El sueño de la razón produce monstruos

miércoles, 6 de noviembre de 2013

La literatura apocalíptica

         
  •   `La apertura del Quinto Sello del Apocalipsis', de El Greco, perteneció al pintor Ignacio Zuloaga y fue una obra decisiva para el Picasso de 'Las señoritas de Aviñón'.


Icono del siglo XVI con imágenes del Apocalipsis

           El término apocalipsis surge de las palabras iniciales del primer escrito cristiano de este género, la  "Ἀποκάλυψις Ἰησοῦ Χριστοῦ [...]" de San Juan -Ἀποκάλυψις Ἰωάννου [Apokálypsis Ioánnou], ‘Revelación de Juan’-, admitida en el canon del Nuevo Testamento.
         Las apocalipsis constituyen uno de los cuatro géneros que aparecen en la literatura apostólica: Epístolas, Evangelios, Hechos de los Apóstoles y Apocalipsis.
         El género literario apocalipsis tiene su origen en el judaísmo, cuya obra más destacada es el Libro de Daniel.
         Las apocalipsis cristianas emulan en gran medida las fórmulas de las judías a las que dotan de su propia escatología y aunque no se puede documentar una estructura común de todas ellas, si se han podido destacar una serie de características de contenido y estilo propias del género[i], a saber:
         a) Todas las obras del género apocalíptico se escriben bajo seudónimo; usan el nombre de un hombre relevante de la Antigüedad con el fin de otorgar a la obra de una autoridad de la que no goza el verdadero autor.
         Toda apocalipsis se escribe en un tiempo pasado ficticio, que debe mantenerse en secreto hasta que llegue el final de los tiempos.

  "8 Yo oí, pero no entendí. Entonces dije: «Señor mío, ¿cuál será la última de estas cosas?».
  9 El respondió: "Ve Daniel, porque estas palabras están ocultas y selladas hasta el tiempo final."
                                                                                      (Dan 12, 8)
1 Después vi que el Cordero abría el primero de los siete sellos, y oí al primero de los cuatro Seres Vivientes que decía con voz de trueno: "Ven".
2 Y vi aparecer un caballo blanco. Su jinete tenía un arco, recibió una corona y salió triunfante, para seguir venciendo.
3 Cuando el Cordero abrió el segundo sello, oí al segundo de los Seres Vivientes que decía: "Ven".
4 Y vi aparecer otro caballo, rojo como el fuego. Su jinete recibió el poder de desterrar la paz de la tierra, para que los hombres se mataran entre sí; y se le dio una gran espada.
5 Cuando el Cordero abrió el tercer sello, oí al tercero de los Seres Vivientes que decía: "Ven". Y vi aparecer un caballo negro. Su jinete tenía una balanza en la mano;
6 y oí una voz en medio de los cuatro Seres Vivientes, que decía: "Se vende una ración de trigo por un denario y tres raciones de cebada por un denario. Y no eches a perder el aceite y el vino".
7 Cuando el Cordero abrió el cuarto sello, oí al cuarto de los Seres Vivientes que decía: "Ven".
8 Y vi aparecer un caballo amarillo. Su jinete se llamaba "Muerte", y el Abismo de la muerte lo seguía. Y recibió poder sobre la cuarta parte de la tierra, para matar por medio de la espada, del hambre, de la peste y de las fieras salvajes.
9 Cuando el Cordero abrió el quinto sello, vi debajo del altar las almas de los que habían sido inmolados a causa de la Palabra de Dios y del testimonio que habían dado.
10 Ellas clamaban a voz en cuello: "¿Hasta cuándo, Señor santo y verdadero, tardarás en hacer justicia y en vengar nuestra sangre sobre los habitantes de la tierra?".
11 Entonces se le dio a cada uno una vestidura blanca y se les dijo que esperaran todavía un poco, hasta que se completara el número de sus compañeros de servicio y de sus hermanos, que iban a sufrir la misma muerte.
12 Y cuando el Cordero abrió el sexto sello, vi que se produjo un violento terremoto. El sol se puso negro como ropa de luto y la luna quedó como ensangrentada;
13 los astros del cielo cayeron sobre la tierra, como caen los higos verdes cuando la higuera es sacudida por un fuerte viento.
14 El cielo se replegó como un pergamino que se enrolla, y todas las montañas y las islas fueron arrancadas de sus sitios.
15 Los reyes y los grandes de la tierra, los jefes militares, los ricos y los poderosos, los esclavos y los hombres libres, todos se escondieron en las cavernas y entre las rocas y las montañas,
16 y decían a las montañas y a las rocas: "Caigan sobre nosotros, y ocúltennos de la mirada de aquel que está sentado en el trono y de la ira del Cordero".
17 Porque ha llegado el gran Día de su ira, y ¿quién podrá resistir?

