El sueño de la razón produce monstruos

martes, 3 de diciembre de 2013

Para acercarse a las Comedias Bárbaras de Ramón María del Valle-Inclán (IV)

La literatura viajera de los noventayochistas
Los escritores de la Generación del 98 eran intelectuales provincianos que habían venido a Madrid para conquistar la fama literaria. Azorín, del Levante; Valle-Inclán, de Galicia; Antonio Machado, de Andalucía; Baroja, de Guipuzcoa; Maeztu y Unamuno, de Vizcaya. Todos ellos idealizaron el paisaje y la historia de Castilla, identificaron a España con Castilla e inventaron una Castilla que no existía.
Entre la publicación del ensayo En torno al casticismo, de Unamuno, en 1895, y los Campos de Castilla, de Machado, en 1912, se produce un fenómeno estético-literario de gran importancia, a saber:  la aparición de la literatura viajera de los noventayochistas como contrapunto de la de la literatura de la gran cantidad de viajeros extranjeros que a lo largo del siglo XIX habían recorrido los caminos de España y, después, habían escrito deformada e incompletamente sobre lo que habían visto. Entre otros, destaca el famoso Viaje a España de Teófilo Gautier, libro que según Azorín, 4º.  y último de sus artículos de 1913, publicados en ABC, “ayudó a la juventud de 1898 a ver el paisaje de España”.
Para Martínez Cachero, J.Mª. (1995) los escritores del noventayocho, con noble afán patriótico, sienten gran suspicacia ante el testimonio que de España han ofrecido o puedan ofrecer los extranjeros que la visitan porque en sus páginas se impone el prejuicio a la observación objetiva de la realidad.
Para Azorín, “lo más hondo, lo más castizo, lo que es etéreo e impalpable, no puede ser comprendido ni hablado sino por los naturales del país” (4º. artículo de 1913).
Este postulado azoriniano se impone a todos los escritores noventayochistas como españoles y el viaje por España, el echarse a recorrer los caminos de España, va a ser regla casi general que van a seguir los integrantes mayores y menores de la generación (Luis Bello o José Mª. Salavarría) y también algunos estudiosos que pueden ser considerados afines al espíritu noventayochista como es el caso de Ramón Menéndez Pidal, viajero filológico, y de Manuel Gómez Moreno, viajero por nuestro arte.


Los escritores del 98 empiezan a viajar a principios de siglo y durante las dos primeras décadas, se produce la mayor concentración de viajes. Inicialmente esos viajes se convierten en artículos periodísticos y con el tiempo se recogen en forma de libros, cuya unidad viene impuestas por el género “viajes”, o el lugar por donde se viaja (una comarca con límites definidos), o por alguna otra característica relevante como las escuelas de Luis Bello (1872-1935), quien a partir de 1922 recorre España para informar en el diario El Sol de la situación escolar española de la época  (Martínez Cachero, J.M., ibídem, pp. 485).


Azorín viaja por la Mancha (La ruta de Don Quijote) y Andalucía (La Andalucía Trágica) en 1905; Unamuno publica en 1911 y 1922 respectivamente Por tierras de Portugal y España y Andanzas y visiones españolas, obras formadas por artículos periodísticos viajeros de años antes; en cuanto a Ciro Bayo (1859-1939),  su recorrido de 1901 y 1902 por Castilla la Nueva y Extremadura pasa en 1910 al libro El peregrino entretenido y su Lazarillo español, volumen de 1911, se refiere a las andanzas, entre 1907 y 1911, por diversas comarcas españolas.
Martínez Cachero, J.M. (ibídem, p. 486) señala que estos artículos y libros constituyen, además de testimonios informativos de primera mano, una denuncia de una situación penosa favorecida por factores culturales (el analfabetismo por ejemplo), políticos (el caciquismo en muchas regiones durante la Restauración borbónica) y religiosos (la superstición sustituyendo a la creencia viva). La realidad observada y transmitida habla con suficiente fuerza de la situación de incuria de la España de principios de siglo: despoblación del campo y el latifundio, abandono y ruina de muchas poblaciones castellanas, la insalubridad de las viviendas y la extensión de algunas enfermedades como el paludismo y la tuberculosis, el alcoholismo, la desmedida afición a los toros, la mendicidad, la desgraciada situación de la enseñanza primaria, etc.
      El Desastre del 98 incitó a los intelectuales a tomar conciencia de los males de la patria y a buscar soluciones a los problemas de España. Será una época de pesimismo ideológico que se expresará de múltiples formas. Así surge, por ejemplo, el Regeneracionismo dirigido por Joaquín Costa (1846-1911), profesor de la Institución Libre de Enseñanza.


Los escritores del noventayocho han viajado y conocido las tierras castellanas y sobre ellas han escrito mayor número de páginas que sobre ninguna otra región. Andalucía y Extremadura, las Vascongadas o Levante vienen después de Castilla pero a bastante distancia cuantitativa en cuanto a testimonios escritos; sigue, en cantidad decreciente de páginas, una tercera zona que comprende Galicia, Asturias, Cataluña y Baleares; Canarias, que solo visitarán Unamuno y Dicenta, cierran esta peculiar clasificación (Martínez Cachero, J.Mª.; 1995: 487). Joaquín Dicenta, noventayochista menor, no mostró ningún interés por Castilla. Es el autor de un libro singular titulado Mares de España (Madrid, 1913); en el cuenta sus viajes en el vapor “Felisa” por las costas de España entre 1912 y 1913.

