El sueño de la razón produce monstruos

sábado, 14 de julio de 2012

La obra de Baltasar Gracián, el último barroco (V)



Apolo derrotando a la serpiente Pitón, en un relieve conservado en el Museo de Delfos

Oráculo manual y arte de prudencia (1647)
            Huesca, impresa por Juan Nogués, autor Lorenzo Gracián; lleva dedicatoria a D. Luis Méndez de Haro, Conde Duque.
            La obra está constituida por trescientas máximas o aforismos que son paráfrasis, ampliaciones o extractos de ideas ya expuestas en El Héroe y El Discreto. Otros aforismos aluden al “atento”, al “galante”, es decir, al “cortesano”, que proceden de otros libros escritos por Gracián con el título de Avisos al varón atento o El Galante a los que Gracián, Lastanosa y Salinas se refieren varias veces, pero de los que no hay noticias de que fueran publicados, porque no los terminó o porque los incorporó, como aseguran otras fuentes, al Oráculo…
            Aunque la obra fue atribuida a Lastanosa, pues al pie de título figura el siguiente texto: sacada de los aforismos que discurren en las obras de Lorenzo Gracián. Publícala don Vincencio Juan de Lastanosa, actualmente no se duda de la paternidad de Gracián.
            La identificación de estos aforismos con ideas expuestas en El Héroe, El Discreto ( o El Galante o El Atento) se hace evidente y se adivina en los aforismos una minuciosa labor de reelaboración, ora ampliación, ora síntesis, que solo pudo componer Gracián.
            Esta refundición transforma el Oráculo… en una obra totalmente nueva, que contiene en síntesis fulgurantes todo el genio de Baltasar Gracián.
            Al eliminar toda anécdota, toda disquisición superflua, al reducirla a la más mínima e intensa expresión, Gracián logra una obra de más calidad y valor universal, de concentrado e inmarcesible pensamiento, que vale para todas las épocas y para todos los hombres; de ahí su repercusión en toda la Europa culta, donde se hacen distintas versiones hasta nuestros días.
            Sus aforismos constituyen la más trascendental enseñanza para el hombre que aspire a superarse a sí mismo y a evadirse de los obstáculos que le ponen sus contrarios.     Leamos el número 13, que hoy, tras la presión insoportable de los ominosos mercados y las decisiones del último consejo de ministros (13/07/2012), nos aparece en pleno vigor:
       “13. Obrar de intención, ya segunda, y ya primera[1]. Milicia es la vida del hombre contra la malicia del hombre[2], pelea la sagazidad con estratagemas de intención. Nunca obra lo que indica, apunta, sí, para deslumbrar[3]; amaga al aire con destreza y executa en la impensada realidad, atenta siempre a desmentir[4]. Echa una intención para asegurarse de la émula[5] atención, y rebuelve luego contra ella venciendo por lo impensado. Pero la penetrante inteligencia la previene con atenciones, la azecha con reflexas[6], entiende siempre lo contrario de lo que quiere que entienda, y conoce luego cualquier intentar de falso; dexa passar cualquier primera intención, y está en espera a la segunda y aun a la tercera. Augméntase la simulación[7], al ver alcançado su artificio, y pretende engañar con la misma verdad[8]: muda de juego por mudar de treta, y haze artífico del no artificio, fundando su astucia en la mayor candidez. Acude la observación intendiendo su perspicacia, y descubre las tinieblas revestidas de la luz; desçifra la intención, más solapada quanto más sencilla. Desta suerte combate(n) la calidez de Pitón contra la candidez de los penetrantes rayos de Apolo[9].”

                                                                     A.T.T.


[1]. Desde el punto de vista ético, es cuando se hace una cosa a las claras, y se busca otro fin velado y oculto, no manifestado en aquella acción.
[2]. San Ignacio de Loyola enfoca la vida del hombre como una guerra y esa ideación cala profundamente entre los jesuitas: Compañía, Ejercicios espirituales…
[3]. “Metaphóricamente vale dexar a uno dudoso, incierto y confuso, de suerte que no conozca el verdadero designio u intento que se tiene para conseguir alguna cosa. (Auts.). BLANCO, Emilio (2009) en Baltasar Gracián, Oráculo…, Madrid, Cátedra, pág. 108, n. 87.
[4]. Deslumbrar, engañar. BLANCO, ibídem, pág. 108, n. 88.
[5]. “Émulo. Enemigo y contrario de otro, y su competidor.” (Auts.). BLANCO, ibídem, pág. 108, n. 89.
[6]. Reflexos.
[7]. Acto de simular, que vale “representar alguna cosa, fingiendo o imitando lo que no es”.  Vid. aforismo 98, con nota. Cfr. BLANCO, ibídem, pág. 108, n. 92.
[8]. “El engañar con la verdad es cosa / que ha parecido bien…”, afirma Lope de Vega  en el Arte nuevo de hacer comedias.” Cfr. BLANCO, ibídem, pág. 108, n. 93.

[9]. Apolo, al nacer, atacó a la serpiente Pitón, y la mató con sus flechas. En conmemoración de esa victoria, establece los juegos pitios. Vid. Ovidio: Metamorfosis, 1, 438 ss. Cfr. BLANCO, ibídem, pág. 108, n. 93.


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