Todos los artefactos humanos (lenguaje, leyes, ideas, hipótesis, instrumentos, vestido, ordenadores) son extensiones del cuerpo físico o de la mente, señalan Marshall y Eric McLuhan(Las leyes de los medios, traducción de Eva Aladro Vico, en CIC, 2009, vol. 14, pp. 285 y ss.) El Homo Faber, el hombre que fabrica herramientas, lleva muchísimo tiempo tratando de extender algunos de sus órganos sensoriales; esto afecta al resto de sus sentidos o facultades. Casi siempre el ser humano ha obviado sus comentarios y observaciones a este respecto.
Edward T. Hall (The Silent Language) fue el primero en nuestra época en señalar el hecho de que todos los artefactos son extensiones humanas; aunque anteriormente Emerson ya apuntó que "todas las herramientas y artefactos de la tierra son simplemente extensiones de nuestros miembros y nuestros sentidos. El cuerpo humano es el edificio de los inventos, la oficina de patentes, en la que existen modelos a partir de los cuales se llevaron a cabo todas las ideas." (Works and Days, p.151).
Hans Hass (The Human Animal) considera ese poder de crear órganos protésicos adicionales como un avance evolutivo de consecuencias imprevisibles.
Las Leyes de los Medios son observaciones sobre los artefactos humanos y su incidencia en la sociedad y en el hombre mismo, porque todo artefacto es un avance para realizar algo, amén de una extensión del cuerpo mediante la adición de órganos artificiales (civilización). Un aspecto que Hass no contempla son los efectos de esos artefactos en la personalidad humana; es la llamada ingenuidad técnica.
A.T. W. Simeon (Man´s Presumptuous Brain; El Presuntuoso Cerebro Humano) señala que el hombre no puede estar muy seguro de sí mismo cuando usa sus propios artefactos, porque muchos de sus institnos animales han quedado inútiles por el uso de aquéllos.
El uso de herramientas y el dominio del fuego, hace aproximadamente un millón de años, introdujeron artefactos que el córtex podía utilizar por sí mismo con intenciones vitales. Estos artefactos no tienen relación con la organización del cuerpo y, por tanto, no tienen que integrarse en el funcionamiento del tallo cerebral. El diencéfalo (compuesto de tálamo, hipotálamo, subtálamo y epitálamo), principal regulador del tallo cerebral, continúa funcionando como si los artefactos creados no existieran. Así, el uso de artefactos por el hombre dejó muchos de sus instintos animales completamente inútiles.
Anthony Storr, en Human Agression, destaca que las armas de fuego y las bombas que facilitan la destrucción y la muerte a grandes distancias parecen librar de responsabilidad a quienes las utilizan. Lorenz, en On Agression, señala que la humanidad se habría destruido a sí misma con sus primeros inventos si no fuera porque los inventos y la responsabilidad son logros de la misma facultad específicamente humana de hacerse preguntas: desde los presocráticos, pasando por Sócrates, Platón, Aristóteles, Descartes, Hume, Kant..., hasta los filósofos y pensadores de hoy.
Otro efecto que se produce en el hombre mismo es que el uso de dispositivos modifica profundamente su naturaleza y su propia imagen. Emerson dirá: "Estas herramientas tienen algunas propiedades que podemos cuestionar. Son reactivas. La maquinaria es agresiva. El tejedor se enreda en la red, el maquinista en una máquina. Todas las herramientas son en cierto sentido herramientas de mucho filo, herramientas peligrosas. Un hombre construye una casa muy bonita; ahora es su propietario, y tiene que ocuparse de ella de por vida; tiene que vigilarla [...]. Un hombre tiene una reputación, y ya no es libre, sino que tiene que mantener el respeto propio. Un hombre hace un cuadro, o un libro, y si tiene éxito, es mucho peor para él que si no lo tuviera. [...] La maquinaria deshace al hombre. Ahora, que tenemos máquinas tan perfectas, el ingeniero ya no existe". (Works and Days)
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