El sueño de la razón produce monstruos

sábado, 6 de abril de 2013

El Romanticismo alemán y la formación del Idealismo (II)





Caspar David Fiedridh, Caminante ante un mar de niebla
(Hamburgo, Kunsthalle)
Friedrich expresa aquí de manera emblemática la figura que encarna el romántico Wanderung 
(“el caminar por el mundo”), impulsado por el deseo indefinible de acercarse al infinito, de ensimismarse en la naturaleza en un abrazo casi cósmico.

                Friedrich Hölderlin (1770-1843) y la divinización de la naturaleza.
            Los temas románticos que resuenan en Hölderlin son el amor por la Antigua Grecia, la primacía espiritual de la belleza y de la poesía como únicos medios capaces de captar lo Infinito-Uno, el intenso sentimiento de permanencia a este “Todo” y la divinización de la naturaleza, entendida como origen de Todo (dioses y hombres).
            Su novela Hiperión o el eremita en Grecia (1797-1799) es una especie de novela de formación escrita en estilo epistolar, cuyo protagonista se forma en el caminar por el mundo (la Wanderung romántica). Hiperión es un griego del siglo XVIII que desea luchar por la independencia de su patria en poder de los turcos, y a favor del resurgir de la antigua Grecia. Pero se da cuenta de que los griegos de su época son muy diferentes a los antiguos. A esta amarga desilusión se añade la muerte de su amada Diotima, después de lo cual Hiperión se refugia en Alemania, donde solo encuentra una total incomprensión. Únicamente encuentra la paz cuando se refugia en el seno de la naturaleza divina. Schelling partirá precisamente de esta concepción de la naturaleza para superar a Fichte.
            Sufrió un desequilibrio mental con graves crisis y, a partir de 1806, su estado fue permanente. Su trágico destino le llevó a vivir apartado de todos y después de incertidumbres e incomprensiones, actualmente se le considera uno de los mayores poetas alemanes. Su obra fue definitivamente revalorizada por el filósofo Heidegger (1889-1976).
        


            Friedrich von Hardenberg Novalis (1772-1801) o del idealismo mágico al cristianismo como religión universal.
            Considerado la voz poética más pura del Renacimiento, también fue pensador de inferior importancia, llegó a decir que “el mundo se convierte en sueño, el sueño en mundo”. Su “idealismo mágico”, en Fragmentos, es su gran novedad. Fichte opone al realismo el idealismo gnoseológico-metafísico. El realista convierte en prius al objeto y trata de deducir de éste al sujeto; en cambio, el idealismo considera que el prius es el “yo” y el sujeto, y trata de deducir de él el objeto.

