El sueño de la razón produce monstruos

viernes, 12 de octubre de 2012

El Barroco, un arte de crisis

   José de Ribera, El patizambo o El niño cojo (1662). Museo del Louvre, París


               Representa a un joven con el pie deforme; no puede pisar con el talón. Muestra su sonrisa al espectador que puede apreciar la falta de dientes. En la mano tiene un cartel en el que pide, en latín, limosna por el amor de Dios (DA MIHI ELEMO/SINA PROPTER AMOREM DEI). Este papel era necesario para poder ser reconocido en Nápoles por las autoridades como un pordiosero, con derecho a poder mendigar. Con el mismo brazo sujeta la muleta en la que se apoyaría al andar, y que lleva apoyada en el hombro para divertirse.

La conciencia social de crisis es específica del hombre del siglo XVII. Y esa imagen del mundo y del hombre les aporta una cosmovisión donde reina un desorden íntimo generalizado.
El hombre barroco en europa es un hombres triste; vive un pesimismo inspirado por las calamidades y los desastres de la guerra: hambrunas, pestes, desórdenes militares y muerte por campos y ciudades.
La conciencia del mal y del dolor la expresa Céspedes con una frase excelente:
"No vio el orbe más depravado siglo".
Fueron décadas durísimas que crean y difunden el desencanto, la desilusión. En Francia, se hablará de chagrin; R. Brurton  escribe Anatomy of melancholy (1621), y la acedía es un estado de ánimo que revelan reiteradamente las letras españolas. Se ve al hombre atacado de gran locura. La filie est général escribirá Mathurin Régnier, Quevedo llega observa Los delirios del mundo que hoy parece estar furioso. Diego Saavedra Fajardo denuncia las locuras de Europa.
En el teatro se introduce la figura del gracioso, como ejemplo de la figura del loco: Que loco a este loco excede, a escribir Lope de Vega en su comedia Lo cierto de lo dudoso. Otro reflejo de la locura del mundo es la repulsiva costumbre de la Corte española de servirse de bufones como errores de la naturaleza, dirá Saavedra Fajardo (Empresa LXXII).
De todo esto surgirán los tópicos de El mundo al revés, El mundo como mesón, La venta del mundo o El mundo como teatro, grandioso tópico este que Calderón llevó a su cénit, como bien señala Maravall.

A.T.T.

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