El sueño de la razón produce monstruos

miércoles, 23 de octubre de 2013

ALEJANDRÍA, CAPITAL CULTURAL DEL MUNDO HELENISTA (I)




         Hablar del “mundo helenista” es hablar del mundo habitado de entonces. Las conquistas de Alejandro, sucesor de Felipo II, habían conectado el Oriente Próximo hasta la India y el Occidente hasta Libia, surgiendo una nueva civilización.

            La ciudad de Alejandría, en el delta del Nilo, fue fundada por el mismo Alejandro en el año 331 a. C. Ptolomeo I Soter, uno de sus sucesores (323-283 a. C.), tuvo la voluntad política de construir en esta ciudad una biblioteca capaz de salvaguardar todos los saberes del mundo. Llegó a reunir lo mejor de la producción científica y literaria del mundo antiguo: Egipto y Mesopotamia, Persia y Grecia. Llegó a convertirse en el principal vehículo de transmisión del conocimiento antiguo, hasta que desaparece a finales del siglo III d. C. Las causas de su desaparición todavía levanta encendidas controversias.


            En tiempos de Calímaco (305-235 a. C.) la biblioteca con medio millón de volúmenes catalogados y, tres siglos después, en tiempos de Filón de Alejandría, se aproximaba al millón. Entre sus bibliotecarios destacaron Demetrio Falerón, Zenódoro de Efeso, Eratóstenes de Cirene, Aristófanes de Bizancio o Aristarco de Cirene y sus nombres son suficiente para comprender la relevancia de aquel centro cultural para la transmisión de la cultura clásica.

            La biblioteca de Alejandría, denominada “Museo” (= casa de las musas), se convierte en lugar de investigación por el mecenazgo del rey Ptolomeo, de la estirpe de los Lagidas.

            Aquel scriptorium en el que se copiaron, corrigieron y editaron los textos antiguos, estuvo regido por profesores, en su mayoría científicos y hombres de letras. Eran nombrados por el rey y residían dentro del palacio real. Sus condiciones de trabajo fueron similares a las descritas por la Carta de Aristeas para los traductores de la Biblia al griego.

No hay comentarios: