El sueño de la razón produce monstruos

viernes, 29 de mayo de 2015

Enquiridión (II)


             Según Epicteto, únicamente aquello que afecta a lo más noble del ser humano, al albedrío o proaíresis, merece el nombre de verdadero bien o verdadero mal.
       Hay cosas que dependen de nosotros y otras que no. Dependen de nosotros la opinión, las inclinaciones, el deseo, la aversión y, en definitiva, todo lo que no son nuestros propios actos. Las cosas que dependen de nosotros son por naturaleza libres, no están sujetas a restricciones ni impedimentos; pero las cosas que no dependen de nosotros son débiles, serviles, están sujetas a restricciones impuestas por la voluntad de otros. Recuera, pues, que si crees libres las cosas que por naturaleza son serviles, y que es tuyo lo que depende de otros, encontrarás impedimentos, te lamentarás, te sentirás turbado, censurarás tanto a los dioses como a los hombres; pero si solo consideras tuyo lo que es tuyo, y de los otros lo que es de los otros, tal como realmente es, nadie te exigirá nada  ni te pondrá obstáculos; y tu nunca censurarás a nadie, ni acusarás a nadie, ni harás nada contra tu voluntad; nadie te perjudicará, no tendrás enemigos, no sufrirás ningún daño.

       Si aspiras a tan altos objetivos, recuerda que no debes regatear esfuerzos para alcanzarlos; además deberás renunciar por completo a algunas cosas y posponer otras para más adelante. Pero si anhelas también tener al tiempo cargos y riquezas, quizás no los consigas si realmente aspiras a aquellos otros grandes objetivos; y, ciertamente, no conseguirás lo único que puede asegurarte felicidad y libertad. [...] (Manual, I)

jueves, 28 de mayo de 2015

Enquiridión (I)

V
            Los hombres se sienten molestos no por las cosas que les suceden, sino por las ideas que tienen acerca de las cosas; por ejemplo: la muerte no es nada terrible, pues, si lo fuera, también a Sócrates se lo habría parecido; por la idea acerca de la muerte, que la muerte es terrible, resulta terrible la muerte. Cuando nos sintamos contrariados, molestos o apenados, nunca deberíamos censurar a otros, sino a nosotros mismos, es decir, a nuestras ideas. Es acción propia de hombres escasamente instruidos censurar a los otros por la mala disposición propia; es acción propia de quien ha comenzado a ser instruido, dirigir la censura a sí mismo; y es propio de aquel cuya instrucción ya se ha completado no censurar a los demás ni tampoco a sí mismo. (Manual, V) [1].




[1]. Cfr. Epicteto, Enquiridión, Prólogo de Agustín López, Traducción de Agustín López y María Tabuyo; José J. Olañeta, Editor, Arts Grafiques, Barcelona, 2007, pág. 35.

¡Es propio de un genio...!

jueves, 14 de mayo de 2015

'De nada, demasiado', amiguete...


        Florentino Pérez: “En el Real Madrid nada es suficiente”

                                                           (El País, 16 de mayo de 2012)