El sueño de la razón produce monstruos

viernes, 7 de junio de 2013

Influencia de la biografía de Goethe en la gestación de Fausto (I)

          Leipzig. 1767. Un estudiante de leyes, tal vez en el aula o en la taberna de Auerbach, empieza a sentirse mal por la fiebre y se ve expulsando sangre por la boca. Temeroso, regresa a su casa familiar en su Francfort natal.
            Su madre, cercana a la alquimia y al pietismo, rama que hace prevalecer el sentimiento religioso y la búsqueda individual como camino de salvación, entiende que su hijo anda aquejado de una enfermedad tanto corporal como espiritual (mental) y es reconocido por el extraño doctor Metz que le prescribe unas sales (al parecer sulfato sódico cristalizado).
            Poco después le visita su tía Susanna que le regala un libro sobre la tradición hermética (Historia imparcial de las iglesia y de los herejes, 1666-1714, de Gottfried Arnold) en el que se recogen las teorías de Agrippa von Nettesheim, Paracelso, Van Helmont y Swendenborg. Desde su perspectiva, el diablo, encarnación del mal, es un elemento necesario de la Creación. La luz adquiere sentido en su disputa con la oscuridad y le arrebata su ámbito. Sin oscuridad no puede haber luz y sin materia no puede haber espíritu.
            En su convalecencia, el joven Goethe recuerda el teatro de marionetas de la plaza mayor y que luego él escenifica con títeres caseros, regalo de su abuela: Historia del doctor Hohann Faust[1].
            La obra narraba la vida de un hombre interesado por el saber, un erudito alquimista que pacta con el diablo para conocer todas las verdades que ocultan el Cielo y la Tierra y para desentrañar los secretos que contienen los cuatro elementos, al tiempo que mantiene amoríos con una tal Helena y arruina la vida de una joven muchacha por su inclinación a ella. Esta Helena de la leyenda fáustica es una creación diabólica con la que el doctor pasa las noches; la Helena de Goethe es Helena de Troya, arquetipo eterno de la belleza.
            En 1770, recuperado, vuelve a sus estudios de Estrasburgo. Allí se relaciona con un pedagogo, un fisionomista y un antropólogo, este último, Johann Gottfried Herder. En aquel ambiente intelectual e ilustrado, las tradiciones han perdido valor y Fausto, que intenta leer en el libro de la naturaleza con sus propios ojos, se convierte en el modelo de identificación. Allí conoció a Friederike Brion, hija de un pastor a la que parece que cortejó, atraído por su sencillez, y luego abandona lo que le produjo un ambiguo sentimiento entre la amenaza y el hastío. Allí también sintió el pavor de Susanne Margarethe Brant cuando fue condenada y ejecutada por infanticidio en 1772 en Francfort. Aún subsistían la represión, el pensamiento único y la Inquisición. Los ajusticiamientos de "brujas" se prolongaron hasta 10 años después. Se desconoce si su culpabilidad o el libre juego de la imaginación lo llevaron a asociar el desvalimiento de Friederike, al verse abandonada por Goethe, con el pavor de Susanne ante su ejecución.
            Todos aquellos componentes: el individualismo pietista y la alquimia, las reflexiones sobre el diablo y los contactos teatrales y doctrinales con la figura del doctor, la experiencia del amor abandonado y la muerte de una "bruja" se combinan en su imaginación creadora y le llevan al objetivo de escribir su propio Fausto[2].

         1ª. El Fausto primigenio o URFAUST (=Proto-Fausto)
            Es un opúsculo de apenas 50 págs., nacido en Francfort entre los años 1773 a 1775. Años de su titanismo romántico, líder del autóctono movimiento revolucionario alemán Sturm und Drang antes de iniciarse con el Werther su firme carrera literaria. Sus héroes de entonces son Goetz, Prometeo, César, Mahoma y Fausto.
            Es el primer Fausto en el escalafón de la estirpe goethiana y encierra todos los defectos de la anarquía literaria de la época. Sus contenidos son:
            -Monólogo de Fausto y las siguientes escenas:
            - Fausto y Wagner
            - Mefistófeles-estudiantes
            - En la taberna de Auerbach y
            - Tragedia de Margarita hasta la escena de la cárcel.
            Falta la voz final de “salvado”.

