El sueño de la razón produce monstruos

martes, 21 de diciembre de 2010

Alberto Durero, Adán y Eva (507 - 36 años)

El Pecado Original y la primera división del trabajo
(Mitología hebrea)


Material: Díptico. Óleo sobre tabla.
Medidas: 209 x 161 cm.
Museo: Museo del Prado. Madrid

“Vio, pues, la mujer que el árbol era bueno para comerse, hermoso a la vista y deseable para alcanzar por él la sabiduría, y tomó de su fruto y comió, y dio también de él a su marido, que también con ella comió. Abriéronse los ojos de ambos, y viendo que estaban desnudos, cosieron unas hojas de higuera y se hicieron unos ceñidores[1]. Oyeron a Yahvé Dios, que se paseaba por el jardín al fresco del día, y se escondieron de Yahvé Dios el hombre y su mujer, diciendo: “Dónde estás?” Y este contestó: “Te he oído en el jardín, y temeroso porque estaba desnudo, me escondí”. “¿Y quien, le dijo, te ha hecho saber que estabas desnudo? ¿Es que has comido del árbol del que te prohibí comer?” Y dijo el hombre: “La mujer que me diste por compañera me dio de él y comí”. Dijo, pues, Yahvé Dios a la mujer: “¿Por qué has hecho eso?” Y contestó la mujer: “La serpiente me engañó y comí”. Dijo luego Yahvé Dios a la serpiente:

“Por haber hecho esto, maldita serás entre todos los ganados y entre todas las bestias del campo. Te arrastrarás sobre tu pecho y comerás el polvo todo el tiempo de tu vida[2].”

Pongo perpetua enemistad entre ti y la mujer y entre tu linaje y el suyo; éste te aplastará la cabeza, y tu le acecharás el calcañal”.

A la mujer le dijo: “Multiplicaré los trabajos de tus preñeces. Parirás con dolor los hijos y buscarás con ardor a tu marido, que te dominará[3]”.

Al hombre le dijo: “Por haber escuchado a tu mujer, comiendo del árbol del que te prohibí comer, diciéndote no comas de él: Por ti será maldita la tierra; con trabajo comerás de ella todo el tiempo de tu vida; te dará espinas y abrojos y comerás de las hierbas del campo. Con el sudor de tu rostro comerás el pan hasta que vuelvas a la tierra, pues de ella has sido tomado; ya que polvo eres, y al polvo volverás[4]”.

El hombre llamó Eva[5] a su mujer, por ser la madre de todos lo vivientes. Hízoles Dios al hombre y a su mujer túnicas de pieles, y los vistió”[6].



[1]. Nota de los Traductores: Basados en este pasaje, algunos autores piensan que el pecado de los primeros padres consistió en un desorden sexual. Pero nada en el contexto favorece esta interpretación porque el uso de los sexos en la vida matrimonial entraba dentro del plan divino para la propagación de la especie. Su pecado fue de índole espiritual, un pecado de insubordinación y de orgullo. La serpiente les propone prevaricar para situarse como dioses sobre la línea de separación entre el bien y el mal, y la mujer se deja llevar por esa insinuación diabólica.

[2]. N. TT.: La sentencia seguirá el orden inverso que el interrogatorio. La serpiente no es preguntada; su culpa es manifiesta. Y la sentencia de Dios contra ella se basa en su condición y en sus relaciones con el hombre. Con este simbolismo realista, el autor del texto mira al espíritu diabólico, pues la maldición expresa el horror que el hombre siente hacia la serpiente, mayor incluso que hacia otros animales más dañinos; arrastrarse es natural a la serpiente, pero es señal de su abatimiento, así como es indicio de la realeza del hombre el andar derecho.

La imagen de enemistad brota de la natural aversión que el hombre siente hacia el reptil porque en cuanto lo ve, lo acecha para matarlo; al perseguir a la serpiente el hombre no se cree seguro de ella hasta haberla aplastado la cabeza. Este es el origen de la imagen. Su sentido es que esa perpetua enemistad acabará con la victoria del linaje de la mujer, en quien serán bendecidas todas las naciones. Esa victoria es la de Jesucristo, y luego la de aquellos que vencen por El y a través de ellos, El vence a Satanás. La Virgen María, La Madre de Dios, ocupa el primer lugar entre estos por su completa victoria sobre el pecado.

[3]. N. TT.: La sentencia sobre la mujer responde a las penas que llevan consigo sus oficios de esposa y madre.

[4] . N.TT.: En estas palabras de Dios a la mujer y al hombre se resalta la diversa misión del uno y de la otra en la familia. La del hombre es ser jefe de ella y su mantenedor; la de la mujer, cumplir el ansiado oficio de la maternidad.

[5]. N. TT.: Eva en hebreo significa vida; aquí, fuente de la vida humana.

[6]. “Génesis”, cap. 3, vv. 6-19, en Sagrada Biblia, versión directa de las lenguas originales por Eloíno Nácar Fuster y Alberto Colunga, O.P., 4ª ed., Madrid, Biblioteca de Autores Cristianos, 1985, págs.. 30-31.


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