El sueño de la razón produce monstruos

jueves, 25 de octubre de 2012

El Tenorio mágico vs. Halloween (II)

Hans Burgkmair, Los amantes sorprendidos por la muerte (1510).
Grabado en madera, claroscuro. Museo Albertina. Viena

     Tras el Tenorio mágico, subyace la Danza Macabra de la Muerte. La angustia romántica, muy presente también en la cosmovisión barroca, configura hombres tristes, melancólicos, desilusionados…y les hace volver la mirada al pasado medieval y a sus tópicos más frecuentados.

       La vuelta al Medievo como evasión, entre otros mundos y culturas,  del Romanticismo es una de las constantes del nuevo movimiento en toda Europa. Hunde sus raíces ya en el siglo XVIII, sobre todo en la filosofía y la cultura alemana, de donde surge la tendencia Sturm und Drang (Tempestad y Pasión) que defiende la creación literaria ignorando las reglas clásicas.
       Esta nueva sensibilidad se apoyará en los sentimientos, el ensimismamiento, la soledad y en el irracionalismo al negar que la razón pueda explicar el mundo y la vida de los hombres, lo que aporta una inseguridad radical. El desengaño, el tedio y el hastío barrocos vuelven a brotar con mayor fuerza y se produce un violento enfrentamiento con el mundo y una rebelión contra todas las normas morales, sociales, políticas o religiosas.
       Los dramas románticos tendrán como tema principal el amor, un amor absoluto e ideal, que está más allá o más acá de las convenciones sociales. La imposibilidad de lograr un amor puro y perfecto en un mundo hostil y plagado de males permitirá que los finales muy a menudo sean dramáticos. Los protagonistas, impulsados por una pasión absoluta, oscilan de forma abrupta entre la felicidad y la desesperación.
       Un tópico que se repite es la visión espantada ante la muerte de los jóvenes amantes a los que la aparición del fantasma macabro les trunca todo lo que el amor representa: vigor, sensualidad, hermosura, deseo y futuro.
       Hans Burgkmair (Augsburgo, 1473-1531), uno de los grabadores más originales del Renacimiento alemán, ha dejado uno de los grabados sobre madera, al chiaroscuro, de 1510, que alegoriza de modo magistral, el tema de la muerte entre los jóvenes amantes; el grabado lleva el lema Los amantes sorprendidos por la Muerte, que se inserta en esa larga tradición iconográfica.
       La muerte fue también un tema muy frecuente en el arte alemán, muy recurrente desde la Edad Media y  encontró en la miniatura y sobre todo en la estampa el medio más eficaz para ilustrar una idea macabra y desasosegada de la Muerte, como hecho indiscutible y cierto al que tarde o temprano debe enfrentarse el ser humano, al margen del lugar que ocupa en la sociedad estamental. Metaforizada por un esqueleto o un cuerpo en putrefacción, la muerte irrumpe entre los vivos que son arrastrados por esa alegoría siniestra.
       En el grabado de Burgkmair, la intensidad dramática y la impactante crueldad se encuadra en una deixis espacio-temporal de gran atractivo: la ciudad de Venecia.        

         En el grabado de Burgkmair, la intensidad dramática y la impactante crueldad se encuadra en una deixis espacio-temporal de gran atractivo: la ciudad de Venecia. Para la descripción del contenido, seguimos a Leticia Ruiz Gómez [2012: 8]
       La estampa nos muestra un soldado vestido a la romana tendido en el suelo. Con la mano izquierda sostiene aún la espada y, por el suelo, la celada y la rodela; esa imagen hace patenta la inútil lucha entre la Muerte y el hombre, simbolizada aquella como un cadáver con amplias alas.
       “La Muerte se inclina sobre el soldado, aprisionándole el pecho con el pie mientras le desgarra la mandíbula, un gesto brutal que ha sido puesto en relación con las representaciones de Sansón despedazando al león. El terrible espectro se gira en dirección a la muchacha que trata de huir. Un vano intento, pues la Muerte retiene entre sus dientes la túnica de la mujer, una suerte se ménade de semblante despavorido.”
       La representación se escenifica en el pórtico de un palacio, una construcción ornamentada con finos grutescos, tondos y putti, en el que se inserta un friso que presagia la proximidad de la Muerte con la presencia de la calavera y las tibias. Al fondo del pórtico, aparece un rincón del urbanismo veneciano, con palacios coronados de las típicas chimeneas y el avance lento de una góndola por el canal.
     El artista alemán estuvo en Italia hacia 1507 y permaneció un tiempo en Venecia, lo que le sirvió para consolidar su formación renacentista. Venecia, simbiosis de culturas y artes de Oriente y Occidente, siempre amenazada por la peste y las epidemias, que arrasaban gran parte de la población, hizo que la Muerte se transformara en uno de los temas artísticos de la ciudad y de su entorno. Muerte en Venecia (1912), la novela de Thomas Mann, también lleva a la ciudad su idea de este leitmotiv, tan tradicional como inevitable.
                                                                                         A.T.T.

       Bibliografía

       Ruiz Gómez, Leticia (2012), “Estampas, artistas y gabinetes. Breve Historia del grabado. Los amantes sorprendidos por la Muerte 1510”, en Revista de la Fundación Juan March, 414, octubre.

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