La
Tabla de Cebes, publicada
frecuentemente con el Manual de
Epicteto, comparte con él un lugar privilegiado y prevalente en la tradición
grecolatina occidental. Ambas se encuentran entre las obras más publicadas y
traducidas, especialmente entre los siglos XVI y XVIII, como lectura obligada
en las clases de lengua griega (enseñanza moral + brevedad y sencillez).
Además la Tabla ha sido fuente de
inspiración para grabadores y se ha reservado un papel crucial en el nacimiento
de la literatura emblemática.
Theatro moral de la Vida Humana en cien emblemas con
el Enchiridion de Epicteto y la Tabla de Cebes, philósofo platónico.
Atribuida a Cebes, hasta bien
entrado el siglo XVIII, su autoría se empieza a cuestionar: el filósofo Cebes de Tebas aparece en el Fedón y el Critón platónicos, conocido discípulo, primero, del pitagórico Filolao, y luego como perteneciente al
círculo socrático. En cambio, la Tabla menciona
a los peripatéticos (en XIII 2) y se perciben claramente huellas platónicas,
estoicas y algunos rasgos comunes con el pitagorismo.
Argumentos de carácter lingüístico,
usados desde el XIX (Drosihn, 1871; Praechter o Joly), avalan que la Tabla no corresponde a la época del
discípulo de Sócrates, Platón, sino que hay que fecharla en el siglo I d. C.
Problemas de la clasificación literaria
En
una ciudad sin nombre, ante el templo de Crono
(gr. antiguo Κρόνος, de la
primera generación de los titanes, descendientes divinos de Gea y Urano) ,
unos extraños, también sin nombre, pasean por entre las ofrendas y ven una
tabla pintada cuyo asunto no comprenden. Un anciano, también innominado, se
orece para dar una explicación. Se trata de una alegoría pictórica de la vida.
Simboliza las relaciones de los seres humanos con los vicios y las virtudes.
Entre el anciano y los presentes se desarrolla un diálogo en relación con
algunos tópicos morales propios de la literatura filosófica del siglo I d. C.
En la Tabla se mezclan tres géneros
literarios: el diálogo, la écfrasis (gr. ἔκφρασιϛ, 'explicar hasta el final') y la erotapócrisis.
La
écfrasis[i] es
"una forma de discurso descriptivo que presenta a la vista de modo vivaz
lo que manifiesta". Hay ejemplos en Homero. En la literatura de la época
imperial (gusto por la retórica), se refleja en las descripciones de las obras
de arte, de las ciudades y de los países que van ofreciendo los geógrafos. Se
trata de un uso del discurso con fines pedagógicos, ya practicado por Platón en
Leyes 785 b para presentar la ciudad ideal, y también lo hacía Cleantes, según
Cicerón (De Finibus 2, 21, 69), en
sus clases recurriendo a cuadros imaginarios para sus explicaciones. Écfrasis,
pues, es el vocablo griego que en la retórica antigua designaba cualquier tipo
de descripción vívida, aquella que tiene la capacidad de poner el objeto
descrito delante de los ojos del receptor, es decir, lo que los latinos
llamaron evidentia...[1]
La erotaprókrisis es también un
discurso con fines esencialmente didácticos y pedagógicos, en forma de
preguntas y respuestas, con el que se escriben las colecciones que se intitulan
Problemas o Cuestiones, por ejemplo,
los catecismos.
Hay acuerdo entre los estudiosos en
situar la Tabla de Cebes en el s. I
d. C.; pero en cuanto a su adscripción a una corriente filosófica, la cuestión
es problemática.
Para Wolf, muestra tendencias
estoicas; von Arnim, Praechter y Pesce defienden los planteos
socrático-cínicos; Joly, en cambio, dice que es obra de influencia
neo-pitagórica y para Fitzgerald y White, es de origen ecléctico, opinión que
apoya Schmid-Stählin, en su manual de literatura griega, cuando afirma que se
va a tratar de autores de tendencia estoica, dice que la Tabla de Cebes, además, presenta una alegoría de la vida
"según el espíritu platónico-pitagórico".
M.B. Trapp defiende que la Tabla forma parte de la alegoría moral y
cuenta entre sus conexiones con la literatura protréptica o exhortativa y con el mito
platónico de la alegoría de la Caverna.
La Tabla no es una obra maestra ni un monumento
literario; ni tampoco es original ni lo pretende. Pero posee la gracia humilde de las figurillas de
terracota, sencillas, cotidianas y entrañables sin carecer por ello de
inquietudes artísticas[2].
Bibliografía
"Tabla de Cebes" en Tabla de Cebes [.... ], Introducción, traducción y notas de Paloma
Órtiz García, Madrid, Gredos, 1995.
[i]. La pintura y la literatura tienen una filiación que se
remonta a las indagaciones de Platón en torno a lo bello y a la mímesis,
filiación cuya divisa es la frase horaciana Ut
pictŭra poĕsis ('La poesía es como
la pintura'; Horacio,
Epístola a los Pisones, 361,
traducción de Helena Valentí, Barcelona, Bosch, 1961, p.54.) y que se instrumenta en la literatura a través de la
figura de la retórica de la écfrasis, descripción vívida y detallada de objetos
y personas. La écfrasis alcanza su acmé en Metamorfosis
de Ovidio, obra que viene inspirando a plásticos, escritores y músicos. Sin
embargo, la crítica moderna restringe el uso del vocablo.
Danilo
Albero, en su trabajo, elaborado desde la perspectiva de un narrador, aporta
algunas observaciones que ayuden a recuperar el significado amplio del término
como instrumento expresivo. (Albero, D., La
écfrasis como mímesis, Universidad Nacional de San Martín, USAM, 2007)
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