            2ª. FAUSTO. Un fragmento, 1790. (FAUST. Ein fragment)     
         Primera aparición del Fausto.
            A su regreso a Italia, a donde Goethe se llevó consigo el manuscrito en 1786, aparece en la editorial Göschen el primer Fausto fragmentario bajo el epígrafe anterior.
            Se publica como fragmento en el séptimo tomo de sus Escritos, publicados en 1790. Sus novedades respecto al anterior manuscrito son:
            -La escena de la Taberna de Auerbach aparece ahora versificada.
            -A continuación sigue la escena del Pacto (Gabinete de estudio).
            -Seguidamente la de la Cocina de la Bruja, redactada en la villa Borghese romana.
            -Suprime la intervención de Valentín, deja fuera los últimos fragmentos en prosa del Urfaust o Proto-Fausto y concluye con las escenas del Calabozo y de la Catedral.


            3ª. FAUSTO. Una tragedia, 1808.
         Se nota el impulso de su fiel animador Schiller.
            Los tres últimos años del Siglo de las Luces fueron decisivos en la génesis del Fausto. De 1797 a 1800 la literatura alemana vive una explosión gloriosa con la aparición de los primeros románticos alemanes: Goethe y Schiller escriben en colaboraciones, Goethe da a Fausto la concepción definitiva estimulado por las palabras de su amigo Schiller.
            Concluye la primera parte de Fausto, aunque pasarán aún varios años para la publicación definitiva y su puesta en escena; ve con claridad cuál es la filosofía de su obra y la línea estética que ha de seguir.
            Supera todos sus miedos que manifiesta en la “Dedicatoria”, que luego explicita en el “Prólogo primero” y en el “Preludio en el Teatro”, al tiempo que expone el carácter universal filosófico-teológico del drama.
            La obra vuelve a paralizarse con la muerte de su amigo y consejero en aspectos estéticos, Schiller (+1805), y en la primavera de 1806, finaliza el drama, primera parte y la publica en la prestigiosa editorial de  Cotta de Tübingen, en 1808, bajo el título de:
 Faust. Eine Tragödie von Goethe.
            Pero Fausto no es el humano de carne y hueso corriente que se resigna a perder a su amada y la apuesta pactada; él será el superhombre que según Nietzsche “conserva el porvenir”.
            El Fausto romántico no se suicidará como Werther. Goethe ya está preparando su II parte, más larga y representativa, dando origen al complejísimo poema cósmico en el que el burlado doctor triunfará en el ámbito político-social.


Hermenéutica de Fausto I
         Weimar, 1775, Goethe, nacido en una familia de la alta burguesía de Francfort, con fama de autor literario, es llamado a la corte del duque Carlos Augusto. Allí se lleva algunos fragmentos y escenas del Urfaust (primera versión). Las lecturas que hace de su Fausto conmocionan a la corte y las élites le piden que termina el drama.
            Mucho tiempo después, a su vuelta de Italia, Goethe incluye en una edición de sus obras de 1790 Faust, ein Fragment, que no se conserva. Cuatro jóvenes de Jena, los hermanos Schlegel, Schelling y Hegel, la califican de "el drama de la desgarrada conciencia moderna".
            Su relación con Schiller, sistemático y kantiano, lleva a Goethe a la reflexión estética y lo motiva a terminar, entre otras obras, Fausto, una tragedia (1806) y que hoy se conoce como Primera Parte de Fausto.
            Los dos amigos ven estéticamente a Fausto como un poema cuya forma interna era épica, siendo dramática solo su ropaje interior. Poema épico en tanto requería un desarrollo lento para recrear la evolución psicológica de los personajes, y poesía dramática, en cuanto incide en la acción, con sus tensiones y conflictos.
            La versión definitiva del Fausto I da mayor agudeza a la crisis de Fausto con su intento de suicidio y añade la Dedicatoria, los dos Prólogos y las escenas "Ante la puerta de la ciudad", "La noche de Walpurgis" y "El sueño de la noche de Walpurgis o bodas de oro de Oberón y Titania". Todavía han de pasar 25 años hasta llegar a la forma que hoy conocemos en el Fausto II.
            En la versión de 1806 no deja de haber considerables lagunas. Aparece una evidente desproporción entre momentos irrelevantes de la trama tratados tan extensamente, como lo que ocurre en la Taberna de Auerbach, que no deja de ser una simple pelea entre borrachos (¡una escena entera!), mientras solo le dedica doce versos a la muerte de la madre de Margarita: dos en la boca del espíritu maligno en la catedral y otro diez pronunciados por la niña, cuando espera en prisión su muerte.
            La presentación de ciertos episodios de la tragedia de la adolescente es también desigual: así como están bien tramados y resueltos los detalles de la seducción (el ardid de las joyas para encandilar a la muchacha y el engaño a Marta sobre la muerte de su marido para ganársela y así propiciar los encuentros en su casa), a partir de la noche de amor, el asunto se hace confuso. Valentín se entera de la indignidad de su hermana cuando ya es de dominio público que está embarazada. La aparición del hermano soldado es sorpresiva y abrupta, así como su muerte en duelo. También es muy oscuro el tema del infanticidio: Margarita afirma que ha ahogado a su hijo, pero lo dice en un momento cercano a la enajenación mental y la locura y mezclando su relato con la canción popular Der Machhandelbaum, de ahí que se nos vele si se trata de un aborto provocado o de la muerte de un neonato.
            Margarita acusará a los verdugos: -"toda la noche he estado acariciándolo: me lo quitaron para hacerme daño y ahora dicen que lo maté"-; estás palabras de Fausto I nos llevan a plantearnos si Margarita es acusada de infanticidio, pero ¿es ella la infanticida?
            El cuento popular Der Machhandelbaum relata cómo una madre mata a su hijo, el padre se lo como asado y la hermana entierra sus huesos junto a un enebro. De allí surge un pajarillo que se venga contra los asesinos y se transforma en el niño sacrificado.
            Un indicio exculpatorio es que Margarita cuidó muy bien a su hermana pequeña. La clave para determinar la culpabilidad de Margarita es discernir si delira por la desesperación de que le han arrebatado a su hijo, o si los delirios son el mecanismo de su mente para no afrontar conscientemente su crimen. Goethe deja abierto este asunto del drama.
            Para mayor confusión, Goethe intercala escenas que interrumpen el discurrir de la tragedia de Margarita como la escena "Bosque y caverna" que se justifica como momento de duda de Fausto y como premonición del fatal destin, o "La noche de Walpurgis", que se justifica a sí misma por su calidad literaria y su originalidad, siendo discutible la inserción de "Sueño de la noche de Walpurgis", mezquina exposición de diatribas  del mundillo intelectual de la época, que carece de interés: en esta escena pasamos a la noche de San Juan, la noche de verano, y nos encontramos con muchos personajes de Shakespeare, como los reyes de los elfos, Oberón y Titania, así como con Puck y Ariel.
            Goethe pudo haber dado más vitalidad dramática al Fausto I, pero no lo hizo. Sin embargo se embarcó en la difícil empresa de abordar la segunda parte.

            4ª. FAUSTO. SEGUNDA PARTE DE LA TRAGEDIA, 1831.
         Es una obra sustantiva en un Goethe prolífico y longevo. La dimensión duradera del Fausto permite un desenvolvimiento de su personalidad, donde cada peripecia es una obra maestra de su creación variadísima que va, por ejemplo anacrónico, de La elegía de Marienbad (1823), hasta La doctrina de los colores (1809); desde el crepitante lirismo de la ancianidad hasta un cientifismo equivocado.
            La secuencia cronológica de la elaboración de Fausto II sería:
1825-26: Escenas de Helena (Acto tercero) y entierro de Fausto (Acto quinto),
1827: En la Corte del Emperador (Acto primero),
1830: Noche clásica de Walpurgis (Acto segundo) y
1831: Acto cuarto.
            La obra aparece en 1832 como parte integrante de la “Edición Completa” que en 61 tomos publica Cotta en una empresa editorial de 15 años, los que van de 1827 a 1842 y cuyas últimas entregas, los tomos 41 y 60, aparecen como “Obras póstumas”.

            Hermenéutica de Fausto II
            Probablemente, Goethe nunca acabó la obra porque ya había dejado de interesarle, tanto ésta como el teatro en general. No en vano fue, desde 1791 a 1817, superintendente del teatro de Weimar.
            Entre los programas de este periodo, hubo dos grandes bloques de representaciones: Los dramas de Schiller (La trilogía de Wallestein, La prometida de Mesina, María Estuardo, Guillermo Tell y Don Carlos) y las óperas de Mozart (El rapto en el serrallo, Don Giovanni, Las bodas de Fígaro, La flauta mágica, etc.)
            Goethe se sirve de un proyecto de un drama sobre Helena, la eterna tragedia de la belleza que siempre le había interesado, y lo convierte en el Tercer acto de Fausto II (acabado en diciembre de 1826).
            Su preocupación por la historia, la doctrina de la renuncia, la "poética de la meditación"[1] y unas inundaciones en la costa del Mar del Norte como extrañas motivaciones, le llevan a componer los Actos Primero (inicio de 1830) y Segundo (junio de 1830). Luego vuelve a retomar el pacto de Fausto y el demonio como núcleo del Acto Quinto (mayo de 1831) y finalmente termina con el Acto Cuarto (junio de 1831) para hacer coherente la totalidad del drama.
            Tras 64 años con el drama, deja plasmadas en la obra todas las virtudes de Goethe como autor: magistral manejo de la lengua para la poesía, creación ingeniosa de caracteres, gran capacidad para hacer discurrir la acción y llevar al lector por diversos niveles de realidad.
            Tampoco carece de excesos en el empleo de la alegoría, en el uso frecuente de elipsis, a veces auténticas lagunas narrativas, y en la mezcla de motivos simbólicos con lo anecdótico y personal.
            Con respecto a las elipsis de la II Parte, nos encontramos: a) con un Fausto prácticamente moribundo en el laboratorio de Wagner, mientras que en Tesalia se encuentra  deus ex machina, totalmente restablecido; b) se elide lo que ocurre en el viaje de Fausto y Manto por el Hades; c) quedan omitidas todas las razones por las cuales, tras el poema cósmico de la "Noche de Walpurgis clásica", aparece Helena en el Tercer Acto...
            Además de cuestiones estéticas, en Fausto también se ponen de manifiesto aspectos de la idiosincrasia de su autor, como la obsesión por hacernos ver sus personalísimas concepciones científicas, tal y como ocurre en la "Noche de Walpurgis clásica", donde nos expone en clave bélica y política la disputa entre las teorías geológicas neptunistas y vulcanistas sobre el origen del mundo[2], y su carácter aristocrático con la voluntad de distinguirse del vulgo, al que ve como ignorante, depravado, resentido y vengativo, del adocenado mundo universitario, del rapaz clero[3] y de los descarriados escritores contemporáneos.




[1]. Se quiere aludir a una forma de escribir no naturalista, que no aspira a dar cuenta fiel de la realidad, sino que se sirve de la alegoría para dar una idea más adecuada de aquella.
[2]. Esta controversia científica pasó de la ciencia y de la geología a los debates de literatos, filósofos y teólogos de occidente.
                Los nepturnistas defendieron la teoría de que las rocas de la corteza terrestre se había formado por sedimentación y cristalización de los minerales en el fondo de los océanos, poco después de la creación. Fue propuesta por Abraham Gottlob Werner, s. XVIII y defendida por científicos como Alexander von Humboldt; toma el nombre de Neptuno, el antiguo dios romano de los mares (Poseidón para los griegos).
                Los segundos, vulcanistas, sostenían que los materiales rocosos tenían su origen en los volcanes y adoptan el nombre de Plutón, el dios romano del Inframundo; fue propuesto por James Hutton al comenzar el siglo XIX y reforzado por geólogos y exploradores, algunos alumnos de Humboldt. El plutonismo o vulcanismo amenazó con desbancar el neptunismo.
                El trasfondo de la querella era que el neptunismo, al situar el origen de las rocas en una época en la que la faz de la Tierra hubo de estar sumergida, admitía la veracidad del diluvio universal dando validez histórica al Génesis. De hecho, esta teoría emanaba del Diluvianismo, teoría basada en las Sagradas Escrituras; además establecía una cronología geológica para el planeta que encajaba perfectamente con los tiempos bíblicos, estimando la edad de la Tierra en unos 6000 años. Una de las críticas que recibieron los plutonistas o vulcanistas era la de ateos, pues negaban implícitamente el diluvio universal con estimaciones sobre la edad de la Tierra mucho mayores. Algunos plutonistas propusieron 100 millones de años (hoy se proponen 4500 millones de años), lo que difería enormemente los tiempos de los textos bíblicos; además planteaban el Uniformismo (concepto muy avanzado pero considerado blasfemo), teoría que defiende que en las transformaciones de la naturaleza lo único que permanece sin cambios son las leyes que la rigen, lo que entraba en contradicción con el Catastrofismo bíblico.

[3]. Por ejemplo, los manejos del confesor de Margarita con las joyas y las exigencias del Príncipe eclesiástico (Acto cuarto, I). Esa escena nos hace ver a las claras la opinión de Goethe sobre este tema: "La Iglesia tiene muy buen estómago, ha devorado países enteros y nunca se ha empachado hasta ahora".




[1]. La tradición literaria faustiana se remonta a 1587 cuando el editor Spiess publica Historia von D. Johann Fausten y continúa con La verdadera historia del doctor Fausto, 1599, de Georg Rolf Widmann. Hasta 1810 no se publica la espléndida variación sobre Fausto de Cristopher Marlowe: The tragical history of doctor Faustus (1587-1593).
[2]. Ibidem, pág. 23.

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