El sueño de la razón produce monstruos

viernes, 14 de noviembre de 2014

EPICTETO Y EL ESTOICISMO (I)


      Epicteto, del griego Επίκτητος, es decir, "esclavo", "siervo", nace hacia el 50 d. C. en Hierápolis, ciudad de Frigia meridional, entonces provincia del Imperio romano. Llegó a Roma de niño y fue vendido como esclavo a Epafrodito, un liberto ex secretario de Nerón. Este le concede la libertad y puede asistir a las disertaciones del filósofo estoico romano Muzonio Rufo; de este, su querido maestro, Epicteto aprende las enseñanzas del estoicismo.
         En el año 94 tiene que abandonar Italia. Un decreto de Domiciano del mismo año manda expulsar a todos los filósofos de Roma al considerarlos enemigos del Estado. Entonces de instala en Nicópolis, ciudad de la Grecia occidental, y allí crea su escuela de estoicismo, donde a pesar del éxito, vivió muy humildemente. Fue admirado por sus discípulos como un gran filósofo; muere entre el 125 y el 130 d. C. y como Sócrates o Jesucristo no dejó nada escrito.
         Gracias a Arriano de Nicomedia nos han llegado sus doctrinas que se han mantenido a lo largo de los siglos hasta llegar a nosotros. De las anotaciones de Arriano se hicieron infinidad de copias al pasar a círculos más amplios. El mismo Arriano tuvo que luchar contra los errores y escribió unos ocho libros de Disertaciones o Diatribas, de los que cuatro han llegado hasta nosotros, amén de algunos fragmentos de los desaparecidos. Luego el mismo Arriano escribió el Enquiridión o "Manual de Epicteto", donde recoge lo fundamental de sus enseñanzas. También hemos de destacar su Anábasis o Expedición de Alejandro, lo mejor que se conserva sobre las campañas del rey de Macedonia.
         A Epicteto hay que situarlo, pues, en el estoicismo tardío. El helenismo abarca desde la muerte de Alejandro Magno, 323 a. C., hasta finales de la República romana, 31 a. C. La cultura griega, en ese período, se extiende e impone en todos los países mediterráneos, influyendo, incluso, en Oriente y Extremo Oriente, civilizaciones de las que, a su vez, se nutrirá el helenismo.
         En esa etapa de decadencia de la cultura griega, la filosofía se ocupa principalmente por la conducta humana y por las normas que deben orientarla; tales reglas solo pueden ser marcadas por un pensamiento dirigido por la razón. Los filósofos afirman su fe en la lógica o en la teoría del conocimiento, en la moral, en la física o en la psicología, tratado de erradicar lo irracional para centrarse en la razón pura.
         Lo sensible eleva su valor. Si en Sócrates, Platón o Aristóteles, lo sensible es el punto de partida que, al transcenderlo el hombre, accede a lo inteligible hasta alcanzar las formas o esencias supremas de la inteligencia, ahora la razón se encarna en el ámbito mismo de lo sensible. De hecho, es en las cosas sensibles donde el logos (razón) adquiere su más plena realidad.
         Sobre esa concepción filosófica se desarrolla el estoicismo, que junto con el escepticismo y el epicureísmo, constituirán las principales escuelas del Helenismo.
         Estoicismo deriva del griego Stoâ, el pórtico del Ágora, en Atenas, donde los estoicos se reunían, Stoâ poikilé o "pórtico pintado", y explicaban sus enseñanzas. Nace a finales del Imperio de Alejandro con Zenón de Citio (ca. 335-262 a. C.) Al llegar a Atenas, Zenón conocerá la filosofía socrática y sus diversas corrientes y, en poco más de una década, funda su escuela que será pública y oficialmente reconocida. Muchos pensadores consideran su doctrina como una renovación de la filosofía de Heráclito aunque sin dejar de pensar que el estoicismo es una síntesis reelaborada de varias doctrinas anteriores.
         A.T.T.    

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