El sueño de la razón produce monstruos

sábado, 16 de febrero de 2013

El espiritualismo de Schopenhauer bajo la influencia de la tradición brahmánica-budista y del cristianismo primitivo (VI)



La filosofía en el siglo XIX
Contexto político y sociocultural
El siglo XIX es el “siglo de las revoluciones” debido al hundimiento del Áncien Régime, los cambios económicos y sociales a causa de la revolución industrial.
En Europa parecen las clases sociales; la sociedad estamental ha desaparecido. Sale triunfante la burguesía capitalista e industrial; junto a ella aparece el proletariado en condiciones de vida deplorables que irá tomando conciencia poco a poco de su miseria y marginación. El aumento de las industrias hace que las ciudades crezcan por la necesidad constante de mano de obra. Junto a ellas, surgen las clases medias por el desarrollo del sector terciario (maestros, médicos, funcionarios…).
La Revolución Francesa y las conquistas napoleónicas golpean el continente. El Congreso de Viena (1815) aparece como el triunfo de la Restauración bajo la vigilancia de la Santa Alianza y la recomposición del mapa político de Europa, al tiempo que las monarquías tienen que ceder a las presiones liberales.
Sin embargo la inestabilidad se pone de manifiesto con las revoluciones -1830, 1848,1871- que estallan en Francia y se extienden por toda Europa. Las fuerzas enfrentadas son, por un lado el liberalismo, los movimientos democráticos, el socialismo y el anarquismo, y por el otro, el tradicionalismo, la iglesia católica y la misma burguesía conservadora.
Junto a todos aquellos impulsos, un nuevo movimiento surge en todo el continente europeo: el nacionalismo que a finales del siglo desemboca en el Imperialismo. El nacionalismo decimonónico suscitará la mayoría de las guerras y será una de las causas principales de las transformaciones en el continente. La Revolución francesa había proclamado la soberanía de la nación y aunque el “principio de las nacionalidades” es contenido por el Congreso de Viena, a mediados del siglo las colonias españolas en América ya eran independientes, y el Imperio turco comienza a desgajarse (Grecia, 1829; luego, Rumanía y Bulgaria). Más tarde se producen las unificaciones de Italia (1861) y Alemania (1871, obra de Bismark).
El nacionalismo no adopta una forma uniforme porque se inspira en variopintas ideologías y filosofías: el idealismo alemán (Fichte), el romanticismo, el liberalismo, el tradicionalismo… únicamente el socialismo reniega de este movimiento por su tendencia al internacionalismo. En su origen, el nacionalismo es especialmente liberal y democrático, más tarde será contaminado por el tradicionalismo y su defensa a ultranza de conceptos como historia, patria, tradición nacional, lengua, religión… a la postre virará hacia el Imperialismo.
El Imperialismo supondrá la expansión colonialista de Inglaterra, Francia, Alemania, Italia, EE.UU. de América y Japón, y la desaparición de los imperios español y chino. La Inglaterra victoriana (1837-1901) se alza en la primera potencia mundial con el gobierno del partido conservador (Disraelí). De pangermanismo se viste el nacionalismo alemán adoptando una actitud cada vez más agresiva y avasalladora. Todos los estados imperialistas pregonan su alta misión civilizadora en el mundo inspirada y dirigida por Dios. Años después estallará la Primera Guerra Mundial, a penas iniciado el siglo XX.
Desde el punto de vista cultural, en el siglo XIX la Universidad vuelve a recuperarse como el alma de la cultura, sobre todo en Alemania y Francia. Se luchará contra el analfabetismo, la obligatoriedad de la enseñanza primaria y la difusión de periódicos y revistas.
Romanticismo y Positivismo
El Romanticismo triunfará como reacción contra la Ilustración, y el Positivismo surgirá, a su vez, como reacción contra el Romanticismo.
El Romanticismo es algo más que un movimiento estético; se trata de una cosmovisión nueva del mundo y de la vida. A finales del XVIII encontramos prerrománticos en Inglaterra, Francia (Rousseau) y Alemania (Strurm und Drang, Tempestad e Ímpetu,  Goethe). En realidad, el Romanticismo se inicia en Alemania muy influenciado por el idealismo; más tarde se expande por toda Europa. Al principio fue un movimiento conservador (Chateaubriand, Manzoni); a partir de 1830 se proclama liberal: Inglaterra (Byron), Francia (Hugo), Italia (Leopardi), España (Espronceda), Alemania (Heine), Rusia (Pushkin). El triunfo del Romanticismo se solapa con los impulsos revolucionarios (liberal y nacional).
El Romanticismo se caracteriza, frente a la Ilustración, por los siguientes aspectos:
      1º. Sitúa lo irracional, contra el racionalismo ilustrado, como la vía de acceso a la realidad: el sentimiento, las pasiones (amor, sufrimiento, odio), la imaginación, la intuición. Se exaltan los sentimientos religiosos, patrióticos y los inspirados en la naturaleza (el paisaje alcanza gran interés). Cobran relieve las ideas de libertad e igualdad. No desaparece el concepto de “razón”; se trata de una nueva racionalidad: la Razón adopta la forma de un poder infinito, un Espíritu Absoluto que trasciende la pura racionalidad humana.
            2º. Se tiene como un tesoro la excelencia de la imaginación y la fantasía frente al racionalismo clasicista de los ilustrados, recreando mundos pasados (fundamentalmente, la Edad Media) o exóticos (Norte de África y Oriente). Se aprecia también lo individual, lo concreto, lo popular frente a la universalidad abstracta ilustrada. Triunfa el subjetivismo, ponderándose el individuo y la nación. Individualismo y nación no aparecen como ideas antitéticas, antes bien, el espíritu del pueblo (volksgeist) radica en los individuos, sobre todo en los más excelentes (culto al héroe).
            3º. La Naturaleza se valora como algo vivo y orgánico que está haciéndose constantemente, frente a la visión mecanicista de esa misma Naturaleza en la Ilustración. No olvidemos que la filosofía cartesiana influyó en todos los campos del conocimiento humano. Una de esas consecuencias es la visión del universo y de los seres vivos como mecanismos (el paradigma mecanicista defendido por Descartes y Newton). Ahora el reloj se abandona como icono, como símbolo y surge la figura del árbol. El instinto frente a la razón y las situaciones límite frente al equilibrio y la armonía serán las pautas de conducta de muchos románticos.
            4º. Se produce una exaltación de la Historia y de la tradición, en lugar de la subestimar el pasado como hicieron muchos ilustrados. Brota una pasión desmedida por la Edad Medía, por la Antigüedad greco-latina, por la tradición brahmánico-budista y por todo lo primitivo y las “raíces” populares o nacionales.
            5º. Aparece el concepto de verdad como creación humana, alejándose de la concepción abstracta de la verdad en la Ilustración. El “yo” y el subjetivismo serán la fuente de la originalidad; la imaginación, principio de error de los ilustrados, recobra un inmenso valor, y, por tanto, la libertad del hombre y del artista pasa a primer término. El hombre romántico, que se rebela contra los límites y lo finito, ansía la libertad, la infinitud, lo absoluto.
            Prometeo se transforma en el icono por excelencia del Romanticismo. Aquél titán de la mitología e iconografía clásica, por haber robado el fuego a Zeus  que se lo había ocultado a los hombres, es condenado a ser encadenado en una roca del Cáucaso, donde cada día un águila irá a roerle el hígado y las vísceras. Prometeo, como rebelde y justo doliente, adquiere la simbología de mártir contra la tiraría de Zeus e implica una prefiguración de todos los rebeldes de la literatura occidental posterior. Por esta razón, Prometeo, en el Romanticismo (Shelley), alcanza una gran popularidad y no en vano es el héroe sin rival del romanticismo inglés.
            Por otro lado, el Positivismo surge cuando el Romanticismo declina hacia la segunda mitad del siglo. Su tendencia intelectual es fundamentarse en los hechos y en la ciencia. Coincidirá con el triunfo del Realismo: Stendhal, Balzac, Zola (naturalismo), Dickens, Tolstoy, Dostoievski, los pintores impresionistas (Manet, Renoir…).
            El hecho de que aparezcan nuevas ciencias hacen que la Filosofía se desvalorice hasta el punto que muchos pensarán que la ciencia se convertirá con el tiempo en la única guía del hombre: no había más razón que la que la razón científica.
            La influencia de la nueva metodología científica en la Filosofía, que hasta estas fechas solo había tenido en cuenta el modelo de la ciencia físico-matemática, será enorme. Como ejemplos basta citar algunos descubrimientos en Física: teoría ondulatoria de la luz (del francés Aguste Jean Fresnel, 1815), el descubrimiento de la inducción electromagnética de Michael Faraday (1831-1833), rayos X (el físico Wilhelm Conrad Röntgen, 1895), teoría cuántica (Max Karl Ernst Ludwig Planck –1858/1947-, premiado con el Nobel y considerado el creador de la teoría cuántica), teoría de la relatividad (Einstein, 1905), modelo del átomo (Rutherford, 1911 y Bohr, 1913), etc.


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