El afilador de cuchillos: principio de parpadeo (1912-1913), la obra más sofisticada de Malévich, se ve como un casamiento entre Mujer de Azul de Léger y Desnudo descendiendo una escalera, nº. 2 de Duchamp, el cual, por su descripción cinemática del movimiento, tiene afinidades con el futurismo italiano.
Hacia finales de 1913, Malévich se interesa por el nuevo estilo cubista sintético de Picasso y esto le llevaría a la abstracción pura, como sucedió en las pinturas de Mondrian. Ninguno de los dos estuvo interesado en el intento del cubismo de contemplar la realidad de una forma más plana.
A finales de 1915, se había transformado a sí mismo “en el cero de la forma”. Lanzó el Movimiento Suprematista; en diciembre de 1915, en 0.10, La última Exposición de Pintura Futurista, expone en Petrogrado cuarenta y seis obras totalmente abstractas, dominadas por Cuadrado negro, que fue colgado en una de las esquinas del espacio asignado a Malévich, como si fuera un icono. Las pinturas fueron acompañadas por El Manifiesto Suprematista (titulado originariamente Del Cubismo al Suprematismo en Arte, del nuevo realismo de la pintura a la creación absoluta) que es la obra maestra de Malévich. Tiene una grandeza apocalíptica, casi bíblica, que los manifiestos italianos nunca alcanzarían.
Los cubistas comenzaron fragmentando y analizando los objetos para, en el caso de Braque, aproximarse a ellos y tocarlos visualmente y, al abrirlos al espacio que los rodeaba, buscaba igualmente tocar el espacio existente entre ellos.
Picasso explotó el punto de vista variable para poseer el objeto en su totalidad. Malévich pensó que lo que estaban haciendo uno y otro era destruir la identidad de las cosas. “Gracias a su pulverización del objeto, los cubistas abandonan el campo de la objetividad”, declaró en 1914. Se refirió al cubismo como “lleno de fuerza explosiva” y estaba convencido de que “toda materia se desintegra en un gran número de partes componentes que son completamente independientes”.
Hacia finales de 1913, Malévich se interesa por el nuevo estilo cubista sintético de Picasso y esto le llevaría a la abstracción pura, como sucedió en las pinturas de Mondrian. Ninguno de los dos estuvo interesado en el intento del cubismo de contemplar la realidad de una forma más plana.
A finales de 1915, se había transformado a sí mismo “en el cero de la forma”. Lanzó el Movimiento Suprematista; en diciembre de 1915, en 0.10, La última Exposición de Pintura Futurista, expone en Petrogrado cuarenta y seis obras totalmente abstractas, dominadas por Cuadrado negro, que fue colgado en una de las esquinas del espacio asignado a Malévich, como si fuera un icono. Las pinturas fueron acompañadas por El Manifiesto Suprematista (titulado originariamente Del Cubismo al Suprematismo en Arte, del nuevo realismo de la pintura a la creación absoluta) que es la obra maestra de Malévich. Tiene una grandeza apocalíptica, casi bíblica, que los manifiestos italianos nunca alcanzarían.
Los cubistas comenzaron fragmentando y analizando los objetos para, en el caso de Braque, aproximarse a ellos y tocarlos visualmente y, al abrirlos al espacio que los rodeaba, buscaba igualmente tocar el espacio existente entre ellos.
Picasso explotó el punto de vista variable para poseer el objeto en su totalidad. Malévich pensó que lo que estaban haciendo uno y otro era destruir la identidad de las cosas. “Gracias a su pulverización del objeto, los cubistas abandonan el campo de la objetividad”, declaró en 1914. Se refirió al cubismo como “lleno de fuerza explosiva” y estaba convencido de que “toda materia se desintegra en un gran número de partes componentes que son completamente independientes”.
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