distinguió el inconsciente, el preconsciente y el consciente. En la segunda concepción, o segunda tópica (1920-1939), hizo intervenir tres instancias o lugares: el ello, el yo y el superyó.

El INCONSCIENTE (Ics) constituye una instancia o un sistema de contenidos reprimidos que se sustraen a las otras instancias: el preconsciente y el consciente (Pcs – Cs). En la segunda tópica no es ya una instancia, sino una característica del ello y, en gran medida, del yo y el superyó.
Freud no descubrió el inconsciente ni la palabra para definirlo, pero lo convirtió en un concepto principalmente de su doctrina dotándolo de un significado muy diferente. Inconsciente ya no es una “supraconciencia” o un “subconsciente”, situado más allá o más acá del consciente; lo convierte en una instancia a la cual la conciencia no tiene acceso, pero que se le revela en los sueños, los lapsus, los juegos de palabras, los actos fallidos, etc.

El PRECONSCIENTE, para Freud, designa una de las tres instancias de su primera tópica. Como adjetivo, califica los contenidos de esa instancia o sistema que, aunque no están presentes en la conciencia, son accesibles para ella, a diferencia de los contenidos del sistema inconsciente.

El CONSCIENTE: como sustantivo, indica la localización de ciertos procesos constitutivos del funcionamiento del aparato psíquico. Y como adjetivo, califica un estado psíquico.

En la segunda tópica freudiana
ELLO: designa una de las tres instancias de la personalidad, junto al yo y el superyó. El ello es concebido como un conjunto de contenidos de naturaleza pulsional y de tipo inconsciente. Freud introdujo por primera vez esta palabra en su ensayo El yo y el ello, insistiendo en lo bien fundado de la acepción que hizo su introductor del término: una vivencia pasiva del individuo confrontado con fuerzas desconocidas e imposibles de dominar.
A partir de 1915, Freud llega a la conclusión de que grandes partes del yo y el superyó son inconscientes. Por eso introduce el ello para designar el inconsciente, considerado como un receptáculo pulsional desordenado, semejante a un verdadero caos, lugar de “pasiones indómitas” que, sin la intervención del yo, sería un juguete de sus deseos pulsionales. Convierte al ELLO en sede de la pulsión de la vida y de la pulsión de la muerte.

SUPERYÓ: según Freud, designa una de las tres instancias de la segunda tópica, junto al yo y el ello. Hunde sus raíces en el ello y, de un modo despiadado, actúa como juez y censor del yo.
En su texto de 1924 sobre la economía del masoquismo, Freud declara: “El imperativo categórico de Kant es [...] el heredero directo del complejo de Edipo”.

Al descubrir Freud una parte inconsciente del yo, distinta del yo consciente, considera que su objeto es observar y juzgar al yo consciente. Así el superyó lo llenó de una instancia de vigilancia y juicio del yo inconsciente, albergando también la autoridad parental que dirige la infancia en la que se alternan las pruebas de amor y los castigos (generadores de angustia); cuando el niño renuncia a a satisfacción edípica, interioriza también la prohibiciones externas y el superyó reemplaza o sustituye a la instancia parental por medio de una identificación

El Primer Género de Materialidad de los Estados del Ego

Aristóteles, en su Poética, nos dice que el segundo elemento de la trama de una tragedia es la anagnórisis o reconocimiento, y distingue seis tipos:
a) Por signos, indicios, señales y símbolos,
b) los que efectúa directamente el autor,
c) por recuerdo,
d) por argumentación,
e) por inferencia falsa o paralogismo , y
f) por la naturaleza misma de los incidentes

Toda la obra de Berne y el libro de Darwin, La expresión de las emociones en el hombre y en los animales faciales, se pueden leer desde el enfoque del Materialismo Filosófico de Gustavo Bueno Martínez.