            Johann Gottlieb Fichte (1762-1814) replanteó la filosofía trascendental de Kant transformando el yo pienso kantiano, de mera función unificadora, en actividad creadora. De este modo funda el idealismo moderno. La clarividencia que le llevó a crear una nueva filosofía, consistió en la transformación del yo pienso kantiano en un yo puro, entendido como pura intuición que se autopone, se autocrea, y al ponerse a sí misma esa intuición, crea toda la realidad. Además identifica la esencia de este “yo” con la libertad. Fichte insistió reiteradamente que sus sistema no era sino la filosofía de Kant expuesta mediante un procedimiento distinto al de aquél.. Sin embargo, Kant no se reconoció en la “doctrina de la ciencia” de Fichte. Kante no se equivocaba cuando afirmó: al poner el “yo” como primer principio y al deducir de él la realidad, Fichte creo el idealismo.
            El YO fichteano es el principio originario y absoluto de toda la realidad y se caracteriza esencialmente como ACTIVIDAD que ante todo SE PONE A SÍ MISMA, y, luego, pone TODAS LAS COSAS; de este modo, el YO ES CONDICIÓN INCONDICIONADA de si mismo y de la realidad.
            En la metafísica anterior a Fichte, LA ACTIVIDAD, EL OBRAR, SE CONSIDERABA SIEMPRE CONSECUENCIA DEL SER (operari, seguitur esse); el ser era condición del obrar; la acción se sigue del ser de la cosa; para que una cosa actúe primero tiene que ser; el ser es la condición del actuar. El Idealismo fichteano, en cambio,  da la vuelta al antiguo axioma y afirma que esse sequitur operari: lo cual significa que la acción precede al ser, EL SER ES EL PRODUCTO DE LA ACCIÓN, el ser se deriva de la acción, y no a la inversa. Y, de este modo, EL YO PIENSO KANTIANO, que era la estructura trascendental del sujeto, se convierte en Fichte en actividad, autointuición (aquella intuición intelectual que el mismo Kant consideraba imposible para el hombre), autoposición de la que se deducen todas las cosas; es decir, el YO FICHTEANO es aquella intuición intelectual que Kant consideraba imposible que el hombre poseyera, porque coincidía con LA INTUICIÓN DE UN ENTENDIMIENTO CREADOR. La actividad del yo puro es, en sentido estricto, autointuición, en cuanto autoposición. Fichte llega incluso a utilizar la expresión “yo en sí” para indicar el “yo” como condición incondicionada, que no es un hecho, sino un acto, una actividad originaria. La actividad El yo absoluto no es el yo del hombre individual, al cual pertenece un yo, siempre y en todo caso limitado por el “no yo”.  
            Análogamente, Novalis, seguidor de Fichte, considera el realismo mágico como el antiguo naturalismo ocultista, aquel naturalismo que veía de modo predominante la magia en el objeto. Por el contrario, el idealismo mágico considera la magia auténtica en que la inconsciente actividad generadora del “yo”, engendra el “no yo”. Su novedosa concepción idealista de la realidad es la auténtica concepción mágica, porque muestra cómo todo procede del espíritu, cómo este domina todas las cosas y es un poder soberano absoluto. “Yo = no yo” es la tesis suprema de todas las ciencias. Este es el principio fundamental del “idealismo mágico”[1].
            En la naturaleza y en la divinidad, al igual que en el “yo” existe una idéntica fuerza, un idéntico espíritu. La filosofía es magia, pero el arte lo es aún más. “La poesía capta realmente lo absoluto, es lo absoluto: “La poesía es lo real, lo real verdaderamente absoluto. Este es el núcleo de su filosofía”[2].

            Friedrich Daniel Ernst Schleiermacher (1768-1834): la interpretación de la religión, el relanzamiento de Platón y la hermenéutica.
            Fue el creador del concepto romántico de religión como sentimiento de dependencia radical de la Totalidad.
            “Toda intuición deriva de un influjo del objeto sobre el sujeto que intuye, de una acción originaria e independiente que realiza el objeto y que el sujeto acoge, comprende y concibe en conformidad con su naturaleza”.
            En consecuencia, la intuición es la acción de lo infinito sobre el hombre; el sentimiento es la respuesta del sujeto: su estado de ánimo, la reacción de la conciencia. Este sentimiento que acompaña a la intuición de lo infinito es un sentimiento de total dependencia del sujeto con respecto a lo infinito. El sentimiento religioso, pues, es un sentimiento de “dependencia total” del hombre (finito) con relación a la Totalidad (infinito). La religión, pues, es una relación entre el hombre y la Totalidad originándose un sentimiento de plenitud.
            Con el tiempo, Schleiermacher considerará el cristianismo como religión preferente y concede a Cristo un papel de Mediador y Redentor con rasgos divinos que al principio le negó.
            Al considerar la religión como intuición del infinito, se produce en su obra un relanzamiento de Platón y se le considera como un precursor de la Hermenéutica actual, como técnica de comprensión e interpretación de los escritos, especialmente las Sagradas Escrituras. También defiende que el conocimiento como tal se caracteriza por una comprensión global de la estructura interpretativa. Hay que comprender el todo para poder entender cada una de sus partes y sus elementos constitutivos.



[1]. Novalis escribió la novela Los discípulos de Sais: “A uno le cupo la oportunidad de levantar el velo de la diosa de Sais. Y bien, ¿qué vio? Se vio –maravilla de las maravillas- a sí mismo.”
[2]. En ese concepto se basa la novela inconclusa Heinrich von Ofterdingen, en la que se mezcla el ensueño y realidad, poesía y prosa. La novela cuenta la historia del joven Heinrich, que busca la “flor azul” que un día vio en su sueño y que desde entonces siempre ha añorado.
            El inglés romántico Samuel Taylor Coleridge (1772-1834) expresa esa misma idea así: “¿Y si durmieras? ¿Y si en tu sueño, soñaras? ¿Y si soñaras que ibas al cielo y allí recogieras una extraña y hermosa flor? ¿Y si cuando despertaras tuvieras la flor en la mano? ¿Oh, entonces qué?”.

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