A la muerte de Sócrates
(399 a. C.), sus discípulos se dispersaron y algunos de ellos fundaron escuelas
filosóficas. Son ellos los que desarrollaron con total independencia algunos de
los temas del pensamiento socrático, pero sufriendo la influencia de múltiples
especulaciones sacadas de los sofistas e incluso de los presocráticos.
El
historiador griego de filosofía clásica, siglo III d. C., Diógenes Laercio, Vidas de los filósofos, Libro VII, destaca siete de los más
representativos: además del historiador Jenofonte y al literato Esquines,
figuran Antístenes, Arístipo, Euclides, Fedón y Platón, la gran excepción de
este grupo al tratarse, nada más y nada menos, que de uno de los más grandes
filósofos que ha habido en el mundo; en su Academia se educó un personaje tan
imprescindible para la Filosofía como Aristóteles. Los cinco últimos fundaron
escuelas filosóficas, a saber:
1. La Academia de Platón.
Será la escuela fundada por Platón en la que se desarrollan
aspectos científicos y psicológicos del socratismo. Partiendo de la búsqueda
socrática de la definición y el concepto, cuando se inspira en el pitagorismo,
Platón hará hincapié en el tema del alma.
La Academia fue, sin duda, la más importante escuela filosófica
que deriva de Sócrates. El resto de ellas, llamadas menores, se ocuparon de los
problemas éticos y expresarán sus diferencias con las doctrinas y enseñanzas de
Platón.
2. La escuela de Megara.
Fue fundada por Euclides de Megara (muerto en 340 a.
C.; no confundir con el Euclides de Alejandría, matemático y geómetra griego,
c. 325-c.265 a. C), seguirá las doctrinas de las escuelas de Elea -Parménides y
Zenón de Elea-, influido vigorosamente por los planteamientos de Sócrates. Por
ejemplo, Euclides identifica el Ser con el Bien y con Dios -no en vano,
Sócrates llega a defender matizaciones próximas al monoteísmo-; además el
pensamiento de Euclides acepta que todas las virtudes se reducen a una sola,
aunque se designen con distintos nombres, idea esta que también se puede
encontrar en Sócrates. Uno de sus seguidores fue Estilpón (muerto en 295 a. C.) que rechazó la teoría platónica de
las ideas, arguyendo que únicamente existe lo singular actual, en nuestro
presente como eje de referencia temporal, y rechaza la existencia de los
géneros y especies universales. La ética de Euclides influye en el estoicismo
de Zenón de Citio, al parecer discípulo de aquél.
3. Las Escuelas de Elis
y Eritrea.
De ellas se conocen poquísimas noticias. Reciben su nombre de
Fedón de Elis, el Fedón del diálogo de Platón, y de Menedemo de Eritrea. El
primero se movió en el campo de la dialéctica al modo de los megáricos y
Menedemo se ocupó especialmente por los asuntos éticos, señalando la unidad del
saber y la virtud.
4. La escuela cínica.
Nota preliminar: del latín cynicus, y este del griego antiguo κυνικός (kynikós), originalmente tomado del
nombre del Κυνόσαργες (Kynósarges), el pórtico donde
enseñaba el filósofo de esta escuela Antístenes, luego reinterpretado como
derivado de κύων (kýōn, "perro").
Tal vez fundada por
Antístenes (c. 445-365 a. C.), discípulo de Gorgias y de Sócrates respectivamente,
quien enseñó en Atenas en un gimnasio denominado Kynosargés (gr. Κυνόσαργες,
'sepulcro de perro'), de donde deriva el término "cínicos" (=perro),
nombre que recibirán más tarde.
Se opuso, también, a la
teoría platónica de las Ideas: solo existe lo que puede ser percibido por los
sentidos, esto es, los individuos y proclamó una ética de la autosuficiencia y
la independencia. Expande la ideal de la vida natural y el cosmopolitismo.