El viaje y el viajero serán una de las  fuentes de información que tratarán de dar a conocer de forma más o menos precisa  los problemas de España y,  el medio más utilizado por muchos intelectuales preocupados por los males del país y con una fuerte conciencia crítica . Unamuno como buen viajero previene contra la demasiada comodidad en el viaje:
“Nada denuncia tanto la ordinariez de espíritu, la ramplonería y la plebeyez de alma, como el apego a la comodidad. El señor que no sabe viajar sin almohada y baño es un mentecato”.
Pero no era para tanto porque en la España de entonces los medios de locomoción eran muy rudimentarios, el ferrocarril no llegaba todavía a muchos sitios, comenzaba el uso del automóvil y a bastantes lugares sólo era posible acceder en carro, a caballo, o andando por caminos y atajos más de cabras que de personas. El viaje resultaba incómodo de necesidad, pero la llegada no lo era menos: mala comida, lecho descuidado, trato desagradable, etc.
Los viejos pueblos españoles que los noventayochista declaran amar y entre cuyos pobladores  encuentran las “viejas y plásticas palabras” con las cuales enriquecen y agudizan el idioma suelen ser, muy preferentemente lugares, gentes y voces que se corresponden geográficamente con Castilla, la Vieja y la Nueva, una Castilla a la que llegan a mitificar, y que será para ellos raíz y esencia de la patria.

Abellán, José  Luis (1979: 91) afirma que identificaron también a esa Castilla mitificada con el Imperio Español, pero esa Castilla no existía y crearon la falsa imagen de un imperialismo centralista castellano que no poco perjudicó y ha perjudicado a la propia Castilla. Al hablar de Castilla nos estamos refiriendo a toda la región central, incluyendo León, Extremadura, gran parte de Aragón y Andalucía.

Entre 1895 con la publicación del ensayo En torno al casticismo de Unamuno y 1912 , con Campos de Castilla de Antonio Machado, se crea la ya mencionada falsa imagen de ese imperialismo centralista castellano.
Los intelectuales de la época piensan que la regeneración de España tenía que empezar por Castilla. Castilla, para los hombres del 98, es el regulador de la vida nacional y defienden que no se puede conseguir que España renazca mientras Castilla siga viviendo en la miseria.

Esa gigantesca mixtificación, en palabras del profesor Abellán, la del imperio centralista castellano y la “castellanización” de la historia de España, creada por los escritores del 98, desde hace años ha entrado en un proceso de desmitificación y revisión y ha tenido y tendrá profundas repercusiones.   Baste pensar en  en la Constitución Española del 78 que reconoce las nacionalidades históricas, “pero que no las confiere a ellas ni a sus ciudadanos el derecho a optar por la secesión”, tal y como señala D. Francisco J. Laporta, catedrático de Filosofía del Derecho de la Universidad Autónoma de Madrid.





BIBLIOGRAFÍA

Abellán, José  Luis (1978): “La Guerra de Cuba y los intelectuales” en El desastre del 98, Madrid: Historia 16, pp. 90 y ss.

Alvar, Manuel (1981): “La Generación del 98" en Literatura española en imágenes, Madrid, La Muralla.

Cano, José Luis (1964): El tema de España en la poesía española contemporánea. Madrid, Revista de Occidente.

Franco, Dolores (1960): España como preocupación. Madrid, Guadarrama.

Jover Zamora, José María (1985): “La época de la Restauración. Panorama político-social, 1875-1902", en tomo VIII de la Historia de España dirigida por Manuel Tuñon de Lara. Barcelona: Labor, 2ª. reimpresión, pp. 271-414.      

Lacomba, J.A. (1972): “La preocupación por la España contemporánea” en Ensayos sobre el siglo XX español. Madrid, Cuadernos para el Diálogo.

Lamore, Jean (1978) : “De la “siempre fiel” a “our Cuban colony” en El desastre del 98, Madrid: Historia 16, pp. 81 y ss.                

Laporta, Francisco J. (1998): “Constitución, autodeterminación, secesión”. El País, lunes 26 de octubre de 1998.  



Martínez Cachero, J.Mª. (1995): “La generación del 98" en Historia de la Literatura Española, vol. III, coordinada por Jesús Menéndez Peláez. León: Everest, págs.481-520.

Pedraza Jiménez, F. B. y Rodríguez Cáceres, M. (1987): “IX. Generación de fin de siglo. Prosistas.” en Manual de literatura española, Pamplona, Cénlit.

Real Academia Española (1992): Diccionario de la Lengua Española, Madrid, Espasa-Calpe.

Rico, Francisco (1996): Mil Años de Poesía Española. Antología comentada. Barcelona, Planeta.

Río, Ángel del, y Bernadette, J. (1948): El concepto contemporáneo de España. Antología de textos. Buenos Aires, Losada.

Salinas, Pedro: Literatura española. Siglo XX. Madrid, Alianza Editorial.

Tuñon de Lara, Manuel (1978) : “Los últimos días de un Imperio”en El desastre del 98, Madrid,  Historia 16.

Tusón, V. y Carreter, F. (1992): Literatura del siglo XX. Madrid, Anaya.


Unamuno, Miguel de (1983): Niebla. Madrid, Cátedra (3ª ed. de Mario J. Valdés).

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