LAS DISTINTAS CONCEPCIONES DEL TIEMPO
Filosofía china, denominación colectiva de
varias escuelas de pensamiento creadas por eruditos y pensadores chinos. La
filosofía china ha pasado por tres etapas históricas distintas: a) la etapa clásica, periodo creativo
que va desde el siglo VI hasta el II a.C. Destacan Confucio[1] y
sus discípulos posteriores, el Taoísmo[2]
y sus escuelas posteriores, la Escuela legista[3],
el Confucionismo Han[4];
b) la medieval, desde el siglo
II a.C. hasta el siglo XI d.C., periodo de síntesis y absorción del
pensamiento extranjero. Destaca el Budismo[5]
y el periodo sincrético[6]
y c) la moderna, que comprende desde el siglo XI hasta nuestros
días, tiempo de maduración de las tendencias filosóficas precedentes e
introducción de nuevas filosofías tomadas de las culturas occidentales. A
través de estas etapas, el pensamiento chino ha tendido hacia el humanismo en
vez del espiritualismo, hacia el racionalismo y no hacia el misticismo, al
sincretismo en lugar del sectarismo.
Lao Tsé[7] abandona los nombres tradicionales
de Shangti, “Soberano de lo alto”, o T‘ien, “Cielo”, y da este nuevo nombre, TAO, a su Ser Supremo. Algunos piensan que si Lao Tsé abandona
los antiguos nombres del Ser Supremo es debido a los sonidos homófonos[8]
o semejantes del TAO con la palabra DIOS en las lenguas que se derivan del
sánscrito: TOT, herméticos[9];
GOTT, germano; WOD o WOTAN, escandinavos; DEUS,
latino.
A
Carmelo Elorduy, doctor en Filosofía y Teología y gran conocedor de la lengua y
cultura China, además de colaborador en la redacción del Gran Diccionario chino-español, considera que habría bastado la
significación de NORMA o RAZÓN DE
CONDUCTA de ese carácter en la escritura china antigua y actual para
designar con él al Ser Supremo reconocido “como norma o razón de la conducta
humana”. En cualquier caso, el nombre nuevo que le impone al Ser Supremo, es
intencionado, pues con ello evita que la nueva filosofía se confunda con la
antigua ideología.
El
tratado de Lao Tsé es un tratado de perfección. Consta de ochenta y una
lecciones o esbozos de lecciones de perfección humano-divina. No distingue entre humanismo y teología. La
perfección del hombre es el Tao; unirse al Tao es la perfección máxima. La
moral, como ser, deriva del Tao. Las virtudes son destellos de las virtudes del
Tao. El Tao es el gran prototipo al que hay que descubrir e imitar.
[1]
. El más importante de aquellos
sabios fue Confucio, miembro de la
aristocracia menor y funcionario del Estado de Lu, en la actual provincia de
Shandong, que vivió entre finales del siglo V y principios del IV a.C. Fue
maestro itinerante y consejero de los soberanos de varios estados. Para
restablecer el orden y la prosperidad, abogó por la restauración del gobierno
imperial, de las organizaciones sociales y familiares y de las reglas
establecidas en la literatura clásica de principios de la dinastía Zhou. Lo más
importante en este sistema, sin embargo, era el individuo. Para Confucio cada
ser humano tiene que cultivar virtudes personales como la honestidad, el amor y
la piedad filial a través del estudio de los modelos aportados por la
literatura clásica. Esto traería la armonía a la jerarquía que conformaba la
familia, la sociedad y el Estado. Los individuos más importantes serían sus
dirigentes y consejeros, porque sus pautas de conducta virtuosa representarían
un ejemplo para los demás.
[2]
. La segunda gran filosofía
de la etapa clásica fue el taoísmo. El filósofo Lao-Tsé, que quizá vivió en el siglo VI a.C., está considerado
como el fundador de esta escuela. Mientras que el confucianismo buscaba el
pleno desarrollo de los seres humanos a través de la educación moral y el
establecimiento de una sociedad jerarquizada, el taoísmo pretendía proteger la
vida humana siguiendo el Camino de la Naturaleza (Tao) y volviendo a las
primitivas comunidades agrarias y a un gobierno que no controlara o
interfiriera en las vidas de los individuos. El taoísmo trató de llevar al
individuo a una perfecta armonía con la naturaleza a través de una unión
mística con el Tao. Este misticismo también fue seguido por Zuang-zi, filósofo taoísta de finales
del siglo IV a.C., para quien, a través de la unión mística con el Tao, el
individuo podría transcender la naturaleza e incluso la vida y la muerte.
[3]
. La escuela legista surgió como
la filosofía dominante en el reino de Qin durante los caóticos años entre los
siglos IV y III a.C. Dos discípulos de Xun-zi, Han Fei y Li Su, fueron, respectivamente, su principal
filósofo y la persona que puso en práctica el legismo. Fundamentaron sus ideas
en las enseñanzas de Xun-zi cuando
sostenía que la naturaleza humana era mala e incorregible y que era necesario
un estricto control sobre cada aspecto de la sociedad humana. Toda libertad
personal estaba subordinada a su objetivo de crear un Estado fuerte bajo un
soberano con autoridad ilimitada.
La escuela legista facilitó
un instrumento efectivo al crear una poderosa y autoritaria maquinaria militar
y económica en el Estado de Qin.
Hacia el 221 a.C., Qin había conseguido conquistar los otros estados
feudales y establecer la primera dinastía imperial de China, un imperio
unificado y centralista caracterizado por leyes estrictas, duros castigos,
rígido control del pensamiento (como demuestra, la quema de todos los libros no
legistas en el 213 a.C.), el control gubernamental de la economía y
enormes proyectos de obras públicas como la Gran Muralla china, construida por
el empleo masivo de obreros condenados a trabajos forzados y con un elevado
coste de vidas humanas.
[4]
. Basando sus ideas
en el concepto de Xun-zi, es decir,
el del Universo como una tríada formada por el cielo, la tierra y la humanidad,
los filósofos confucianos de la dinastía Han crearon un sistema de pensamiento
que unía la cosmología del yin y del yang de los naturalistas; la preocupación
taoísta de percibir y comunicar con la naturaleza; las enseñanzas confucianas
sobre un gobierno benevolente dirigido por soberanos virtuosos y el respeto por
el aprendizaje y los principios legistas del desarrollo económico y de la
administración. Esperaban que esta filosofía aglutinadora daría al soberano y
al gobierno el conocimiento para comprender las partes celeste y terrenal de la
tríada y los medios necesarios para regular la parte humana, así como para
coordinarlos y establecer una armonía perfecta en el Universo. La
sistematización racionalista que sugería esta formulación llevó al fin a acuñar
ideas inverosímiles y mezclarlas con supersticiones que permitían explicar de
un modo simbólico las misteriosas actividades del cielo y la tierra. Aunque el
confucianismo Han contaba con el apoyo del gobierno desde el 136 a.C. y
más tarde fue necesario conocerlo para trabajar en las instituciones políticas,
su hermetismo excesivo dio lugar a una fuerte oposición en los primeros siglos
de nuestra era y la escuela se dividió al dirimir las cuestiones fundamentales
sobre la autenticidad de los textos clásicos.
[5]
. Buda (c. 563-c. 486 a.C.),
fundador del budismo. Nació en el bosque Lumbinī, en las proximidades de
Kapilavastu (actualmente en Nepal, cerca de la frontera con la India).
El budismo penetró en
China desde la India y Asia central entre los siglos I y VI d.C. El
desconocimiento del idioma dificultó al principio a los chinos la aprehensión
de las sutilezas del sistema de Buda. Entre los siglos III y VIII, sin embargo,
se tradujo la doctrina budista y ésta fue difundida por todos los niveles de la
sociedad china por peregrinos que volvían de la India y por Kumarajiva, el gran
traductor de los sutras del sánscrito al chino. Las enseñanzas del budismo
fueron ante todo religiosas y planteaban escapar de los sufrimientos de la vida
y la reencarnación sin fin, provocados por los deseos humanos, alcanzando un
estado indescriptible de ausencia de deseo, conocido como nirvana. El budismo
tuvo también mucha importancia porque las fórmulas para conseguir el nirvana
que llevó a China incluían meditaciones metafísicas muy complejas sobre la
naturaleza de la existencia.
[6]
. La reunificación de China
bajo la dinastía Sui (581-617) y la dinastía Tang (618-907) conllevó varios
siglos de sincretismo religioso y filosófico que aglutinaba el taoísmo, el
budismo y el confucianismo resurgente. A pesar de que el budismo fue dominante
en sus primeros tiempos, entre estas tres escuelas el confucianismo ofreció una
filosofía política y social adecuada a las necesidades de un imperio
centralista.
[7]
. Lao-tsé
(c. 570-c. 490 a.C.), filósofo chino considerado el fundador del
taoísmo. Las leyendas atribuyen, el Tao
Te-King, libro sagrado del taoísmo cuyo nombre significa 'Libro de la
Vía y de la Virtud', a Lao-tsé, un filósofo chino que quizás enseñara a
Confucio. Los historiadores discrepan en si Lao-tsé escribió o no el Tao
Te-King dada la discrepancia entre la fecha de la obra (200 a 100 a.C.) y
la de la vida de Lao-tsé (alrededor del 500 a.C.). La mayoría de las
autoridades acepta ahora que un taoísta anónimo debe haber compuesto los
escritos usando como seudónimo el nombre del gran sabio.
De los grandes libros de sabiduría, es el más
breve (sólo cuenta con cinco mil caracteres en chino). Es una obra completa, no
le falta nada; su pensamiento es de una pieza. A lo largo de sus ochenta y un
párrafo, no progresa, solo hace variaciones de la misma idea.
Lo que sí parece seguro, afirma su
traductora, es que el texto se sitúa en
el Periodo llamado Señoríos Guerreros, en que cae
definitivamente la dinastía ZHU y,
que tras siglos de lucha por la hegemonía, el señor de Quin se proclama Primer
Emperador (Qin shi huang di) en
el año 221 a. de C. Desde el inicio de la decadencia de los ZHU (mediados del s. VIII a. C), las
distintas corrientes filosóficas trataban de encontrar soluciones a los
problemas de su tiempo, que en esencia se reducían a uno: el desfase entre el curso humano, con su desorden, guerras y
abusos de todo tipo, y el curso natural.
Lao Tsé usa la imagen más obvia: Tao (la “vía” o “el curso”), que es, como
principio absoluto, el curso
verdadero, insondable e inagotable origen del universo. Como la expresión humana impone el uso de
términos relativos, para trascenderlos abundan a lo largo de libro, las
paradojas, las sentencias simétricas y los juegos de palabras, convirtiéndolo
en un texto bellísimo pero difícil de interpretar y, por tanto, de traducir,
como lo demuestras las notables diferencias entre las numerosas versiones.
La dificultad se agrava por el uso de un
lenguaje intencionadamente vago, movedizo casi, como el agua que presta su
imagen al curso, y las
características de la lengua escrita arcaica. A menudo se juega con la
abundancia de acepciones que puede llegar a contener la palabra china y el
desafío que supone la elección a la hora de reflejar plenamente su sentido en
nuestros idiomas occidentales y modernos. Dado que el chino carece de tiempos
verbales y declinaciones y que la lengua escrita puede prescindir de adverbios,
preposiciones, conjunciones y pronombres, la expresión llega a resultar tan
imprecisa que puede dar lugar a interpretaciones diversas y , a mundo,
completamente opuestas. (Anne Hélène Suárez, op.cit. pp.17 y ss. , 1998).
[8]
. Nota del autor: Homónimo procede de HOMONIMIA: conjunto
de palabras que tienen distinto significado, distinto origen etimológico; son
homófonas (suenan igual), a veces son
homógrafas (se escriben igual: “vino”< vinus
y “vino”< venir), y a veces no (tienen distinta ortografía: “vaca” <
mamífero y “baca” < artefacto en forma de parrilla que se coloca encima de
los automóviles; portaequipajes.
[9]
. Según el D.R.A.L.E., en su acepción 1ª. ,
hermético procede de Hermes.
1. adj. Aplícase a las especulaciones, escritos y
partidarios que en distintas épocas han seguido ciertos libros de alquimia
atribuidos a Hermes, filósofo egipcio
que se supone vivió en el siglo XX antes de Jesucristo.
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