Rechaza el Estado y la familia y mantuvo que el sabio no tiene patria, ni leyes,
ni familia, ni diferencias de clase. La virtud sobra para alcanzar la
felicidad; nada más se requiere. la virtud es la falta de deseos, el carecer de
necesidades, la independencia total, tal y como hizo Sócrates al actuar según
sus propias convicciones aunque le costara la vida. Antístenes, al rechazar el
mundo de las Ideas, pues lo único que existe son los individuos, le dice:
"¡Oh Platón, yo veo el caballo, pero no veo la 'caballidad' ".
Para Antístenes la virtud es
sabiduría; el verdadero bien, la independencia. El hombre sabio provisto de
esta arma, su virtud, no puede ser perturbado por los males de la vida, ni
siquiera por la esclavitud, ni por el temor a la muerte... Estar por encima de
las leyes y de los convencionalismos da autonomía. Es incompatible con las
guerras el Estado ideal o las condiciones de vida en la que todos vivan libres
de deseos e independientes. Es cierto que Sócrates. en ocasiones, se opuso a la
autoridad del gobierno. Estuvo, en cambio, tan convencido de la autoridad del
Estado como tal y de la dignidad de la ley, que no escapó de la cárcel y,
aunque pudo hacerlo, prefirió beber la cicuta que saltarse la legalidad.
Antístenes denunció al Estado
histórico y tradicional y a su ley. Renegó de la religión tradicional. Para él
solo había un Dios: el panteón griego era un conjunto de convenciones. Y la
virtud era el único servicio a Dios: los templos, las plegarias, los
sacrificios, etc. son totalmente condenables y rechazables. Las convenciones y
las costumbres formales ofrecen al hombre muchos dioses, pero por naturaleza
hay solo Uno. Interpreta, por otro lado, los mitos homéricos alegóricamente,
extrayendo y sacando de ellos lecciones y aplicaciones didáctico-morales.
Diógenes de Sínope (muerto c.
324 a. C.) destaca las contradicciones e incoherencias de Antístenes al no
vivir según sus propias convicciones. Desterrado de su país, vivió casi siempre
en Atenas, aunque muere en Corinto. Se tildaba a sí mismo de "el
Perro", y su modelo para la humanidad fue la vida de los animales. Trata
de recuperar los valores y contrapuso a la civilización del mundo helénico la
vida de los animales y de los pueblos bárbaros. Se ha escrito que defendía la
comunidad de mujeres e hijos y el amor libre, mientras que políticamente se proclamaba
cosmopolita. Representa el mejor modelo de la actitud cínica destacando por sus
intensos ataques a los convencionalismos sociales, la búsqueda de lo natural en
la vida de los animales y los pueblos bárbaros y su independencia. Esta escuela
se confundirá, en ocasiones, con el estoicismo y se mantendrá en el tiempo
hasta la caída del Imperio Romano.
5. La escuela de Cirene.
Su fundador fue Aristipo de
Cirene (435-360 a. C.), seguidor de Protágoras y después de Sócrates. Aristipo
es el más genuino representante de la moral hedonista: la única fuente de
conocimiento son las sensaciones y éstas tan solo tienen un valor subjetivo;
representa el relativismo de Protágoras. El objetivo de la moral es perseguir
sensaciones agradables, actuales y sobre todo corporales. Pero al seguir a
Sócrates, defenderá que la razón es la medida de la elección y disfrute de los
placeres. Se acerca mucho a la escuela cínica, especialmente a lo tocante al
rechazo del convencionalismo social.
Y para concluir, con respecto a los
Socráticos menores que acabamos de tratar, Parece que el influjo de Oriente,
siempre superado por el racionalismo del espíritu griego, se consolida
fuertemente en el pensamiento de Antístenes, el hijo de padre ateniense y de
una esclava de Tracia, y de Aristipo, el griego africano de Cirene.
Y frente a todas las escuelas
socráticas menores, aparece Platón que debido a sus avances empieza "la
segunda navegación", como dice él mismo en su diálogo Fedón. Su descubrimiento teórico por excelencia es la metafísica de
lo suprasensible, hallazgo que le coloca en la base misma de las intuiciones
socráticas, alcanzando en Platón resultados tan sublimes y excelsos que hace de
la Filosofía una disciplina de una elevación intelectual extraordinaria.
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