El sueño de la razón produce monstruos

martes, 30 de noviembre de 2010

El juicio de Paris

El juicio de Paris. Rubens, Peter Paul (1635-38)
National Gallery, London.

El Juicio de Paris en una cerámica del siglo VI a. C.

El juicio de Paris Peter Paul Rubens (1639). Museo del Prado

GARCÍA GUAL, Carlos, El juicio de Paris, en Los dioses cautivos. Mitologia en el Museo del Prado, Madrid, 23 de noviembre de 2010

No lo olvidamos: ¡Solidaridad con el pueblo saharahui...!

Paris es el hijo segundo de Príamo y Hécuba, reyes de Troya (Ilion).Estando encinta y a punto de darlo a luz, Hécuba, en un sueño, se vio a sí misma dando a luz una antorcha que prendía fuego a la ciudad de Troya. Despertó gritando lo que ocurría. Su hijastro Ésaco (hijo de Príamo con Arisbe) interpretó, a petición de Príamo, el sueño y profetizó que ese hijo causaría la ruina y destrucción de Troya, aconsejando que no se le dejase vivir. Hécuba no se decidía a matarlo y convenció a Príamo de que confiara la tarea al jefe de sus pastores; Agelao.

Agelao, demasiado bondadoso como para emplear cuerda o espada decidió abandonar al recién nacido en el monte Ida. Allí expuesto estuvo Paris durante cinco días, sobrevivió gracias a que fue amamantado por una osa. Cuando Agelao volvió quedó tan impresionado que se llevó al crío consigo en un zurrón para criarlo conjuntamente con su propio recién nacido y le llevó a Príamo una lengua de perro como prueba de que había obedecido su orden. Los pastores dieron a Paris el sobrenombre de Alejandro al convertirse en un joven de extraordinaria belleza, inteligencia y gran valor. Protegía los rebaños contra los ladrones.

Otra leyenda es que habiendo recibido Príamo un oráculo que, en respuesta a su consulta sobre la seguridad de su reino, le ordenaba dar muerte a la que acababa de dar a luz aquel día y al niño que había tenido, siendo aquel el día en que había nacido Paris, Príamo respetó a Hécuba y a su hijo, y mató en cambio a Cila, hermana de Hécuba y esposa de Timetes, con quien Príamo había tenido oculta cohabitación, y el niño nacido era Munipo.

Paris, viviendo todavía en el Ida y sin saberse aún que es hijo de Príamo, fue el amante preferido de Enone, una ninfa de las fuentes, hija del río Cebrén, y se casa con ella.

Paris y Enone solían cuidar sus rebaños y cazar juntos, y él grababa sus nombres en la corteza de las hayas y los álamos. Su principal diversión consistía en hacer que los toros de Agelao lucharan entre sí; coronaba al vencedor con flores y al perdedor con paja. Cuando un toro comenzó a vencer continuamente, Paris lo enfrentó con los campeones de los rebaños de sus vecinos, a todos los cuales venció. Por fin ofreció poner una corona de oro en los cuernos del toro que venciese al suyo. Por broma, Ares se transformó en toro y ganó el premio. Paris entregó sin vacilar la corona a Ares, lo que sorprendió y complació a los dioses que observaban desde el Olimpo, y ése fue el motivo de que Zeus lo eligiese como árbitro entre las tres diosas. Casado con Enone se encontraba Paris en el momento en que se desarolla el Juicio.

Fue después del Juicio cuando se pone de manifiesto la noble alcurnia de Paris. Un día, unos servidores de Príamo fueron en busca de un toro del ganado que guardaba Paris, por el que éste sentía particular afecto. Al saber que el animal se destinaba a un premio en los juegos fúnebres instituidos en memoria del hijo de Príamo que se creía muerto en su infancia y que no era sino él mismo, Paris siguió a los criados, resuelto a participar en la competición y rescatar su animal favorito. Y, en efecto, alcanzó la victoria en todas las pruebas contra sus propios hermanos, los cuales ignoraban quién era su contrincante. Deífobo, encolerizado, sacó la espada y quiso matarlo; entonces Paris acudió a refugiarse junto al altar de Zeus. Su hermana Casandra, la profetisa, lo reconoció, y Príamo, feliz al encontrar al hijo que creía muerto, lo acogió y lo restituyó en el lugar que le correspondía en la casa real.

