El sueño de la razón produce monstruos

miércoles, 14 de noviembre de 2012

El Criticón y Gian Francesco Barbieri (Cento, 1591 — Bolonia, 1666), Il Guercino




Il Guercino, La Fama, 1621, Roma, Casino Ludovisi

Strandhal, cuando visita la Villa Ludovisi (Roma), en abril de 1828, escribe: "Tuvimos el acierto de subir al primer piso, donde hay una bóveda pintada al fresco por este gran maestro, Il Guercino; es una Fama llevando un ramo de olivo y tocando una trompeta."
La Villa fue fundada por el cardenal Ludovico Ludovisi (Bolonia, 1595-1632); hoy ha desaparecio.


 



La representación alegórica de la Fama
         La Fama es la mensajera de Júpiter y compitió con Mercurio, el Hermes griego, que tradicionalmente había desempeñado esa misión.
         Para los romanos simbolizaba la VOZ PÚBLICA, hija de Gea, la Tierra. Es una de las configuraciones más creativas es la de Virgilio . (Libro IV de La Eneida); la hace habitar en el corazón de mundo, en un palacio de cristal lleno de ventanas por las que entran las voces. La Fama se rodea de la Credulidad, la Sedición, el Error, la Falsa Alegría, el Terror y los Falsos Rumores. La hace volar rápidamente y la dota de numeroso ojos y bocas. La Fama de Virgilio carece imagen en la civilización griega. Ovidio y Horacio seguirán a Virgilio. En los poetas latinos, la personificación de Fama es un monstruo horrendo, de origen divino, que alegoriza el poder demoníaco, del rumor y la publicidad.
         Se representa con una figura femenina, alas de águila, entre nubes, en lo alto de los cielos  y tocando una trompeta, como así la podemos ver en la pintura de Il Guecino. Su oráculo es anfibológico al proclamar indistintamente la verdad y la mentira.
         En el Renacimiento, se abandona esa imagen monstruosa y sus representaciones en el arte aparece como una hermosa y desenvuelta doncella, a menudo con el torso desnudo, que sopla una larga trompeta.
         Gracián, en El Criticón, último capítulo de la Tercera Parte, el Inmortal, uno de los guías de los peregrinos de la vida, propone a Critilo y Andrenio ser varón eminente para salir de la Mansión de la Muerte. Este mismo guía los lleva al Palacio de la Vida verdadera, el de los honores de La Fama, esto es, la Isla de la Inmortalidad, cuyos habitantes si son héroes, se nutren con el higadillo del ave fénix; si son valientes, con médulas de leones y, especialmente con los airecillos del aplauso.
         La Isla de la Inmortalidad está en un mar negro, donde bañan sus plumas los escritores famosos. Una sola gota de ese licor basta para hacer famoso e inmortal a un hombre, haciéndolo pasar a la mansión de la Eternidad.
                                                                 A.T.T.

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