El sueño de la razón produce monstruos

miércoles, 17 de octubre de 2012

Simón Bolivar: contexto político, social y militar (I)

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La España del siglo XVIII participó en casi todos los conflictos coloniales internacionales lo que no pudo por menos que afectar también a América española; con todo, las colonias hispanoamericanas durante el siglo XVIII fueron prácticamente las mismas. Así España intervino en las siete grandes guerras del siglo y en otras de menor alcance:
            a) La Guerra de Sucesión Española (entre 1702 y 1714), tras la muerte de Carlos II en noviembre de 1700. El conflicto dinástico se internacionaliza y se extiende desde España hasta Francia, Alemania meridional, Países Bajos y el mar del Norte. Carlos II, en 1700, en testamento anula la designación del archiduque Carlos de Austria (hijo del emperador Leopoldo I) como heredero de la corona española con América y los Países Bajos, y nombra heredero universal de la misma a Felipe de Borbón, duque de Anjou, por presiones de su abuelo Luis XIV, del Consejo de Castilla y de la Curia romana (Inocencio XII). En 1701 llega Felipe V a Madrid y es proclamado rey por las Cortes y aceptado por el pueblo. Matrimonio con la princesa María Luisa de Saboya (13 años). Ante esto, se produce la Alianza de Inglaterra, Holanda, Austria, Prusia, Hannover y el Imperio contra los Borbones. Con la  Paz de Utrecht (1713) se produce un nuevo reparto de las posesiones españolas; Felipe V es reconocido rey de España y de las colonias americanas, pero los territorios europeos de la monarquía pasan a Austria; Sicilia a los Saboya y las fortalezas de Bélgica a los Países Bajos; Inglaterra obtiene Gibraltar y Menorca y el monopolio del comercio de esclavos con América (Tratado de asiento de negros). Con la toma de Barcelona por Felipe V (1714), el emperador Carlos VI acepta el nuevo ordenamiento de Utrecht por la paz de Rastatt y Baden. Inglaterra se convierte en el árbitro de Europa y en la mayor potencia marítima del mundo.

            b) La Guerra de la Oreja de Jenkins o la Guerra del Asiento se inicia en 1739 entre Gran Bretaña y España (ayudada en esta ocasión por Francia que envió una flota de guerra al Caribe). Inglaterra trata de burlar los acuerdos del Tratado de Utrech, que permitían el comercio británico con las colonias españolas de América (por medio del derecho de asiento y navío de permiso), pero con fuertes restricciones. Descontentos los comerciantes británicos, empiezan con el contrabando; en 1731, el contrabandista Robert Jenkins, al mando del Rebecca, fue capturado por un barco español amparado en el derecho de visita. El capitán pirata inglés se vio obligado a entregar su cargamento y luego, en castigo, le cortaron una oreja. Se repitieron hechos similares y el tema fue debatido en el Parlamento británico en 1738; al año siguiente, el primer ministro británico, Robert Walpole, presionado por la Cámara de los Comunes, envían una escuadra a Gibraltar y Felipe V suspende el derecho de asiento y declara la guerra a Gran Bretaña. Las hostilidades duraron desde 1739 a 1741, especialmente en el continente americano, en que se enfrentaron las flotas y tropas coloniales de España y Gran Bretaña. A partir de 1742 aquella contienda se convirtió en un episodio de la Guerra de Sucesión Austríaca o Guerra del Rey Jorge en el escenario americano (1740-1748), tras la muerte del archiduque de Austria Carlos VI y Emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, desencadenado por las rivalidades sobre los derechos hereditarios de la Casa de Habsburgo.

            c) La Guerra de los Siete Años (1756-1763). Entre 1740 y 1763, las tensiones entre las naciones europeas darán lugar a las guerras de Sucesión Austriaca y a la de los Siete Años. Esta última es causada por la lucha que se produce entre Austria (del antiguo imperio austrohúngaro) y Federico II el Grande de Prusia al querer controlar ambas potencias Silesia   (región de Europa central que abarcaba el suroeste de Polonia, algunas áreas de de la actual Moravia Septentrional y de los estados de Brandeburgo y Sajonia, en Alemania). También contribuyeron a la Guerra de los Siete Años, poderosamente, las rivalidades entre Inglaterra y Francia con el fin de lograr la supremacía colonial en América del Norte y en la India. Las principales potencias europeas se dividieron en dos bloques; por un lado, Prusia, Gran Bretaña y Hannover y, por otro, Austria, Sajonia, Francia, Rusia, Suecia y España.
            En territorio norteamericano se llamó Guerra Francesa e India, en la que participaron Gran Bretaña y sus colonias contra Francia y sus aliados algonquinos[1] por el control y dominio del territorio norteamericano. La victoria de Gran Bretaña hizo que Francia perdiera todas sus posesiones en América del Norte. En Asia, los británicos logran el dominio de la India tras las Guerras de Carnatic, que se libraron en un territorio situado en la costa este del sur de la India.
           