Afrodita, diosa del amor, identificada con la Venus romana. Su origen es étnico u oriental, tal vez proviene de la Astarté fenicia. Sobre su genealogía hay dos versiones: según Hesíodo es hija de Urano, anterior a la primera generación de dioses, nacida de la espuma formada en el mar por los genitales de Urano cuando fue castrado por Cronos y éstos cayeron al mar. Navegó llevada por los Céfiros a la isla Citere, y luego llegó a Chipre, donde fue acogida por las Horas, lo que le da a Afrodita los epítetos de citerea o cipris. La versión de Homero considera a Afrodita hija de una unión entre Zeus y Dione, mostrándola como una de las hijas favoritas de Zeus, quien concede sus caprichos.

Se casó con Hefesto, dios de la fragua, cojo y de aspecto rudo, aunque realmente está enamorada de Ares, dios de la guerra. Además tiene otras relaciones adúlteras como las de Adonis, Anquises o Hermes. Diosa de la fertilidad, de la atracción erótica, del amor sexual; simboliza la fuerza de la pasión y el deleite del amor, el atractivo de la belleza y el atractivo de su posesión. Es suave y seductora por excelencia, va acompañada de las Gracias (Charites) y la irresistible Persuasión (Peithó). Astuta y engañosa. Famosa por sus iras y maldiciones, es despiadada y rigurosa en castigar a los que desdeñan su poder; su favor no era menos peligroso, como vemos en el Juicio.

Considerada la más hermosa de los dioses, atractiva y sonriente. Va ataviada con un largo peplo, con corona y aúreas joyas. Sus animales favoritos son las palomas; sus plantas, la rosa y el mirto. Desde época helenística se acompaña de Eros, el que lleva el desasosiego a los corazones, en forma de niño, alado y travieso.

Atenea se la identifica con la Minerva romana. Es una de las diosas más longevas; hija de Zeus y Metis. Ésta se hallaba encinta de ella cuando Zeus la devoró, por consejo de Urano y Gea, quienes le revelaron que Metis tendría un hijo que le arrebataría el trono del Olimpo. Hefesto abrió la cabeza a Zeus con su doble hacha y surgió una joven adulta completamente armada.

Es una diosa patrona de la guerra (promakhos) en su vertiente estratégica. Por ello lleva la armadura hoplítica: yelmo (ornamentado con grifos), lanza, coraza y égida (piel de cabra con carácter de protección que lleva en común con Zeus). En el centro de esta última está la cabeza de la Gorgona Medusa, que le había entregado Perseo, la cual tiene ojos que brillan y paraliza a todo el que los mire (glaucopis).

Diosa de la razón, la sabiduría y la inteligencia. Su protección simboliza el auxilio aportado por el espíritu a la fuerza bruta y al valor personal. Se caracteriza por su belicosidad, su masculinidad y su inteligencia creadora.

Su ingeniosidad, unida a su espíritu bélico, la había llevado a inventar la cuádriga y el carro de guerra. Asimismo, presidió la construcción de la nave Argo, la mayor que se había construido hasta entonces. Inventora también del olivo y del arado, preside la agricultura; patrona de las bellas artes y los oficios artísticos como el telar, bordados y tapices, como tareas de habilidad.Es patrona de muchas ciudades, además de Atenas, a la que da nombre. Recibe culto como diosa de la pureza virginal; parthenos. Entre los animales le estan consagrados la lechuza y el gallo. Su planta es el olivo, al ser ella quien lo creó.

En las obras de arte Fidias fijó el tipo ideal –plena armonía de fuerza y sabiduría– de Atenea en una enorme estatua crisoelefantina, en la que sugería unas formas no muy femeninas, con un rostro ovalado en actitud serena, más majestuosa que bella, de puro y diáfano semblante.

Hera es la hija mayor de Crono y Rea. Identificada con Juno en Roma. Hermana y esposa legítima de Zeus. Como todos sus hermanos (excepto Zeus) fue tragada por su padre, Crono, pero fue devuelta a la vida gracias a la astucia de Metis y la fuerza de Zeus.

Nacida en Samos, fue criada por Océano y Tetis, a quienes Rea la había confiado en el momento de la lucha entre Zeus y los Titanes. Hera siempre quedó agradecida con sus padrastros por ello. Otras tradiciones atribuían su educación a las Horas, o bien al héroe Témeno, e incluso a las hijas de Asterión.

Constituye con Zeus el matrimonio sagrado (hierós gámos). Mantuvieron en secreto su romance hasta que se celebró su boda, según las tradiciones más antiguas, en el Jardín de las Hespérides, que es el símbolo mítico de la fecundidad, en el seno de una eterna primavera. De esta unión nacieron cuatro hijos: Hefesto, Ares, Ilitía y Hebe.

Es la más grande de las diosas olímpicas. Como esposa de Zeus es reina de los dioses, sólo Hera se sienta junto a él en el trono. Patrona de reinos e imperios, diosa del matrimonio de las esposas virtuosas y fieles, por esto mismo, mientras Zeus tiene numerosas relaciones con amantes, escapándose metamorfoseado, Hera no tiene ninguna otra relación.

Se nos presenta como mujer celosa, violenta y vengativa. A menudo se irrita contra Zeus, pues se siente insultada con cada una de sus infidelidades. Persigue con ira a las amantes de su esposo, e incluso a los hijos nacidos de estas relaciones extramatrimoniales. Zeus se ve obligado a ocultarlos para sustraerlos a la cólera de su esposa. En un arrebato abandonó el hogar celeste y llegó a engendrar por sí sola, para vengarse, al monstruoso Tifón, al que Zeus debió vencer en una feroz contienda.

Representante de la soberanía, la primera función en el esquema de Dumézil (Atenea representa la segunda: guerrera, y Afrodita la tercera: productiva), es una diosa de gran poder, pero rencorosa, poco simpática y con muy poco de maternal. Tampoco se encarga del hogar.

Va ataviada con un velo como esposa legítima. Lleva una diadema o corona como reina y un cetro. Su animal consagrado es el pavo real, cuyo plumaje mostraba los ojos del monstruo de Argos. Sus plantas eran el helicriso, la granada y el lirio.

Helena es hija de Zeus y Leda. Éste, para seducirla, se había metamorfoseado en figura de cisne y se unió a ella. Leda puso un huevo del que nacería su hija.Tiene por padre adoptivo a Tindáreo, por hermanos a los Dioscuros; Cástor y Pólux, y como hermana tiene a Clitemestra.

Cuando apenas había llegado al estado de mujer fue raptada por Teseo, quien se la llevó a Atenas, gracias a sus hermanos, los Dioscuros, fue rescatada. Su hermosura se hizo palpable y todos los príncipes de Grecia la pretendieron con valiosos regalos o enviaron parientes que los representasen. Perplejo ante esta afluencia de pretendientes, Tindáreo temió que, al elegir uno, los demás se sintieran rechazados y provocasen una guerra. Por ello, siguiendo el consejo de Ulises, permitió que tomase Helena la decisión que debían acatar todos los presentes, los cuales debían hacer el juramento de que si algún día algo ocurría a ésta, debían acudir en su ayuda.

El elegido fue Menelao, el más rico de los aqueos, representado por el poderoso yerno de Tindáreo; Agamenón. Después de la muerte de Tindáreo y de la deificación de los Dioscuros se convirtió Menelao en rey de Esparta.

Estaba casada con Menelao en el momento en que Helena recibió la visita del apuesto Paris, y fue seducida y raptada por éste (inducido Paris por los consejos de Afrodita). Tenía para entonces ya una hija, fruto de su matrimonio con Menelao; Hermíone (criada por Clitemnestra), a la que abandonó en Esparta al marchar a Troya junto a Paris, hecho que provocó la Guerra de Troya, al final de la cual no se sabe si volvió a brazos de Menelao o si pereció a manos de Orestes. Finalmente fue deificada en el Olimpo, alcanzando la inmortalidad.

Helena es compleja y contradictoria: un don supremo de hermosura y una fuerza demoníaca, el ideal y el engaño, la belleza y el desastre. Es una mujer en sazón y segura de sí misma, habituada a vencer, experimentada y peligrosa. Aparece altiva, llevando su belleza como un don temible, como un implacable destino. Constantemente amenazada, sortea las dificultades y siempre sabe que su hermosura la saca de todos los malos pasos.

Príamo: hijo menor de Laomedonte y la ninfa Estrimón. Rey de Troya en la época en que se desata la famosa Guerra de Troya. Su primer nombre fue Podarces (pies ligeros). Padre, según la Ilíada, de unos cincuenta hijos y doce hijas, diecinueve en común con su segunda esposa, Hécuba. Entre los que destacan: Héctor, Paris, Héleno, Deífobo, Troilo y Casandra.En su juventud luchó junto a los frigios contra las Amazonas. Muy joven aún comenzó a reinar en Troya, y le dio tanto poder que llegó a ser conocida como “la dueña de Asia”, hasta que cayó a manos de los griegos, que fue cuando éste murió a manos de Neoptólemo (Pirro), hijo de Aquiles.