Para reconocer el Estado del Ego de una persona en un momento dado, Berne atiende a cuatro vías de entrada:
1ª. La conducta ---- Se corresponde con el reconocimiento por signos, indicios, señales y símbolos de Aristóteles.
2ª. El efecto que el sujeto produce en los demás, es decir, los Estados del Ego que suscita en quienes le rodean, ---- el reconocimiento por la naturaleza misma de los incidentes de Aristóteles.
3ª. La investigación del pasado ---- el reconocimiento por el recuerdo de Aristóteles.
4ª. La experiencia interna ---- el reconocimiento por argumentación de Aristóteles.
Los reconocimientos que efectúa directamente el autor ---- con los del psicólogo, psiquiatra o comunicador experto; los tres pueden minutar, aunque también pueden hacerlos una persona desinteresada.
El reconocimiento por inferencia falsa ---- se da en todos aquellos incidentes en los que el comunicador llega a una conclusión falsa. Ej. de Aristóteles: “Puesto que, después de haber llovido, la tierra está mojada, cuando vemos que la tierra está mojada, sacamos la conclusión de que ha llovido”. Esta conclusión puede ser falsa.
Desde el punto de vista de los Tres Géneros de Materialidad, Gustavo Bueno entiende la materia:

M1 = “En el Primer Género de Materialidad, se disponen todas las realidades exteriores a nuestra conciencia y ciertas propiedades que van ligadas a los cuerpos, y que se manifiestan como objetivas a la percepción” (cfr. VALBUENA DE LA FUENTE, F., 2006, pág. 48).
Se puede observar que sólo entran en este Primer Género de Materialidad el reconocimiento por la conducta y por el efecto que el sujeto causa a los demás. Se incluye también el Principio del Rostro Plástico.
El Segundo Género de Materialidad de los Estados del Ego
M2 = “El Segundo Género de Materialidad (M2) acoge a todos los procesos procesos reales, dados antes en una dimensión temporal que espacial, dados en el mundo como “interioridad”: las vivencias de la experiencia interna en su dimensión, precisamente interna. Por ej. los “ensueños ” […]” (VALBUENA DE LA FUENTE, F., 2006, PÁG. 50). Epistemológicamente , los contenidos de M2 se clasifican en:
1) Las vivencias de la experiencia interna inmediata de cada cual: sensaciones cenestésicas , emociones…La estructura de esta experiencia es puntual, debe ser pensada como acontecimiento en el “fuero interno” de cada organismo dotado de sistema nervioso. El dolor de apendicitis es tan material como el propio intestino.
2) Los contenidos que se presentan como propios de la experiencia ajena (animal o humana), en tanto que sobreentendida como interioridad: el dolor que una herida le produce a un perro.
La realidad de los contenidos de M2 es tan efectiva, aunque INVISIBLE, como pueda serle la M1. Así pues, pertenecen a este segundo género las vías tercera y cuarta de Berne: la investigación del pasado y la experiencia interna. También el Principio del Yo Móvil.

El tercer género de materialidad de los Estados del Ego

“Denotamos con la expresión Tercer Género de Materialidad (M3) a objetos abstractos (no exteriores, pero tampoco interiores), tales como: espacio proyectivo reglado, rectas paralelas, conjunto infinito de números primos, “Langue” de Saussure, relaciones morales, identidades sintéticas, que propiamente no se incluyen en un lugar o tiempo propio…Suponemos, desde luego, que los contenidos del tercer género, aunque sean intemporales e inespaciales, no por ello están “fuera” del espacio y del tiempo…”.

Los Análisis Estructural y Funcional de Primer Orden o Primera Instancia dejaban números aspectos de la personalidad que no a los que no se llegaba con la profundidad necesaria; por esto Berne, después de analizar a muy diversas personas, amplió su análisis al darse cuenta que cualquiera que funcione como Adulto, además de percibir por separados los tres Estados de la Ego (círculos: P, A, N), (sin que ninguno invada el estado del otro o que se dé cuenta de cuándo un círculo se introduce en el otro), tendría que manifestar idealmente:

a) Responsabilidad ética y moral----EXTEREOPSIQUIS----P2----ETHOS

b) Procesamiento de datos objetivos ----NEOPSIQUIS ---- A2 ----LOGOS

c) Atractivo personal y simpatía ---- ARQUEOPSIQUIS ----N2 ----PATHOS


Berne nos va ofreciendo planos de la personalidad y los va complicando, según el nivel de profundidad; es decir, según lo que estemos dispuestos a recordar. Y para ese trabajo de ANAMNESIS*, necesitamos los TESTIMONIOS (TESTES) de otros y los escritos de otras personas (PRAEJUDICIA).

Prescindiendo del perspectivismo de la novela de Cervantes, al analizar a Don Quijote, expondré los estados del ego de donde brotan sus ideas sobre las armas y las letras, las transacciones que emplea y con quién o quiénes, los juegos en los que participa y el guión de vida que proyecta a lo largo de la narración. Los enunciados del discurso serán la base de este análisis y los iré seleccionando con coherencia y cohesión al hilo de las exposiciones y argumentaciones.

Trataré de adentrarme en el psiquismo del autor a través de Don Quijote siguiendo el análisis transaccional que propuso Eric Berne , pues con él se ha evidenciado que los cambios de las personas se parecen a los cambios de los personajes en las obras literarias y cinematográficas; procuraré que la intuición como fuente de conocimiento, ese saber sin saber que se sabe, y el método heurístico me acompañen por ese recorrido intentando comprender mejor las relaciones humanas que Cervantes dejó establecidas, tanto las intratextuales como las extratextuales.
Descontento y con razón de su propio mundo, como tantos otros hidalgos, a Alonso Quijano el Bueno le da por creer que ha de salir de su aldea

“En efecto, rematado ya su juicio, vino a dar con el más estraño pensamiento que jamás dio en el mundo, y fue que pareció conveniente y necesario, así para el aumento de su honra como para el servicio de su república, hacerse caballero andante e irse por todo el mundo con sus armas y caballo a buscar las aventuras y a ejercitarse en todo aquello que él había leído que los caballeros andantes se ejercitaban, deshaciendo todo género de agravio, y poniéndose en ocasiones y peligros donde, acabándolos, cobrase eterno nombre y fama”
(Quijote, I, I, págs.. 43-44)

Al estar él aparentemente loco desde el comienzo de la novela, como resultado de una lectura desaforada de los libros de caballerías, sus propias aventuras sólo podrán ser auténticos disparates, ya que las emprenderá inspirado en estos libros, cuyos personajes son falsos héroes confrontados con situaciones totalmente inverosímiles. Sin embargo, la principal motivación de nuestro personaje se va a situar en lo más alto de la Pirámide de Maslow**, la necesidad de ser, de autoestima.

Don Quijote se nos aparece en la novela como un personaje concreto, de carne y hueso,

“Frisaba la edad de nuestro hidalgo con los cincuenta años. Era de complexión recia, seco de carnes, enjuto de rostro, gran madrugador y amigo de la caza. Quieren decir que tenía el sobrenombre de “Quijada” o “Quesada”, que en esto hay algunas diferencias en los autores que deste caso escriben, aunque por conjeturas virisímiles se deja entender que se llamaba “Quijana, Pero esto importa poco a nuestro cuento: baste que en la narración dél no se salga un punto de la verdad”
(Quijote, I, I, pág. 39)

nada abstracto, dotado por su creador de una individualidad y de una existencia personalísima; sin embargo, si la hondura de los grandes mitos literarios puede medirse por la universalidad de su significado (Don Juan, amor; Fausto, poder; Otelo, celos; Shirlock, avaricia), ninguno tan profundo y universal como el que guarda Don Quijote y, sin duda, Sancho, tan de carne y hueso y tan humano como su señor Don Quijote.

