El sueño de la razón produce monstruos

viernes, 22 de enero de 2016

LA TRADICIÓN MÍSTICA GRIEGA (IV)


              Ritos órficos y misterios de Dioniso

            Señala Jiménez San Cristóbal, Ana Isabel que uno de los problemas más espinosos del orfismo es su relación con otros movimientos religiosos de carácter mistérico y catártico. Establecer límites seguros entre el orfismo, el dionisismo, el pitagorísmo o los misterios de Eleusis es una tarea de difícil empeño por el conocimiento limitado que tenemos de estos grupos. Lo conocido hasta ahora solo nos permite hablar de influencias mutuas o de rasgos compartidos, con aspectos completamente independientes. Así Heródoto y Eurípides relacionan lo órfico y lo báquico en determinados pasajes, pero hay algunos rituales báquicos, como el que aparece en las Bacantes de Eurípides que poco tienen que ver con el orfismo. Además, existen diversidad de opiniones entre los investigadores a la hora de atribuir los testimonios antiguos al orfismo o al dionisismo.

            Con respecto a las relaciones entre Dioniso y Orfeo, la tradición atribuye a Orfeo muchas obras en que Dioniso juega un papel fundamental, como por ejemplo, el desmembramiento del niño dios (Dioniso Zagreo) aparece en uno o varios textos sagrados (ἱεροὶ λὸγοι 'doctrina teórica´) que luego se celebraban en ritos concretos, en las τελεταί. Es muy frecuente atribuir a Orfeo tanto la composición de los textos sagrados como las celebraciones rituales (τελεταί), y todo esto se remonta al menos hasta el siglo V a. C., pues la muerte del niño dios se relataría en las teogonías antiguas como la de Eudemo, atribuida a Orfeo. El estadista y strategos ateniense Aristides, del siglo V a. C., nos da la noticia de que Orfeo y Museo fueron los poetas por antonomasia de la poesía dionisíaca.
 
 
Por otro lado, se ha atestiguado que Dioniso aparece en varios pasajes del mito de Orfeo, ora como instigador de su muerte y posteriormente despedazado por las ménades, ora afligido por la desaparición de su sacerdote que vela por la protección de sus restos. Según el historiador griego Pausanias, s. II d. C., un oráculo de Dioniso procedente de Tracia advirtió a los libetrios de que su ciudad sería destruida si los restos de Orfeo, que allí se guardaban, los sacaban a la luz del sol.
            Entre las coincidencias de ambos mitos, el de Diosino y Orfeo, está la ciudad Tracia, patria común de las dos figuras mitológicas. Hay quien sostiene que Tracia había sido la cuna de la religión de Dioniso y del dionisismo extático; en la actualidad el origen se localiza en la cultura minoicocretense[i].  En una de las versiones de la muerte de Orfeo, éste es atacado por las basárides, las bacantes tracias, que celebran a Dioniso Basareo. También nos llevan a Tracia algunos testimonios que relacionan a Dioniso con cultos órficos y allí tiene su origen el Dioniso Sabazio del que también aparecen alusiones en fragmentos órficos[ii].
            Además se ha relatado que tanto Dioniso como Orfeo descendieron al Hades; el primero, en busca de su madre Sémele a través de la laguna Alcionia que se encuentra en Lerna, en la Argólida, península del Peloponeso; por fin, logró que habitase en el Olimpo, transformada en inmortal, junto a los dioses. La catábasis o descenso de Dioniso se asemejaría al que aparece en las láminas de oro, al sumergirse en el regazo de la Reina del Mundo subterráneo para renacer después a la verdadera vida. Orfeo, en cambio, por su descenso al Hades por el amor a su esposa Eurídice, logró un conocimiento privilegiado que lo convirtió mensajero de las verdades del Más Allá y, por tanto, en mediador entre los dioses y los hombres, cuya misión sería enseñar a éstos la conducta adecuada que debían seguir para logar una vida plena y feliz.
            Pero lo más llamativo de esas coincidencias entre los mitos de Dioniso y Orfeo es que los dos personajes míticos mueren desmembrado; la muerte del primero, a manos de los Titanes, mientras que el poeta murió a manos de las ménades, cuyo antecedente son las bacantes o basárides de Esquilo, mujeres griegas adoradoras de Baco que emulan a las ménades. Las causas de estos desenlaces similares, según cuenta Proclo, es que Orfeo acabó desmembrado por haberse convertido en guía de los rituales dionisíacos, en los que el desmembramiento del propio Dioniso constituyera todo un valor simbólico con el que los dionisíacos manifestaran sus desacuerdos con las innovaciones de los órficos, defensores del sacrificio incruento, el vegetarianismo y el ascetismo. Nilsson (1935), citado por la profesora Jiménez San Cristóbal, no cree que esta versión sea invención de Esquilo, sino que con el desmembramiento de Dioniso los órficos condenarían los ritos de las bacantes como crímenes, lo que explicaría la hostilidad del dios hacia Orfeo por blasfemo y su castigo, sería semejante al de Penteo, en las Bacantes de Eurípides, el otro adversario radical de los ritos dionisíacos.
            Además, desde la óptica de un iniciado báquico, Orfeo representa una gran afinidad con Apolo: la música, la magia, su descendencia de una Musa. Orfeo, hijo de Calíope, la más elevada de las nueve musas, es el cantor por excelencia, el músico y el poeta, que toca la lira y la cítara; sabía entonar cantos tan dulces que las fieras le seguían, las plantan y los árboles se inclinaban hacia él, y suavizaba el carácter de los hombres más ariscos; cuando desciende a los Infiernos en busca de Eurídice, con los acentos de su lira encanta no solo a los monstruos del Tártaro, sino también a dioses infernales, hasta el punto que Hades y Perséfone acceden a su deseo aunque con una condición insoslayable. Para los seguidores báquicos, las actividades de Orfeo representaba una auténtica apostasía en favor de Apolo. Su muerte por la violenta pasión de las mujeres tracias, inspirada por Afrodita, no queriendo cederlo mutuamente, lo destrozaron; esta muerte por despedazamiento simboliza la muerte total de la condición precedente y resulta apropiada para una religión que sostiene la alternancia vida-muerte-vida y ofrece a sus seguidores una vivencia iniciática en que los rituales (τελεταί) se configuran como imitatio y preparan para la muerte.
            Frente a Dioniso que representa el salvajismo, la degeneración orgiástica, lasciva y material, que enloquece a su seguidores, Orfeo simboliza los aspectos propios del héroe civilizador, que posee el don de tranquilizarlos. Mediante la transmisión de doctrinas y ritos, Orfeo proporcionó a los griegos instrumentos esenciales de civilización. Y aunque es probable que algunas similitudes y coincidencias entre los mitos de Dioniso y Orfeo se articularan en época tardía, no es menos cierto que determinados elementos en los que Orfeo y Dioniso caminan por vías paralelas, como el descenso a los Infiernos y el desmembramiento o la función de mediadores ante los dioses del Tártaro, aparecen ya en las variantes más antiguas del orfismo y del dionisismo.
                                                                     A.T.T.

[i]. Jiménez San Cristóbal, Ana Isabel, op. cit., 2008, pág. 700, n. 18.
[ii]. Jiménez San Cristóbal, Ana Isabel, op. cit., 2008, pág. 700, n. 22,  cita lo siguiente: "Cuentan algunos que había otro Dioniso muy anterior al que acabamos de mencionar. Pues dicen que nació de Zeus y Perséfone el Dioniso que algunos llaman Sabazio,  cuyo nacimiento, ofrendas y honras se celebran de noche y de forma oculta por la vergüenza que provoca la interrelación de sexos" : la participación de hombres en los ritos es más propia de los cultos órficos que dionisíacos y además Diodoro coincide con Demóstenes en que se trata de celebraciones nocturnas [...] "Terpando el lesbio dice que Nisa [la niñera que cuidó al joven Dioniso en el monte Nisa]  había criado a Dioniso, llamado Sabazio por algunos, nacido de Zeus y Perséfone que fue luego despedazado por los Titanes"; [...]
 
 

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