Menelao: esposo de Helena, rey de Esparta. Hermano del poderoso Agamenón, rey de Micenas. Ambos hijos de Atreo y Aérope. Está al mando de los griegos, junto a su hermano, en la Guerra de Troya.Tras ésta, regresa en un tedioso viaje de ocho años de duración a Esparta, ya junto a Helena, reconciliados.

Eris: diosa griega de la Discordia, personificada luego por los romanos con este nombre. Según Homero, era hermana y compañera de Ares. Hesíodo la consideraba hija de la Noche y madre del Olvido, el Hambre, las Penas, las Querellas, el Engaño y la Ilegalidad. Es representada como una mujer de aterrador aspecto y con alas. La manzana de Eris o de la Discordia, con la inscripción “A la más hermosa”, fue causa remota de la Guerra de Troya.Su opuesta en la mitología griega era Harmonía y en la romana, la Concordia.

Hermes: hijo de Zeus y de la ninfa Maya. Su nombre deriva de herma (montón de piedras que delimita un lugar). Dios de los caminos y el viaje. En su origen guardián y protector de los rebaños, de los oradores y el ingenio, de los literatos y poetas, del atletismo, de los inventos y el comercio. Se caracteriza por la astucia y el engaño, por lo que conecta con Afrodita. Mensajero entre dioses y hombres, al igual que Iris.

Nació al alba, en el monte Cilene, y al mediodía ya tocaba música con la lira que él mismo había inventado con un caparazón de torguga y cuerdas.Padre del dios Pan. En la Odisea aparece como psychopompós, guía de las almas al Hades.Va armado con un cadúceo, una vara mágica en torno a la cual hay enrolladas serpientes. Porta, además, un petaso y unas talaria.

El juicio de Paris

Estaba celebrándose la famosa boda de Tetis y Peleo, tan amados por los dioses, que asistieron todos al banquete nupcial, cuando una diosa, no invitada por su actitud problemática, apareció enfurecida por ello en medio del banquete y arrojó una manzana de oro (“manzana de la Discordia”) a la mesa, cuya inscripción decía “Para la más hermosa”, la cual sería el galardón o distintivo destidano a la más bella de las diosas. Ésta fue Eris, la Discordia, con el vengativo designio de que se produjera una enconada disputa entre las diosas.

Sólo Hera, Atenea y Afrodita se atrevieron a reclamar este tal presea. Zeus Omnipotente no quiso decidir la subsiguiente disputa entre las diosas no queriendo indisponerse con alguna de sus hijas ni su esposa. Por ello encomendó a Hermes que guiáse a las diosas hasta el monte Ida, donde debían mostrarse ante Paris, y éste tendría que elegir a la ganadora de la manzana dorada.

Cuidaba Paris su ganado en el monte Gárgaro, la cumbre más alta del Ida, cuando vio aparecer a Hermes acompañado por Hera, Atenea y Afrodita, recien bañadas y cuidadosamente arregladas, y le entregó la manzana de oro y el mensaje de Zeus:

- Paris, puesto que eres tan bello como sabio en los asuntos del corazón, Zeus te ordena que juzgues cuál de estas diosas es la más bella.

Paris aceptó la manzana dudosamente y contestó:

- ¿Cómo puede un simple pastor como yo hacerse árbitro de la belleza divina? Dividiré la manzana entre las tres.

- No, no, no puedes desobedecer a Zeus Omnipotente –se apresuró a replicar Hermes–. Tampoco estoy autorizado para aconsejarte. ¡Utiliza tu inteligencia natural!

- Así sea –suspiró Paris–. Pero antes ruego que las perdedoras no se ofendan conmigo. Sólo soy un ser humano, expuesto a cometer los errores más estúpidos.

Las diosas convinieron en acatar su decisión.

- ¿Bastará con juzgarlas tal como están? –preguntó Paris a Hermes–o deberán desnudarse?

- Tú debes decidir las reglas de la competencia –contestó Hermes con una sonrisa discreta.

- En ese caso, ¿tendrán la bondad de desnudarse?

Hermes dijo a las diosas que lo hicieran y él se volvió cortésmente. Afrodita no tardó en estar lista, pero Atenea insistió en que debía quitarse su famoso ceñidor mágico que le daba una ventaja injusta, pues hacía que todos se enamoraran de quien lo llevase.

- Está bien –dijo Afrodita con rencor–, lo haré con la condición de que tú te quites tu yelmo, pues estás espantosa sin él.

