Ritos
órficos y misterios de Dioniso
Señala Jiménez
San Cristóbal, Ana Isabel que uno de los problemas más espinosos del orfismo es
su relación con otros movimientos religiosos de carácter mistérico y catártico.
Establecer límites seguros entre el orfismo, el dionisismo, el pitagorísmo o
los misterios de Eleusis es una tarea de difícil empeño por el conocimiento
limitado que tenemos de estos grupos. Lo conocido hasta ahora solo nos permite
hablar de influencias mutuas o de rasgos compartidos, con aspectos
completamente independientes. Así Heródoto y Eurípides relacionan lo órfico y
lo báquico en determinados pasajes, pero hay algunos rituales báquicos, como el
que aparece en las Bacantes de
Eurípides que poco tienen que ver con el orfismo. Además, existen diversidad de
opiniones entre los investigadores a la hora de atribuir los testimonios
antiguos al orfismo o al dionisismo.
Con
respecto a las relaciones entre Dioniso y Orfeo, la tradición atribuye a Orfeo
muchas obras en que Dioniso juega un papel fundamental, como por ejemplo, el
desmembramiento del niño dios (Dioniso Zagreo) aparece en uno o varios textos
sagrados (ἱεροὶ λὸγοι 'doctrina teórica´) que
luego se celebraban en ritos concretos, en las τελεταί. Es
muy frecuente atribuir a Orfeo tanto la composición de los textos sagrados como
las celebraciones rituales (τελεταί), y
todo esto se remonta al menos hasta el siglo
V a. C., pues la muerte del niño dios se relataría en las teogonías antiguas
como la de Eudemo, atribuida a Orfeo. El estadista y strategos ateniense Aristides, del siglo V a. C., nos da la noticia
de que Orfeo y Museo fueron los poetas por antonomasia de la poesía dionisíaca.
Por otro lado, se ha atestiguado que
Dioniso aparece en varios pasajes del mito de Orfeo, ora como instigador de su
muerte y posteriormente despedazado por las ménades, ora afligido por la desaparición
de su sacerdote que vela por la protección de sus restos. Según el historiador
griego Pausanias, s. II d. C., un oráculo de Dioniso procedente de Tracia
advirtió a los libetrios de que su ciudad sería destruida si los restos de
Orfeo, que allí se guardaban, los sacaban a la luz del sol.
Entre
las coincidencias de ambos mitos, el de Diosino y Orfeo, está la ciudad Tracia,
patria común de las dos figuras mitológicas. Hay quien sostiene que Tracia
había sido la cuna de la religión de Dioniso y del dionisismo extático; en la
actualidad el origen se localiza en la cultura minoicocretense[i]. En una de las versiones de la muerte de
Orfeo, éste es atacado por las basárides, las bacantes tracias, que celebran a Dioniso Basareo. También nos llevan a
Tracia algunos testimonios que relacionan a Dioniso con cultos órficos y allí
tiene su origen el Dioniso Sabazio
del que también aparecen alusiones en fragmentos órficos[ii].
Además
se ha relatado que tanto Dioniso como Orfeo descendieron al Hades; el primero, en
busca de su madre Sémele a través de la laguna Alcionia que se encuentra en
Lerna, en la Argólida, península del Peloponeso; por fin, logró que habitase en
el Olimpo, transformada en inmortal, junto a los dioses. La catábasis o
descenso de Dioniso se asemejaría al que aparece en las láminas de oro, al
sumergirse en el regazo de la Reina del Mundo subterráneo para renacer después
a la verdadera vida. Orfeo, en cambio, por su descenso al Hades por el amor a
su esposa Eurídice, logró un conocimiento privilegiado que lo convirtió
mensajero de las verdades del Más Allá y, por tanto, en mediador entre los
dioses y los hombres, cuya misión sería enseñar a éstos la conducta adecuada
que debían seguir para logar una vida plena y feliz.
