El sueño de la razón produce monstruos

jueves, 5 de julio de 2012

La obra de Baltasar Gracián, el último barroco español (I)


Machiavelli

          La producción literaria de Baltasar Gracián aparece en apaenas veinte años, los que van desde que se edita El Héroe (1637) hasta la publicación de la tercera parte de El Criticón (1657).
          De la primera edición de El Héroe no se conserva ejemplar alguno.Solo nos quedan de la reedición de 1639, en Madrid, por Diego Díaz, bajo el pesudónimo de Lorenzo Gracián, nombre de uno de sus hermanos. El padre Gracián necesita licencia de los superiores de la Compañía de Jesús para poder imprimir sus obras, pero a excepción de El Comulgatorio (1665), ese pequeño requisito se lo saltó, lo que no dejó de acarrearle problemas con los jefes de su Orden y entre algunos grupos de presión de sus compañeros, especialmente los valencianos.
           Aquel libro enano pronto alcanzó gran éxito y así nos lo confirman las doce ediciones que de él se hicieron en el siglo XVII. Además se tradujo al francés (1645), al portugués (1646), al inglés (1652) y al italiano (1695).

El Héroe (1637)
         De esta obra de Baltasar Gracián, se conocen dos ediciones de ese mismo año, las dos en Huesca y bajo el pseudónimo de Lorenzo Gracián Infanzón.  La primera lleva dedicatoria a Felipe IV y aparece en el manuscrito que se conserva en la Biblioteca Nacional; y la segunda, dedicada a su amigo y mecenas don Vincencio Juan de Lastanosa, se imprime en la edición desaparecida de 1637.
            Se trata de un breve libro, dividido en veinte primores o capítulos; a pesar de su brevedad, contiene un verdadero y completo doctrinal de gobierno, al modo de los tratados que se hacen frecuentes en España a partir de 1500. La influencia de Il Principe de Niccolò di Bernardo dei Machiavelli resulta patente. Algunos críticos la consideran una réplica al tratado del escritor italiano.
            Gracián pretende lograr un dechado de hombre cabal, vencedor de sí mismo, con natural dominio sobre los demás, victorioso en todo momento, ya sea monarca, guerrero o gobernante.
            La obra, que se corresponde a su entusiasmo juvenil por lo heroico y combativo, por el triunfo y la gloria, propone, pues, un arquetipo sobrehumano y excepcional. En el texto preliminar dirigido “Al lector” escribe:
       “¡Qué singular te deseo! Emprendo formar con un libro enano un varón gigante¡, y con breves periodos, inmortales hechos; sacar un varón máximo, esto es, milagro en perfección; y ya que no por naturaleza, rey por sus prendas es ventaja.
       Formáronle prudente Séneca; sagaz, Esopo; belicoso, Homero; Aristóteles, filósofo; Tácito, político; y cortesano, el Conde[1].”
                                                                                         A.T.T.


[1]. Alude al conde Baldassare de Castiglione, autor de Il Cortegiano (1528).

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