            d) La Guerra de Independencia de los EE.UU. A finales del siglo XVIII los Estados Unidos eran solo una franja de colonias situadas entre la costa del Atlántico y un enorme territorio inexplorado por el oeste. Gran Bretaña, la principal potencia económica, militar y política del mundo, dominaba los mares. La victoria de las 13 colonias inglesas (el 2 de julio de 1776, el II Congreso Continental declara la independencia) fue posible por la ayuda que recibieron de los enemigos de Gran Bretaña, puesto que ésta había socavado, tras la Guerra de los Siete Años, la presencia de Francia y España en América del Norte y Central. Las coronas borbónicas de España y Francia se alían con los independentistas para debilitar a Gran Bretaña. Así el militar francés, amigo de George Washington, el marqués de La Fayette, luchó junto a los colonos rebeldes y en la campaña de Virginia hizo que los británicos se rindieran en Yorktown. España, por otro lado, realizó préstamos indirectos al ejército emancipador; en los puertos de Cuba se repararon barcos norteamericanos y, lo más importante, fue la victoria española en la Batalla de Pensacola (1781) por la que España recupera temporalmente la Florida, al tiempo que el sur queda liberado de la presión anglosajona. Posteriormente, en 1787, se redacta la Constitución, que fue jurada por el primer presidente George Washington; aquel texto constitucional inspiraría las guerras de independencia de las colonias hispanoamericanas.

            e) La Guerra de los Pirineos o del Rosellón, también llamada de la Convención  (1793-1795). En esta se enfrenta España a la Francia revolucionaria durante Convención Nacional o Asamblea constituyente (1792) formada durante la Revolución Francesa (abolió la monarquía, proclamó la I República y, al año siguiente, condenó a muerte a Luis XVI). Manuel Godoy, después de la ejecución de Luis XVI (21 de enero de 1793), el hombre fuerte del gobierno español, firma una alianza antifrancesa con Gran Bretaña (1795). Las tropas españolas al mando del general Antonio Ricardos Carrillo de Albornoz toman el Rosellón (uno de los condados de la Alta Edad Media que formaron parte del territorio de la Marca Hispánica) y la flota angloespañola ayuda a los realistas en Tolón (capital de la Provenza, junto al mar Mediterráneo). Sin embargo, los republicanos penetraron en Cataluña, el País Vasco y Navarra y ocupan Miranda de Ebro. Godoy se vio obligado a firmar la Paz de Basilea (1795), sin contar con los aliados, por la que España reconocía la República Francesa, cedía a Francia la parte española de la isla de Santo Domingo[2] a cambio de devolver los territorios invadidos en la Península por los republicanos y se restablecían las relaciones comerciales. Por aquel tratado Godoy fue nombrado Príncipe de la Paz. Desde entonces la política exterior española quedó condicionada a los intereses franceses frente a Gran Bretaña.

            f) La Guerra con Inglaterra (octubre de 1796). Tras firmar el I Tratado de San Ildefonso (agosto de 1796), alianza ofensiva y defensiva a perpetuidad entre España y el Directorio francés, entra en Guerra con Gran Bretaña. La flota española, al mando de Cordova es derrotada por la inglesa de Jerwis, frente al cabo de San Vicente, saliente rocoso al sur de Portugal, en el Atlántico.

            g) La Guerra de las Naranjas (1801). Se enfrenta Portugal contra Francia y España. Napoleón I Bonaparte, por el II Tratado de San Ildefonso (1800)[3], impele, por medio de España, a Portugal a que rompa con Inglaterra y a que cierre sus puertos al comercio británico. Ante la negativa portuguesa a someterse a las presiones franco-españolas se desencadena este breve conflicto bélico; terminó con el Tratado de Badajoz (1801) por el que España obtiene la plaza de Olivenza, actual municipio de Badajoz.
            Un año después, 1802, se firma la Paz de Amiens entre España, Francia, Inglaterra y Holanda. España e Inglaterra permutan las islas de Trinidad y Menorca. Poco después se reanudan las hostilidades entre Francia e Inglaterra; Godoy busca la neutralidad, pero es obligado por Francia a firmar un tratado de subsidios (1803) por el que tiene que ayudar económicamente a Napoleón.

            h) La Guerra contra Inglaterra (1804). Ante la agresión de la flota inglesa Carlos IV declara la guerra a Inglaterra. Nueva Alianza hispano-francesa. El 21 de octubre de 1808, en el cabo de Trafalgar (Cádiz),  la escuadra franco-española fue derrotada por la flota británica al mando del almirante británico Horatio Nelson. En el contexto de las llamadas Guerras Napoleónicas esta derrota supuso el declive del poderío naval español y, por contra, la superioridad británica en los mares, desbaratando para siempre el proyecto del emperador Napoleón I Bonaparte de invadir Gran Bretaña.
                                                                                                               A.T.T.

[1]. Estos indios ocupaban gran parte del territorio canadiense al sur de la bahía de Hudson entre las montañas Rocosas y el océano Atlántico.

[2] . Ant. La Española o Hispaniola, isla de las Antillas, la segunda más grande del Caribe, actualmente divida en dos países: Haití y La República Dominicana.

[3]. Por ese segundo tratado España entrega a Francia la Luisiana y recibe como contrapartida la creación por Francia  del reino de Etruria en Italia para el duque de PARMA, yerno de Carlos IV. Se mantiene la alianza antibritánica.

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