Antonio de Zamora (Madrid, 1660-Ocaña, 1728), No hay plazo que no se cumpla ni deuda que
no se pague o convidado de piedra (Teatro de la Cruz de Madrid, 9 de
septiembre de 1713).
Antonio de Zamora, además de cortesano,
gentilhombre de la Casa del Rey y oficial de la Secretaria de Indias, fue
dramaturgo meritorio y muy apreciado cuando representaba con éxito en el
Coliseo del Buen Retiro o en el Salón de Palacio así como en los teatro
públicos de Madrid. A principios del s. XVIII, fue uno de los escritores que
perfeccionó las comedias de magia, de santos, de aventuras, de bandoleros…
Fue partidario de los Borbones tras la
muerte de Calos II y celebró la entrada de Felipe V en Madrid con el auto
sacramental El pleito matrimonial del cuerpo y el alma (1701).
No hay plazo que no se cumpla
ni deuda que no se pague, y convidado de piedra venía representándose cada
año el Día de Difuntos desde que se estreno en 1713, en el Teatro de la Cruz de
Madrid, el 9 de septiembre.
Este
evento se convierte en costumbre anual, en requisito imprescindible del mes de
noviembre, enraizando de este modo una larga tradición española que ha
perdurado casi ininterrumpidamente hasta la actualidad.
Más
tarde fue sustituida por la de José Zorrilla. De modo que cronológicamente el
orden de representación en la Fiesta de Difuntos es el siguiente:
Tirso de Molina (1612-1625), El burlador de Sevilla y convidado de piedra, cuyo precedente bien
pudiera ser Tan largo me lo fiais;
Antonio de Zamora (1713-1744), No hay plazo que no se cumpla ni deuda que no se pague, y convidado de
piedra.
Julio Caro Baroja sugiere que Antonio de Zamora entendió que el
Don Juan de Tirso era susceptible de
un desarrollo más efectista y lo reelaboró a su manera para el teatro hasta
llegar al siglo XIX.
En su refundición del mito, en 1744, Don Juan perseguido por
Filiberto Gonzaga y por doña Ana de Ulloa, el seductor escapa del rey y acude
al banquete con la estatua del comendador. Ante la muerte segura, consiente
salvar su alma. Y esta fue la adaptación que parece que desplazó al Don Juan de Tirso, antes del estreno del
Don Juan de Zorrilla.
José Zorrilla (1844), Don
Juan Tenorio.
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