Alonso de Quijano el Bueno, aparentemente loco o rematadamente loco, como piensan otros, muestra un dominio sin igual de los juegos en los que participa y nos hace participar a sus lectores, con independencia de los resultados, que aunque no le reporten siempre una ganancia para él, le queda la seguridad y la satisfacción de que ha jugado para obtener unos objetivos desinteresados; de ahí que casi siempre se nos presente como un aparente perdedor de sus propios juegos, pues sus fines no consisten en obtener necesidades básicas, sino satisfacer sus necesidades de ser.

Los juegos o serie de transacciones ulteriores, de naturaleza repetitiva, con un truco, que conducen a un final definido. Como conciliación ulterior, significa que el jugador agente finge hacer una cosa mientras en realidad está haciendo otra. Todos los juegos implican un timo. Un timo sólo da resultado si el jugador agente puede “coger o engañar o atrapar”, en alguna debilidad, al jugador paciente, el que tiene que responder: miedo, codicia, irritabilidad, sentimentalismo… El jugador agente, una vez que ha enganchado al jugador paciente, el que sufre la acción y tiene que responder, acciona alguna clase de interruptor para recibir el pago. Seguramente viene un momento de confusión mientras el jugador paciente trata de entender lo que ha pasado. Al final, los dos jugadores cobran sus recompensas, sus pagas, y el juego ha terminado, porque el pago es mutuo y consiste en los sentimientos que el juego provoca en el jugador agente y el paciente. El juego responde a la siguiente fórmula:
C+ME=R----C---C---V o P
(VALBUENA, ibídem, 2006, págs.163 y ss.)

Todo lo que significa Don Quijote emana de esa inigualable sensación de vida verdadera, de ese vivir dramáticamente la angustia como una exigencia de cada momento, de esa cambiante vitalidad, razón última de todos los actos y palabras; nada hay más diferente con la rígida inmovilidad del símbolo o del arquetipo, aunque Don Quijote también lo sea.

Bajo la máscara de don Quijote, se esconde sin duda, su autor, el mismo Cervantes, que en el modelo de las ventanas de Johari, considerada también en su conjunto como una ventana de comunicación a través de la cual se dan informaciones sobre uno mismo y sobre los demás, esa máscara de Don Quijote ocuparía el cuadrante C3, modificado ampliamente en el interior de la venta, donde se guarda lo que Cervantes vela de sí (área oculta o privada) y lo que sus lectores no sabíamos de él porque, sin duda alguna, el autor nos ofrece muchas anécdotas autobiográficas a lo largo de la novela (aunque enmascaradas) y, sobre todo, una parte muy importante de su pensamiento y cultura.

Se ha dicho, por ejemplo, que el panegírico que Cervantes hace del alcahuete en el episodio de los galeotes (Quijote, I, XXII, pág. 262) algo se relaciona con sus andanzas por Valladolid, o que el fascinante personaje Ginés de Pasamonte, uno de los galeotes invocado también como Ginesillo de Parapilla o como mismo Don Quijote le increpa: “Ginesillo de Paropillo o como os llaméis”. Este personaje es uno de los que más obsesivamente persiguieron a Cervantes tanto en la elaboración de la primera parte como en la gestación y desarrollo de la segunda. Martín de Riquer asegura que es uno de los pocos protagonistas tomados de la realidad. Y le hará aparecer por cuarta vez en varios capítulos de la segunda parte (II, XXV, XXVI y XXVII), bajo el nombre de maese Pedro, disfrazado de titiritero, dueño del retablo de Melisendra y haciéndose acompañar de un mono adivino. Martín de Riquer (1965, 1988) lanza la hipótesis de que bajo la identidad de Ginés de Pasamonte se oculta la persona del aragonés Jerónimo de Pasamonte, compañero de armas de Miguel de Cervantes desde agosto de 1571 a octubre de 1573 en las campañas del Mediterráneo (Lepanto, Navarino, conquista de Túnez); además los dos sufrieron cautiverio, cinco años Cervantes, dieciocho meses Jerónimo de Pasamonte; tras el cautiverio, los dos solicitaron puestos en la corte . El filólogo catalán atribuirá a Jerónimo de Pasamonte la autoría de la segunda parte apócrifa de las aventuras del caballero de La Mancha (1614), firmada por su autor bajo el seudónimo de Alonso Fernández de Avellaneda. Fuere o no fuere así, las argucias, los enredos y, en fin, los misterios de Ginés de Pasamonte ocupan un lugar preeminente en la revisión de la obra cervantina.

