El sueño de la razón produce monstruos

miércoles, 1 de agosto de 2012

Mammon ataca... ¡Indignaos!


        


Mammon 1884-1887

Óleo sobre lienzo

Tate Moderm: presentado por el artista en 1897



            George Frederich Watts y otros pintores se empiezan a cuestionar las ventajas y objetivos de la industria y el mercado moderno, además de sus consecuencias sociales.

            El progreso y la prosperidad se han convertido en nuestros auténticos dioses, pero ese culto no da la felicidad a los hombres.

            El Criticón II, crisi III, cuyo lema es La cárcel de oro y calaboços de plata, de Baltasar Gracián, ya denuncia las miserias de las riquezas.

            En ese capítulo citado, un criado de Salastano cuenta a Critilo y Andrenio, los peregrinos de la vida, lo que les ocurrió a los franceses con la Fortuna y las Indias; y a continuación, les dice que ese raro prodigio es haber encontrado un amigo verdadero. Ese amigo es Gerión[1], uno de los múltiples guías de la novela alegórica, prototipo de la amistad, un hombre compuesto de tres, pues tenía tres cabezas, seis brazos y seis piernas, aunque un solo corazón.

            El criado solicita a Gerión su amistad para su amo; entonces Gerión entrega al criado de Salastano un lámina con tres retratos: los de Salastano, Critilo y Andrenio, con lo que así quedó sellada la amistad entre los tres.

            Luego Andrenio y Critilo pasan los Pirineos, que separan España de Francia en lo material, pero muy distantes en lo político. Un francés, llamado Mosiur les sale al encuentro y les conduce a un rico palacio todo hecho con plata y oro, habitado por un príncipe, nuevo Midas, pues convertía en oro todo lo que tocaba, de puertas cerradas, pero fáciles de abrir con una mazo de oro, la Cárcel de oro...

            Una vez dentro, los peregrinos notaron que más que palacio aquello era una prisión, donde se veía a un cortesano con grillos de oro, a una mujer bella sujeta con una cadena al cuello y hombres sin corazón y sin entrañas. Por fin descubren al dueño del palacio, no en rico trono, sino en estrecho calabozo, falto de luz por no gastar, personificación del interés y de la avaricia. Su aspecto era horrible, sin que se fiase de nadie... Y allí quedaron presos del Interés los dos peregrinos.

            La pintura de Watts y el capítulo 3 de El Criticón, II, de Gracián, alegorizan  esa supuesta deidad, el malvado Mammon, el nuevo Midas. Lo simbolizan ambos artistas como un déspota salvaje, una configuración fea y necia, un ogro avaro que protege sus riquezas desconfiando y esclavizando a los demás.

            En el cuadro, ese ogro aparta a una bella joven con una mano y aplasta a un muchacho con un pie. Gracián transforma el palacio en una cárcel y en ella aparecen un cortesano con grilletes de oro, una bella joven atada con una cadena al cuello y hombres sin corazón y sin entrañas como los que mueven los mercados actualmente.







[1]. En la mitología griega, Gerión (en griego antiguo Γηρυών Gêruôn o Γηρυόνης Gêruônês) era un monstruoso gigante, hijo de Crisaor y Calírroe.

    Gerión es descrito como un ser antropomorfo formado por tres cuerpos, con sus respectivas cabezas y extremidades, según la mayoría de las versiones.



     

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