Féliz Lope de Vega y Carpio
(Madrid, 1562- id., 1635)
ROMANCE
A mis soledades[1]
voy,
de
mis soledades vengo,
porque
para andar conmigo
me
bastan mis pensamientos.
No sé qué tiene el aldea
donde
vivo, y donde muero,
que
con venir de mí mismo,
no
puedo venir más lejos.
Ni estoy bien ni mal conmigo;
mas
dice mi entendimiento
que
un hombre que todo es alma
está
cautivo en su cuerpo.
Entiendo lo que me basta,
y
solamente no entiendo
cómo
se sufre a sí mismo
un
ignorante soberbio.
De cuantas cosas me causan
fácilmente
me defiendo;
pero
no puedo guardarme
de
los peligros de un necio.
Él dirá que yo lo soy,
pero
con falso argumento;
que
humildad y necedad
no
caben en un sujeto.
La diferencia conozco,
porque
en él y en mí contemplo
su
locura en su arrogancia,
mi
humildad en mi desprecio.
Etc., etc., etc…
[1]. Este
romance esta inserto en su obra en prosa La
Dorotea (1632). Esta obra está dividida en cinco actos y Lope la llama
"acción en prosa" dando a entender que no se podía representar a
pesar de su estructura dramática (forma dialogada), al igual que La Celestina. La escribe con setenta años y en ella recuerda con
nostalgia su mocedad, sus amores con Elena Osorio (Filis), mujer casada y
separada de su marido que después de cinco años de relaciones con Lope, lo
abandona por un rico amante y el poeta hizo correr poemas que la insultaban.
Por eso, en un juicio muy sonado, se le condenó a ocho años de destierro de
Madrid, y dos de Castilla.
El romance "A mis soledades
voy..." tiene un tono meditativo y profundo, escrito en su madurez, es
quizás el más conocido y divulgado de Lope y se considera el romance
sentencioso más bello de nuestra literatura.
No hay comentarios:
Publicar un comentario