Hans Burgkmair, Los amantes sorprendidos por la muerte (1510).
Grabado en madera, claroscuro. Museo Albertina. Viena
Tras el Tenorio mágico, subyace la Danza
Macabra de la Muerte. La angustia romántica, muy presente también en la
cosmovisión barroca, configura hombres tristes, melancólicos, desilusionados…y
les hace volver la mirada al pasado medieval y a sus tópicos más frecuentados.
La vuelta al Medievo como evasión, entre
otros mundos y culturas, del
Romanticismo es una de las constantes del nuevo movimiento en toda Europa.
Hunde sus raíces ya en el siglo XVIII, sobre todo en la filosofía y la cultura
alemana, de donde surge la tendencia Sturm
und Drang (Tempestad y Pasión) que defiende la creación literaria ignorando
las reglas clásicas.
Esta nueva sensibilidad se apoyará en los
sentimientos, el ensimismamiento, la soledad y en el irracionalismo al negar
que la razón pueda explicar el mundo y la vida de los hombres, lo que aporta una
inseguridad radical. El desengaño, el tedio y el hastío barrocos vuelven a brotar
con mayor fuerza y se produce un violento enfrentamiento con el mundo y una
rebelión contra todas las normas morales, sociales, políticas o religiosas.
Los dramas románticos tendrán como tema
principal el amor, un amor absoluto e ideal, que está más allá o más acá de las
convenciones sociales. La imposibilidad de lograr un amor puro y perfecto en un
mundo hostil y plagado de males permitirá que los finales muy a menudo sean
dramáticos. Los protagonistas, impulsados por una pasión absoluta, oscilan de
forma abrupta entre la felicidad y la desesperación.
Un tópico que se repite es la visión
espantada ante la muerte de los jóvenes amantes a los que la aparición del
fantasma macabro les trunca todo lo que el amor representa: vigor, sensualidad,
hermosura, deseo y futuro.
Hans Burgkmair (Augsburgo, 1473-1531),
uno de los grabadores más originales del Renacimiento alemán, ha dejado uno de
los grabados sobre madera, al chiaroscuro,
de 1510, que alegoriza de modo magistral, el tema de la muerte entre los
jóvenes amantes; el grabado lleva el lema Los
amantes sorprendidos por la Muerte, que se inserta en esa larga tradición
iconográfica.
La muerte fue también un tema muy
frecuente en el arte alemán, muy recurrente desde la Edad Media y encontró en la miniatura y sobre todo en la
estampa el medio más eficaz para ilustrar una idea macabra y desasosegada de la
Muerte, como hecho indiscutible y cierto al que tarde o temprano debe
enfrentarse el ser humano, al margen del lugar que ocupa en la sociedad estamental.
Metaforizada por un esqueleto o un cuerpo en putrefacción, la muerte irrumpe
entre los vivos que son arrastrados por esa alegoría siniestra.
En el grabado de Burgkmair, la intensidad
dramática y la impactante crueldad se encuadra en una deixis espacio-temporal
de gran atractivo: la ciudad de Venecia.
En
el grabado de Burgkmair, la intensidad dramática y la impactante crueldad se
encuadra en una deixis espacio-temporal de gran atractivo: la ciudad de
Venecia. Para la descripción del contenido, seguimos a Leticia Ruiz Gómez
[2012: 8]
La estampa nos muestra un soldado vestido
a la romana tendido en el suelo. Con la mano izquierda sostiene aún la espada
y, por el suelo, la celada y la rodela; esa imagen hace patenta la inútil lucha
entre la Muerte y el hombre, simbolizada aquella como un cadáver con amplias
alas.
“La Muerte se inclina sobre el soldado,
aprisionándole el pecho con el pie mientras le desgarra la mandíbula, un gesto
brutal que ha sido puesto en relación con las representaciones de Sansón
despedazando al león. El terrible espectro se gira en dirección a la muchacha
que trata de huir. Un vano intento, pues la Muerte retiene entre sus dientes la
túnica de la mujer, una suerte se ménade de semblante despavorido.”
La
representación se escenifica en el pórtico de un palacio, una construcción
ornamentada con finos grutescos, tondos y putti,
en el que se inserta un friso que presagia la proximidad de la Muerte con la
presencia de la calavera y las tibias. Al fondo del pórtico, aparece un rincón
del urbanismo veneciano, con palacios coronados de las típicas chimeneas y el
avance lento de una góndola por el canal.
El artista alemán estuvo en Italia hacia
1507 y permaneció un tiempo en Venecia, lo que le sirvió para consolidar su
formación renacentista. Venecia, simbiosis de culturas y artes de Oriente y
Occidente, siempre amenazada por la peste y las epidemias, que arrasaban gran
parte de la población, hizo que la Muerte se transformara en uno de los temas
artísticos de la ciudad y de su entorno. Muerte en
Venecia (1912), la novela de Thomas Mann, también lleva a la ciudad su idea
de este leitmotiv, tan tradicional
como inevitable.
A.T.T.
Bibliografía
Ruiz Gómez, Leticia (2012), “Estampas,
artistas y gabinetes. Breve Historia del grabado. Los amantes sorprendidos por
la Muerte 1510”, en Revista de la
Fundación Juan March, 414, octubre.
No hay comentarios:
Publicar un comentario