Pero sigamos con el personaje. De la profunda humanidad de Don Quijote provienen las “rectificaciones” de los personajes, atribuidas por algunos al autor, pero que, en todo caso, son indecisiones y dudas íntimas de aquéllos, diversos movimientos de su ánimo en torno a la quimera central, que bien podríamos relacionar con los ingredientes que Berne distingue para comprender los cambios de los personajes en las obras literarias: el Yo Padre (P) o extereopsiquis (es lo aprendido), el Yo Adulto (A) o neopsiquis (es lo pensado; lo razonado) y el Yo Niño (N) o arqueopsiquis (es lo sentido; lo imaginado, lo espontáneo, lo creativo, lo biogenético).

Lo primero que hizo Berne fue sintetizar las regularidades que observaba en los cambios (VALBUENA , pág. 10 y ss.) y así descubrió que:

“Hay momentos en que las personas comprueban la realidad y estiman racionalmente las probabilidades para acabar decidiéndose a hacer determinadas cosas y no otras.
En otras ocasiones, las personas obran como si estuvieran dominadas por un pensamiento autista, y por miedos y expectativas arcaicas.
Las personas muestran que muchas veces se comportan según unas pautas que han recibido en su vida familiar, en el Colegio, en el grupo de amigos o viendo la televisión.”

En Berne todo esto puede explicar, en un personaje de ficción, o no, cuando un Estado del Ego predomina sobre los otros y que “rectificaciones” puede ocasionar, lo que se ha dado en llamar los viajes de P-A-N:
Viajes P-A-N de los personajes o viajes de los estados del ego
El Adulto puede siempre observar a los otros dos Estados y aquí está la raíz de la Comunicación Intrapersonal, y posiblemente el éxito de la C. Interpersonal. Los viajes por los tres Estados pueden seguir los siguientes modelos:
1. SEGREGACIÓN: hay personas que tienen separados los Tres Estados del Ego pero no son conscientes del funcionamiento de su psiquismo en las relaciones sociales. Funcionan de una manera relativamente estable.
2. EXCLUSIÓN: se caracteriza por una actitud estereotipada y rígida, predecible, que se mantiene constante ante cualquier situación amenazante. Para que haya cambio de Estado, las fronteras entre uno y otros han de ser permeables. Así el Padre excluyente llena de prohibiciones al Adulto y al Niño -síndrome de la mentalidad de grupo: Testigos de Jehová. Exclusión escritos anteriores presidentes y gran cantidad de prohibiciones. El Adulto Excluyente es muy eficaz al planificar y manejar cifras y resolver problemas como un buen tecnócrata. Sin embargo, es persona muy aburrida y falta de emotividad. El Niño Excluyente es buen humorista y sabotea cualquier esfuerzo a la hora de trabajar con valores. El Padre y el Adulto Excluyentes suelen ser blanco de los humoristas. Los Niños excluyentes tb son blanco de algunas obras dramáticas, “con tesis”, para demostrar que la irresponsabilidad puede traer consecuencias trágicas (VALBUENA, 2006: 60).
3. CONTAMINACIÓN: La contaminación del Adulto por el Padre es el PREJUICIO y el ENGAÑO, en general. La persona no critica las verdades absolutas del Padre. La contaminación del Adulto por el Niño puede sufrir dos variantes: ILUSIONES (si ocurriera que…., entonces…; en general, las ilusiones muy a menudo son dañinas; se debe atender a las informaciones reales.) Y ALUCINACIONES (grabaciones de experiencias externas en las que el Niño vivió una baja autoestima; observar los sentimientos falsos y arrancarlos). Cuando el Adulto está contaminado por el Padre con Niño excluido, la persona está dominada por los deberes que el Padre le transmitió, se sufre una superidentificación con el trabajo; no ha aprendido a divertirse y la vida familiar y social sufren serios peligros. Cuando el Adulto está contaminado por el Niño con Padre excluido, la persona en cuestión prescinde de las normas éticas y morales, excluyendo así lo positivo y lo negativo de un comportamiento equilibrado; el individuo se puede convertir en un manipulador y llegar hasta el homicidio con tal de lograr sus fines. Carencia de sentimientos de culpa, remordimiento y vergüenza;