                                                                                               (Ap 6)
         Toda obra del género encierra hechos históricos que acaecerán en el futuro (vaticinia ex eventu; en español, "profecías a posteriori") con el fin de que los lectores confíen en las visiones referidas al tiempo final. Siempre aparecerá dividida la Historia de la Humanidad en periodos y el último de los mismos acaba de comenzar.
         b) El escritor apocalíptico transmite su mensaje, fruto de una fantasmagoría o visión vivida en un estado de éxtasis o en sueños. A veces, el apocalíptico es arrebatado hasta el mundo del más allá para conocerlo  y darlo a conocer a sus lectores y oyentes. Veamos:
1 Revelación de Jesucristo, que le fue confiada por Dios para enseñar a sus servidores lo que tiene que suceder pronto. El envió a su Angel para transmitírsela a su servidor Juan.
2 Este atestigua que todo lo que vio es Palabra de Dios y testimonio de Jesucristo.
3 Feliz el que lea, y felices los que escuchen las palabras de esta profecía y tengan en cuenta lo que está escrito en ella, porque el tiempo está cerca.
4 Yo, Juan, escribo a las siete Iglesias de Asia. Llegue a ustedes la gracia y la paz de parte de aquel que es, que era y que vendrá, y de los siete Espíritus que están delante de su trono,
5 y de Jesucristo, el Testigo fiel, el Primero que resucitó de entre los muertos, el Rey de los reyes de la tierra. El nos amó y nos purificó de nuestros pecados, por medio de su sangre,
6 e hizo de nosotros un Reino sacerdotal para Dios, su Padre. ¡A él sea la gloria y el poder por los siglos de los siglos! Amén.
7 El vendrá entre las nubes y todos lo verán, aún aquellos que lo habían traspasado. Por él se golpearán el pecho todas las razas de la tierra. Sí, así será. Amén.
8 Yo soy el Alfa y la Omega, dice el Señor Dios, el que es, el que era y el que vendrá, el Todopoderoso.
9 Yo, Juan, hermano de ustedes, con quienes comparto las tribulaciones, el Reino y la espera perseverante en Jesús, estaba exiliado en la isla de Patmos, a causa de la Palabra de Dios y del testimonio de Jesús.
10 El Día del Señor fui arrebatado por el Espíritu y oí detrás de mí una voz fuerte como una trompeta, que decía:
11 "Escribe en un libro lo que ahora vas a ver, y mándalo a las siete iglesias: a Efeso, a Esmirna, a Pérgamo, a Tiatira, a Sardes, a Filadelfia y a Laodicea".
                                                                                       (Ap 1, 10)
         Tal visión culmina en la aparición de la Sala del Trono en donde se encuentra con el mismo Dios y permite que ese encuentro dé legitimidad al visionario. Casi siempre lo apocalíptico irá narrado en la primera persona del singular (4 Yo, Juan, escribo a las siete Iglesias de Asia. [...]).
         c) Esas revelaciones surgen en forma de imágenes y constituyen un cúmulo de metáforas alegorizadas que le transmite un mediador (angelus interpres, que ayuda a los profetas u a otros hombres y mujeres) o que el mismo Dios o Cristo revelan y explican al apocalíptico.
         d) Las apocalipsis ordenan y hacen comprensible la caótica plenitud de los fenómenos contemplados (fenomenología transcendente), especialmente por la interpretación de los números, que permiten exégesis del orden divino.
         e) Al carecer de finalidad esotérica, las apocalipsis juegan un papel pragmático con la función de guiar y afianzar al creyente en la creencia de que se encuentra en el tiempo final. De ahí que la parénesis (exhortación o amonestación) y las oraciones constituyen piezas constantes en ellos, adoptando fórmulas de lamentación y/o súplica y también de acción de gracias, alabanza y/o de himno laudatorio.
         En el universo conceptual de las apocalipsis aparecen como contrapuntos: el dualismo de dos eones[ii], universalismo e individualismo, pesimismo y esperanza del más allá, determinismo e inmanencia.
         La historia del mundo y sus etapas han sido establecidos por Dios con antelación siguiendo su programación de salvación, desde su creación hasta el final de los tiempos.
         El eón del mundo es malvado; está bajo la influencia de Satanás, se va deteriorando poco a poco dirigiéndose irremediablemente a las catástrofes del tiempo final. En esa situación, el hombre debe obedecer a Dios y cumplir sus mandamientos para alcanzar su propia salvación. La esperanza en el eón futuro del creyente se afianza en la idea de que será premiado por su perseverancia y fidelidad y en la certeza de que los impíos serán castigados. Los signos de los tiempos anticipan el final del mundo previsto por Dios, aunque sea imposible fijar con precisión el instante final; por ello, este es un tiempo de conversión y preparación para la felicidad eterna.
         En este contexto histórico y cultural surgen, a partir del siglo II, las apocalipsis cristianas y múltiples refundiciones cristianas de apocalipsis judías entre las que destacan el Testamento de Abrahán, la apocalipsis de Esdras y el libro eslavo de Enoc.
         La escatología cristiana primitiva sustituye o cambia las concepciones judías acerca del más allá. Las apocalipsis cristianas del siglo II aportan un tema constante deteniéndose en explicaciones sobre los retrasos de la Parusía o segunda venida gloriosa de Cristo al final de los tiempos, el fin del mundo y el advenimiento del más allá.
         Del siglo III, sorprendentemente, no se han transmitido apocalipsis y las del IV, desplazan el centro de interés al hacer descripciones minuciosas del cielo y del infierno para afianzar la moral y la ortodoxia de los cristianos. También se interesan por conocer el ocaso del mundo y el juicio final. Ya se ha fijado, pues, la escatología eclesiástica y se puede constatar que los apocalípticos cristianos no gozan de la misma libertad que los judíos para configurar todos estos asuntos de tan gran imprecisión. Entre las primeras, destacan el Apocalipsis de Pedro, la "Ascensión de Isaías", el Apocalipsis de Pablo y el Apocalipsis de Tomás.
         En Nag Hammadi han aparecido una serie de apocalipsis gnósticas que aún no han sido bien estudiadas.






A.T.T.
         Bibliografía
         DROBNER, H. R., ibídem, págs. 55 y ss.




[i] . El Apocalipsis de San Juan destaca por su singularidad entre el conjunto de las apocalipsis cristianas.

[ii] . eón.
(Del ingl. eon, y este del gr. αἰών, tiempo, época).
1. m. Período de tiempo indefinido de larga duración.
2. m. En el gnosticismo, cada una de las inteligencias eternas o entidades divinas de uno u otro sexo, emanadas de la divinidad suprema.
3. m. Unidad de tiempo geológico, equivalente a mil millones de años.

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