- Ahora, si no tenéis inconveniente, os juzgaré una por una –anunció Paris– para evitar discusiones perturbadoras. ¡Ven, divina Hera! ¿Tendrán las otras diosas la bondad de dejarnos durante un rato?

- Examíname concienzudamente –dijo Hera mientras se daba vuelta lentamente y exhibía su figura magnífica–, y recuerda que si me declaras la más bella te haré señor de toda el Asia y el hombre más rico del mundo.

-Yo no me dejo sobornar, señora… Muy bien, gracias. Ya he visto todo lo que necesitaba ver. ¡Ahora ven, divina Atenea!

- Aquí estoy –dijo Atenea, avanzando con decisión–. Escucha, Paris: si tienes el sentido común suficiente para concederme el premio haré que salgas victorioso en todas tus batallas, y que seas el hombre más bello y sabio del mundo.

- Soy un humilde pastor, no un soldado –replicó Paris–. Puedes ver con tus propios ojos que la paz reina en toda Lidia y Frigia y que no se disputa la soberanía del rey Príamo. Pero prometo considerar imparcialmente tu aspiración a la manzana. Ahora puedes volver a ponerte tus ropas y tu yelmo. ¿Estás lista, Afrodita?

Afrodita se acercó a él despacio y Paris se ruborizó porque se puso tan cerca que casi se tocaban.

- Examíname cuidadosamente, por favor, sin pasar nada por alto… Por cierto, en cuanto te vi me dije: “A fe mía, éste es el joven más hermoso de Frigia. ¿Por qué pierde el tiempo en este desierto cuidando un ganado estúpido?” ¿Por qué lo haces, Paris? ¿Por qué no vas a una ciudad y vives una vida civilizada? ¿Qué puedes perder casándote con alguien como Helena de Esparta, que es tan bella como yo y no menos apasionada? Estoy convencida de que, cuando os hayáis conocido, ella abandonará su hogar, su familia y todo para ser tu amante. Habrás oído hablar de Helena, ¿no?

- Nunca hasta ahora, señora. Te quedaré muy agradecido si me la describes.

- Helena tiene una tez tan bella y delicada, pues nació del huevo de un cisne. Puede alegar que su padre es Zeus, le gustan la caza y la lucha y causó una guerra cuando era todavía niña. Y cuando llegó a la mayoría de edad todos los príncipes de Grecia aspiraron a su mano. Ahora está casada con Menelao, hermano del rey supremo Agamenón, pero eso no es un inconveniente, pues puedes conseguirla si quieres.

- ¿Cómo es posible si está ya casada?

- ¡Caramba, qué inocente eres! ¿Nunca has oído que es mi deber divino arreglar esa clase de asuntos? Te sugiero que recorras Grecia con mi hijo Eros como guía. Cuando lleguéis a Esparta él y yo procuraremos que Helena se enamore perdidamente de ti.

- ¿Estás dispuesta a jurarlo? –preguntó Paris, excitado. Afrodita juró solemnemente y Paris, sin pensarlo más, le concedió la manzana de oro.

Pero incurrió el odio encubierto de Hera y Atenea, quienes se alejaron tomadas del brazo a preparar la destrucción de Troya, mientras Afrodita, sonriendo pícaramente se preguntaba cómo podía cumplir mejor su promesa.

(Ovidio: Heroidas XVI 71-3 y v. 35-6; Luciano: Diálogo de los dioses 20; Higinio: Fábula 92.)

El Juicio de Paris es el origen legendario de la Guerra de Troya.Fue el resentimiento de Hera y Atenea lo que motivó en gran parte la guerra de aqueos contra troyanos. Ambas luchan en la guerra de lado de los aqueos, desde que Paris les había negado el premio a su belleza, son hostiles a los troyanos. Sus favoritos son Diomedes, Ulises, Aquiles, Menelao, etc.

Durante la espera para conocer a Helena es cuando se sitúa el reconocimiento de Paris como hijo de Príamo y Hécuba. Después de esto, Paris se aventura a Esparta junto a Eneas, quien lo acompaña por orden de Afrodita, y se produce el rapto de Helena.

El rapto de Helena, junto con el sentimiento de venganza de Hera y Atenea tras el Juicio, son las principales causas de la guerra de Troya, la cual ya estaba destinada a la destrucción desde que Ilo, hijo de Tros, se negó a pagar a los dioses Apolo y Posidón su ayuda para la construcción de las fuertes murallas que rodeaban la ciudad.