o cuando habla de la inversión de energía psíquica (catexis ) en la conducta o del Principio del Yo Móvil o el sentimiento del Yo, que es independiente de las demás propiedades de los Estados de Ego. Berne relaciona la creatividad sobre todo con los estados del Yo Niño (N) aunque también con el estado del Yo Adulto (A) y con los estados del Yo Padre (P).
Berne utiliza dos Paradigmas para explicar cuándo un Estado del Ego
predomina sobre los demás, a saber:

a) El Paradigma de la Mecánica Clásica:
Para Berne, CATEXIS es la inversión de energía psíquica en un determinado estado del ego. El profesor Valbuena cita la analogía que pone Berne, la del mono; de ahí surgen:
Catexis atada --- energía potencial: mono en el árbol.
Catexis desatada --- energía cinética: mono caído al suelo.
Catexis libre --- energía muscular: mono saltando.
La catexis activa = catexis desatada+catexis libre ---energía activa=
e. cinética + e. muscular.

Catexis y Energía Psíquica son dos de los asuntos más oscuros sobre los que Freud escribió. En principio, CATEXIS es un término del psicoanálisis que indica una inversión consciente o inconsciente de energía psíquica en una idea, objeto o persona, frente a ACATEXIS O DESCATEXIS, que significa falta de sentimientos relacionados con un asunto emocionalmente cargado; en psicoanálisis, denota el desapego o la transferencia de emociones e ideas.
Principio del Yo Móvil: El sentimiento del Yo es independiente de las demás propiedades de los Estados del Ego o de lo que está haciendo o experimentando el Estado del Ego. Es como una carga de electricidad: libre de saltar de un condensador a otro, independientemente de para qué se usen los condensadores. El sentimiento del Yo implica la “cataxis libre”.
b) El paradigma del sistema político:
Un Estado del Ego se hace con el poder ejecutivo, durante más o menos un tiempo, y domina a toda la persona. Ese poder ejecutivo se instalará en aquel Estado del Ego que invierte más “energía activa” (energía cinética + energía muscular).


Cuando los gigantes se vuelven molinos de viento, Don Quijote explica la transfiguración en una frase admirable con la que la voluntad impone como verdad lo que ocurre a la inteligencia como mera conjetura:

“Calla, amigo Sancho –responde Don Quijote-, que las cosas de la guerra, más que otras, están sujetas a continua mudanza; cuanto más que yo pienso, y es así verdad, que aquel sabio Fristón, que me robó el aposento y los libros, ha vuelto estos gigantes en molinos por quitarme la gloria de su vencimiento”.

Predominio de la arqueopsiquis en don Quijote; su percepción del mundo se ha hecho delirio, ilusión. Aquí cabría preguntarse, ¿son los viajes de P-A-N una fluctuación de don Quijote, o lo es de Cervantes?

Poco después, en la aventura del vizcaíno, dice don Quijote:

“O yo me engaño, o esta ha de ser la más famosa aventura que se haya visto porque aquellos bultos negros que allí parecen deben de ser, y son sin duda, algunos encantadores que llevan hurtada alguna princesa en aquel coche…”

Ante estas palabras, comenta Madariaga:

“Así salta Don Quijote al cuello de la realidad para no dar tiempo a que la realidad le desmienta, con esa rapidez que es la inquietud de los hombres de acción. Pues, aunque loco, era padre de su propia quimera, y no podía matar en su ser la voz que le decía que todo era ilusión. De aquí su ansiedad en acogerse a todo lo que confirmase su fe.”

Cuando Unamuno advierte sagazmente la profunda penetración que la realidad quijotesca alcanza en el ánimo de Sancho, nos recuerda a lo que se refiere Berne cuando habla del Pequeño Profesor (el Adulto en el Niño). De ahí la forma ondulante, de avances y retrocesos, de afirmación y negación, en que se produce la conquista quijotesca del materialismo sanchopancista, es decir, el triunfo del idealismo de don Quijote en su escudero. Los viajes de P-A-N en Sancho Panza vienen motivados por esos intercambios de estímulos y respuestas (transacciones) que emergen y se dirigen dialógicamente los dos personajes influyéndose y contaminándose recíprocamente. Porque no cabe duda del proceso de sanchificación de don Quijote.

Sutilmente va tejiendo Cervantes este delicado fluir de incertidumbres, ese cambio de sus entes de ficción, con un ascenso imparable (progessus) de la confianza del hidalgo hasta el comienzo de la segunda parte; pero esa fe íntima de don Quijote, nunca estuvo limpia de dudas por el Adulto, la neopsiquis, el logos (concepto de lo pensado, en palabras del profesor Valbuena) de don Quijote, pues no deja de contaminar al Niño, la arquopsiquis o el pathos (concepto de lo sentido), o incluso las propias influencias del Padre sobre el Adulto, ya que este no es capaz de criticar las verdades absolutas que le imponen las interpretaciones del Romancero y los Libros de Caballerías, auténticos tiranos de la personalidad de Don Quijote.

Muy adentro de la segunda parte, ante la evidencia de aquel solemne ceremonial con que le reciben los duques, don Quijote se siente plenamente don Quijote, ya está seguro de sí mismo. El engaño se ha encarnado; la tiranía del Padre (Romancero y Novelas de Caballerías) lo han transfigurado y Cervantes narrador comenta: “Y aquel fue el primer día que de todo en todo conoció y creyó ser caballero andante verdadero, y no fantástico”. Los sueños del Niño (N) se han hecho realidad con la doble contaminación en el Adulto (A), la del primero y la del Padre (P), al comportarse don Quijote como le enseñan los libros de caballerías, aquellos que fueron censurados y desacreditados por perniciosos y que fueron enjuiciados así por una parte cualificada de filósofos y moralistas de la talla de Juan Luis Vives, Antonio de Guevara, Juan de Valdés... aquellos nocivos engendros, enemigos de la verdad y de la historia, alentaban la ociosidad y podían llevar a gentes de buena fe, como Alonso Quijano el Bueno, a la locura.

Don Quijote, allá en lo íntimo, sentía frecuentes y crueles dudas sobre sus credenciales de caballero andante y éste es, sin duda, uno de los más oscuros entresijos de su espíritu. Berne, para este análisis, nos brinda planos de la personalidad y los va complicando, según el nivel de profundidad; es decir, según lo que estemos dispuestos a llegar en los recuerdos y en la historia, pero esa ya es harina de otro costal.
A.T.T.

Notas:

* Según el D.R.A.E., anamnesis (del gr. ἀνάμνησις, recuerdo).
1. f. Med. Conjunto de los datos clínicos relevantes y otros del historial de un paciente.
2. f. reminiscencia (‖ representación o traída a la memoria de algo pasado).
Este término fue acuñado por Platón como recuerdo, en el sentido de “el saber como un recordar” o como “diálogo del alma consigo misma”. El materialismo filosófico de Bueno incorpora el término en el sentido epicúreo, esto es, correlativo a PROLEPSIS (“anticipación, proyecto, programa, plan”. Según el D.R.A.E., prolepsis (del gr. πρόληψις).
1. f. Fil. En la doctrina de los epicúreos y los estoicos, conocimiento anticipado de algo.
2. f. Ret. Figura de dicción en que anticipa el autor la objeción que pudiera hacerse.
Anamnesis nos remite a la presencia de formas o modelos ya realizados (pasados, en este sentido; el pasado siempre es retrospección, “un mirar hacia atrás “< del lat. retrospicĕre, por medio de los cuales podemos entender lo proyectado, lo planificado (las prolepsis) en cuanto anticipación como efecto INELUDIBLE de la anamnesis, más que como un acto creador (“mitopoiético). “Ninguna ciencia puede plantear sus prolepsis “saltando más allá” de las anamnesis que su historia o el estado del mundo precursor o presente pueda proporcionarle.” (Bueno, 1993: 159). Cfr. Valbuena, 2006: 70).
Aristóteles distinguió entre argumentos retóricos artísticos e inartísticos. Dentro de los primeros distingue tres especies: los que se fijan en el carácter del que habla: la persuasión está en función de la probidad y del carácter del que habla; los que se establecen al fijarse en los oyentes: cuantos estos son arrastrados a una pasión: amor, odio, etc.; los establecidos por los discursos mismos: coherencia, verdad, argumentaciones persuasivas, etc.
Aristóteles presta poco atención a los discursos inartísticos. Valbuena dice que los discursos inartísticos encierran mucha información y, a diferencia de los artísticos, no los inventamos ni disponemos de un método para su elaboración. Loa Argumentos Inartísticos son aquellos que nos encontramos, los preexistentes y de los que nos servimos para constituir el discurso: los testigos, confesiones, documentos, etc. Cita Valbuena a Heinrich Lausberg (Elementos de Retórica Literaria, obra inspirada en las Instituciones Oratoriae, de Quintiliano); en ella Lausberg detalla las pruebas inartísticas destacando los PRAEJUDICIA (medios de prueba) y las declaraciones de los TESTES(< del latín testis, -is, “testigo”; testor, -ari, -atus sum, “declarar como testigo, atestiguar, manifestar, declarar”).

** La Pirámide de Maslow es una teoría psicológica sobre la motivación humana desarrollada en 1943 por Abraham Maslow (psicólogo humanista estadounidense, 1 de Abril de 1908 – 8 de Junio de 1970). Maslow formuló una jerarquía de necesidades humanas defendiendo la teoría de que conforme se satisfacen las necesidades básicas, las personas desarrollan necesidades y deseos más altos.
La pirámide consta de cinco niveles, los cuatro primeros son considerados como necesidades del déficit (deficit needs), mientras que el nivel superior se refiere a la necesidad del ser (being needs):
Necesidades fisiológicas básicas. Son necesidades fisiológicas básicas para mantener la homeostasis (tendencia de un organismo a mantener una estabilidad interna o equilibrio orgánico), como respirar, beber, dormir, comer, liberar desechos corporales o mantener relaciones sexuales.
Necesidades de la seguridad. Surgen de la necesidad de que la persona se sienta segura y protegida. Se distinguen los siguientes tipos de seguridad: física, de empleo, de ingresos y recursos, moral y fisiológica, familiar, de salud, contra el crimen de la propiedad personal, y de estima.
Necesidades de aceptación social. Están relacionadas con el desarrollo afectivo del individuo, son necesidades como la pertenencia a un grupo, la amistad, el afecto o el amor.
Necesidades de autoestima. Se refiere a la valoración de uno mismo otorgada por otras personas.
Necesidades de autorrealización. Son las más elevadas, se hallan en la cima de la jerarquía, es la necesidad instintiva de un ser humano de hacer lo máximo que pueden dar de sí sus habilidades.
Según la teoría de Maslow, para conseguir motivar a las personas que nos rodean se debe buscar qué necesidades tienen satisfechas e intentar facilitar la consecución del escalón inmediatamente superior. En los países desarrollados las necesidades fisiológicas y de seguridad están cubiertas en la mayoría de los casos, es por eso que las empresas intentan ofrecer medios para satisfacer las necesidades de pertenencia a grupos o de prestigio social.