Pero
lo más llamativo de esas coincidencias entre los mitos de Dioniso y Orfeo es
que los dos personajes míticos mueren desmembrado; la muerte del primero, a
manos de los Titanes, mientras que el poeta murió a manos de las ménades, cuyo
antecedente son las bacantes o basárides de Esquilo, mujeres griegas adoradoras
de Baco que emulan a las ménades. Las causas de estos desenlaces similares,
según cuenta Proclo, es que Orfeo acabó desmembrado por haberse convertido en
guía de los rituales dionisíacos, en los que el desmembramiento del propio
Dioniso constituyera todo un valor simbólico con el que los dionisíacos
manifestaran sus desacuerdos con las innovaciones de los órficos, defensores
del sacrificio incruento, el vegetarianismo y el ascetismo. Nilsson (1935),
citado por la profesora Jiménez San Cristóbal, no cree que esta versión sea
invención de Esquilo, sino que con el desmembramiento de Dioniso los órficos
condenarían los ritos de las bacantes como crímenes, lo que explicaría la
hostilidad del dios hacia Orfeo por blasfemo y su castigo, sería semejante al
de Penteo, en las Bacantes de
Eurípides, el otro adversario radical de los ritos dionisíacos.
Además,
desde la óptica de un iniciado báquico, Orfeo representa una gran afinidad con
Apolo: la música, la magia, su descendencia de una Musa. Orfeo, hijo de
Calíope, la más elevada de las nueve musas, es el cantor por excelencia, el
músico y el poeta, que toca la lira y la cítara; sabía entonar cantos tan
dulces que las fieras le seguían, las plantan y los árboles se inclinaban hacia
él, y suavizaba el carácter de los hombres más ariscos; cuando desciende a los
Infiernos en busca de Eurídice, con los acentos de su lira encanta no solo a
los monstruos del Tártaro, sino también a dioses infernales, hasta el punto que
Hades y Perséfone acceden a su deseo aunque con una condición insoslayable.
Para los seguidores báquicos, las actividades de Orfeo representaba una
auténtica apostasía en favor de Apolo. Su muerte por la violenta pasión de las
mujeres tracias, inspirada por Afrodita, no queriendo cederlo mutuamente, lo
destrozaron; esta muerte por despedazamiento simboliza la muerte total de la condición precedente y resulta apropiada para
una religión que sostiene la alternancia vida-muerte-vida y ofrece a sus
seguidores una vivencia iniciática en que los rituales (τελεταί)
se
configuran como imitatio y preparan
para la muerte.
Frente
a Dioniso que representa el salvajismo, la degeneración orgiástica, lasciva y
material, que enloquece a su seguidores, Orfeo simboliza los aspectos propios
del héroe civilizador, que posee el don de tranquilizarlos. Mediante la
transmisión de doctrinas y ritos, Orfeo proporcionó a los griegos instrumentos
esenciales de civilización. Y aunque es probable que algunas similitudes y
coincidencias entre los mitos de Dioniso y Orfeo se articularan en época
tardía, no es menos cierto que determinados elementos en los que Orfeo y
Dioniso caminan por vías paralelas, como el descenso a los Infiernos y el
desmembramiento o la función de mediadores ante los dioses del Tártaro,
aparecen ya en las variantes más antiguas del orfismo y del dionisismo.
A.T.T.
[ii].
Jiménez San Cristóbal, Ana Isabel, op.
cit., 2008, pág. 700, n. 22, cita lo
siguiente: "Cuentan algunos que había otro Dioniso muy anterior al que
acabamos de mencionar. Pues dicen que nació de Zeus y Perséfone el Dioniso que
algunos llaman Sabazio, cuyo nacimiento, ofrendas y honras se
celebran de noche y de forma oculta por la vergüenza que provoca la
interrelación de sexos" : la participación de hombres en los ritos es más
propia de los cultos órficos que dionisíacos y además Diodoro coincide con
Demóstenes en que se trata de celebraciones nocturnas [...] "Terpando el
lesbio dice que Nisa [la niñera que cuidó al joven Dioniso en el monte Nisa] había criado a Dioniso, llamado Sabazio por algunos, nacido de Zeus y
Perséfone que fue luego despedazado por los Titanes"; [...]
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