Sócrates (470-399 a. C.), el personaje más enigmático de toda
la Historia de la Filosofía, no escribió nada, pero es el que más ha influido
en el pensamiento europeo. Su discurso está peno de hallazgos y de
especulaciones novedosas que dejan abiertas numerosas cuestiones. Su
razonamiento sobre el alma, a la que limitaba su función: nos hace buenos o
malos, exige una reflexión más profunda. si se sirve del cuerpo o lo domina,
eso quiere decir que se distingue ontológicamente del cuerpo; entonces, ¿qué
es? ¿en qué se diferencia del cuerpo? Algo similar sucede con relación a Dios.
Sócrates le irá haciendo perder rasgos físicos y le transforma en un ser mucho
más puro que el aire-pensamiento de Diógenes de Apolonia, situándose muy por
encima de los filósofos de la naturaleza. La inteligencia divina ¿en qué se
diferencia de la materia física? Sócrates acepta que la esencia del hombre
reside en el alma y que la virtud verdadera se encuentra en el conocimiento y
que la ética se rige por unos principios básicos como el autodominio o la
libertad interior. Con todos, a todas esas cuestiones y a otras muchas serán
los socráticos menores los que proclamen sus especulaciones deductivas en
concordancia con los hallazgos socráticos, aunque tendremos que esperar a los
filósofos del periodo helenista los que den cumplida cuenta al explicar todo
esto que está guardado en germen en los discursos de nuestro filósofo.
Su vida se conoce a través
de Platón, su alumno, quien escribió los Diálogos en los que utiliza a
Sócrates como portavoz. También recibimos noticias de otros muchos, entre los
que hay que destacar al historiador Jenofonte, al escritor Aristófanes o al
mismísimo Aristóteles. No hay seguridad de que las palabras que Platón pone en
boca de Sócrates fueran verdaderamente pronunciadas por él. Lo mismo pasa con
Jesucristo. No podemos estar seguros de que el Jesús histórico
dijera verdaderamente lo que ponen en su boca Mateo, Lucas, Juan o Marcos. Pero
no es tan importante saber quién era Sócrates; es, ante todo, la imagen que nos
proporciona Platón de Sócrates, la que ha inspirado a los pensadores de
occidente, durante casi dos mil quinientos años, lo que importa de verdad.
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