El sueño de la razón produce monstruos

jueves, 9 de enero de 2014

El mito de la Palabra creadora (y III)


Como decíamos anteriormente, en el prólogo al Evangelio de San Juan, se habla del Logos eterno (Palabra) que está junto a Dios, a través del cual fueron creadas todas las cosas y que ilumina a todo hombre que viene a este mundo.
         El texto de Juan es trascendental a este respecto. Es una pieza teológica solemne, con forma rítmica en el que se canta a Jesucristo como Palabra creadora que se ha encarnado. Logos, en griego, significa "Palabra" o "Verbo", que en este Prólogo es la Palabra creadora, reveladora y salvadora manifestada en el Antiguo Testamento y revelada en el Nuevo como una persona divina.
"1. En el principio existía la Palabra y la Palabra estaba con Dios, y la Palabra era Dios.
2. Ella estaba en el principio con Dios.
3. Todo se hizo por ella y sin ella no se hizo nada de cuanto existe.
4. En ella estaba la vida y la vida era la luz de los hombres,
5. y la luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no la vencieron.
6. Hubo un hombre, enviado por Dios: se llamaba Juan.
7. Este vino para un testimonio, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por él.
8. No era él la luz, sino quien debía dar testimonio de la luz.
9. La Palabra era la luz verdadera que ilumina a todo hombre que viene a este mundo.
10. En el mundo estaba, y el mundo fue hecho por ella, y el mundo no la conoció.
11. Vino a su casa, y los suyos no la recibieron.
12. Pero a todos los que la recibieron les dio poder de hacerse hijos de Dios, a los que creen en su nombre;
13. la cual no nació de sangre, ni de deseo de hombre, sino que nació de Dios.
 [...]"

         Esta misma palabra divina, eterna, creadora e iluminadora entró en la Historia asumiendo la naturaleza humana (encarnación):
       "14. Y la Palabra se hizo carne, y puso su Morada entre nosotros, y hemos contemplado su gloria, gloria que recibe del Padre como Hijo único, lleno de gracia y de verdad. "  (Jn. 1, 14).
            La importancia de este texto radica en que subraya todas las resonancias que en un griego podía tener el término Logos, de compleja traducción: razón, palabra, pensamiento y comunicación.
            Según Aristóteles, cuando define hombre afirma que es el "animal que posee Logos", y el Logos es lo más divino que hay en él. Heráclito ya había hablado de un Logos universal que lo rige todo. Los estoicos afirman también la existencia de un Logos eterno, que dirige el mundo y que es su ley, su providencia, y entendían el Logos humano como una participación de ese Logos divino. Los neoplatónicos, por su lado, situaban después del Uno, inaccesible e inefable, una "mente o pensamiento universal", hipóstasis intermedia entre la unidad trascendental y la divinidad de lo existente, interpretando de este modo metafísico el tema del demiurgo creador del Timeo de Platón.
         Con ese trasfondo común, parece más que lógico que los cristianos se acercaran a las doctrinas estoicas y neoplatónicas al texto de Juan y que sintiera algo parecido a una anticipación pagana, que emanaba de esa luz natural divina de la razón, de la verdad cristiana.
         Por otro lado, Juan asegura que ese Logos "ilumina a todo hombre que viene a este mundo", lo que implica que todo hombre, con independencia de raza, condición social o cosmovisión, puede recibir la iluminación de Dios y vivir en la verdad.
         Lo que para los judíos había sido la Ley y los profetas, lo era el Logos eterno para los paganos. Y si Dios habló al pueblo judío por la Sagrada Escritura en el Antiguo Testamento, a otras gentes y otras civilizaciones les transmitió su sabiduría por medio del Logos. Para los cristianos, la cultura pagana tenía "verdad", a veces mezclada con errores y fragmentaria, algunas veces incomprensibles, pero ningún obstáculo podía impedir que los cristianos la hicieran suya y la integraran a la "Verdad plena".
         Los cristianos sintieron que el Logos encarnado, humanizado (Cristo), como verdad cierta de Dios, era lo que les permitía distinguir y filtrar las "verdades" las "verdades" que los hombres habían podido vislumbrar al margen de la historia de la revelación. Y así las "verdades de los clásicos" es como se integran en la "Verdad" del cristianismo. Y aquellas verdades se consideraron como "indicios" y "anticipaciones" que alcanzan su plenitud en el Logos humanizado, en Cristo Jesús, redentor y salvador.
         Todo esto llevó al pensamiento de los Padres de la Iglesia una actitud positiva frente ala cultura y la filosofía pagana y con sus instrumentos fueron configurando la cosmovisión cristiana del mundo y del hombre. De ahí que sea preciso reconocer que la fe cristiana se helenizó, aunque la doctrina revelada por el Logos encarnado sea la primera y principal, valorando la razón y la filosofía como elementos subordinados a la fe revelada.

Bibliografía:
"Evangelio según San Juan" en Sagrada Biblia, Madrid, Bac, 2011.   
GARRIDO, Juan José, El Pensamiento de los Padres de la Iglesia, Madrid, Akal, 1997.

PLATÓN, Timeo, Madrid, CSIC, 2012.

1 comentario:

Anónimo dijo...

El logos aparentemente es un lenguaje magico o milagroso.El verbo creador. Cierto lenguaje que puede materializar o que enlaza con los angeles y dios espiritu