FAUSTO I
Argumento
En el Prólogo [en el cielo][1],
mimesis del Libro de Job, Dios permite al diablo (Mefistófeles) que prueba a
Fausto. Este aparece muy anciano en su gabinete, hastiado del saber y de la
vida incluso. El toque de campanas de la Pascua de Resurrección le disuaden en
el último instante del suicidio. Tras un paseo con su criado Wagner, un perro
negro entra en su casa y se transforma en Mefistófeles, que propone a Fausto
darle la juventud, el placer y la sabiduría, pero haciéndose inmediatamente
dueño de él en el mismo momento en que sintiéndose tan dichoso pida detenerse
ese instante presente.
Firmado el pacto,
Fausto rejuvenece y Mefistófeles le lleva a una taberna donde el diablo gasta
bromas mágicas. Después conocerá
Margarita (Gretchen), a la que seduce valiéndose de joyas y dándole un
somnífero para que su madre duerma y no le impida entrar en su dormitorio.
A su salida,
Fausto topa con Valentín, hermano de Margarita, quien le reprocha haber
deshonrado a su hermana; se baten y muere Valentín. Mefistófeles arrastra a
Fausto a un aquelarre de brujas en las montañas. Más tarde Fausto ve a
Margarita entre rejas por haber matado a su madre con el somnífero, y al niño
que ha engendrado con Fausto. Fausto la llama para que le siga, saliendo
mágicamente de la cárcel, pero Margarita se detiene horrorizada. Mefistófeles
se lleva a Fausto y una voz desde el cielo grita: ¡Está salvada!
FAUSTO II
Argumento
Fausto, tras un intermedio, intenta dormirse en el campo cuando le
rodean Ariel y los elfos. La escena se traslada a un castillo imperial
medieval, en el que Mefistófeles es contratado como suplente del bufón
imperial. Mefistófeles propone arreglar la economía y propone el recurso de
emitir papel moneda sobre la garantía de unas minas imaginarias. Entonces, el
emperador nombra a Fausto y a Mefistófeles superintendentes del imperio.
Fausto promete al
emperador hacerle ver a Helena y a París, lo que consigue tras visitar las
regiones de las "Madres". Cuando aquéllas se desvanecen, Fausto se
enamora de Helena e intenta retenerla, provocando una explosión que le deja
desmayado. Mefistófeles se lo lleva a su antigua casa; allí el criado Wagner
enseña a Mefistófeles el Homúnculo, un niño producido en el laboratorio, que
acompañará a Fausto y Mefistófeles a hablar con personajes de la Antigua
Grecia.
Fausto,
considerado loco, será cuidado por la hija de Esculapio, en tanto que Helena y
las mujeres de su corte están condenadas por Menelao, pero Forkias se las lleva
al castillo medieval donde espera Fausto. Menelao las perseguirá con sus
fuerzas militares que serán derrotadas por el ejército de Fausto, quien se
lleva a Helena a un región paradisíaca. De su unión nace Euforión, que morirá
voluntariamente; Helena también desaparece, dejando solo sus vestidos que
transportan a Fausto por los aires hasta llegar a una nueva región donde solo
realiza actividades prácticas de signo benéfico (importantes obras
públicas...).
Allí se
encuentran una pareja de ancianos que se oponen a dejar su casa para ejecutar
los grandes proyectos de Fausto: aquella casita es incendiada y los ancianos
mueren. Fausto, emperador muy anciano, recibe al Hambre, la Deuda, la Inquietud
y la Angustia, dejándole ésta ciego con su soplo. Así las cosas, Mefistófeles
manda cavar a unos lémures la fosa de Fausto, que ciego pero feliz, al soñar un
mundo mejor como posible, cae en ella y muere. Entre honores y alabanzas, su
alma es elevada al cielo, porque al fin se ha esforzado por hacer el bien.
[1]. El pasaje de Goethe imita el Libro de Job, 1, 6-12, donde Dios recibe
la visita de los ángeles y habla de su siervo Job con Satán, que pide permiso
para probarle.
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