El sueño de la razón produce monstruos

domingo, 12 de julio de 2015

Los socráticos menores (III)


      A la muerte de Sócrates (399 a. C.), sus discípulos se dispersaron y algunos de ellos fundaron escuelas filosóficas. Son ellos los que desarrollaron con total independencia algunos de los temas del pensamiento socrático, pero sufriendo la influencia de múltiples especulaciones sacadas de los sofistas e incluso de los presocráticos.

            El historiador griego de filosofía clásica, siglo III d. C.,  Diógenes Laercio, Vidas de los filósofos, Libro VII, destaca siete de los más representativos: además del historiador Jenofonte y al literato Esquines, figuran Antístenes, Arístipo, Euclides, Fedón y Platón, la gran excepción de este grupo al tratarse, nada más y nada menos, que de uno de los más grandes filósofos que ha habido en el mundo; en su Academia se educó un personaje tan imprescindible para la Filosofía como Aristóteles. Los cinco últimos fundaron escuelas filosóficas, a saber:

 1. La Academia de Platón.
      Será la escuela fundada por Platón en la que se desarrollan aspectos científicos y psicológicos del socratismo. Partiendo de la búsqueda socrática de la definición y el concepto, cuando se inspira en el pitagorismo, Platón hará hincapié en el tema del alma.
      La Academia fue, sin duda, la más importante escuela filosófica que deriva de Sócrates. El resto de ellas, llamadas menores, se ocuparon de los problemas éticos y expresarán sus diferencias con las doctrinas y enseñanzas de Platón.

      2. La escuela de Megara.
      Fue fundada por Euclides de Megara (muerto en 340 a. C.; no confundir con el Euclides de Alejandría, matemático y geómetra griego, c. 325-c.265 a. C), seguirá las doctrinas de las escuelas de Elea -Parménides y Zenón de Elea-, influido vigorosamente por los planteamientos de Sócrates. Por ejemplo, Euclides identifica el Ser con el Bien y con Dios -no en vano, Sócrates llega a defender matizaciones próximas al monoteísmo-; además el pensamiento de Euclides acepta que todas las virtudes se reducen a una sola, aunque se designen con distintos nombres, idea esta que también se puede encontrar en Sócrates. Uno de sus seguidores fue Estilpón (muerto en 295 a. C.) que rechazó la teoría platónica de las ideas, arguyendo que únicamente existe lo singular actual, en nuestro presente como eje de referencia temporal, y rechaza la existencia de los géneros y especies universales. La ética de Euclides influye en el estoicismo de Zenón de Citio, al parecer discípulo de aquél.

      3. Las Escuelas de Elis y Eritrea.
      De ellas se conocen poquísimas noticias. Reciben su nombre de Fedón de Elis, el Fedón del diálogo de Platón, y de Menedemo de Eritrea. El primero se movió en el campo de la dialéctica al modo de los megáricos y Menedemo se ocupó especialmente por los asuntos éticos, señalando la unidad del saber y la virtud.

      4. La escuela cínica.

Nota preliminar: del latín cynicus, y este del griego antiguo κυνικός (kynikós), originalmente tomado del nombre del Κυνόσαργες (Kynósarges), el pórtico donde enseñaba el filósofo de esta escuela Antístenes, luego reinterpretado como derivado de κύων (kýōn, "perro").

      Tal vez fundada por Antístenes (c. 445-365 a. C.), discípulo de Gorgias y de Sócrates respectivamente, quien enseñó en Atenas en un gimnasio denominado Kynosargés (gr. Κυνόσαργες, 'sepulcro de perro'), de donde deriva el término "cínicos" (=perro), nombre que recibirán más tarde.
      Se opuso, también, a la teoría platónica de las Ideas: solo existe lo que puede ser percibido por los sentidos, esto es, los individuos y proclamó una ética de la autosuficiencia y la independencia. Expande la ideal de la vida natural y el cosmopolitismo. Rechaza el Estado y la familia y mantuvo que el sabio no tiene patria, ni leyes, ni familia, ni diferencias de clase. La virtud sobra para alcanzar la felicidad; nada más se requiere. la virtud es la falta de deseos, el carecer de necesidades, la independencia total, tal y como hizo Sócrates al actuar según sus propias convicciones aunque le costara la vida. Antístenes, al rechazar el mundo de las Ideas, pues lo único que existe son los individuos, le dice: "¡Oh Platón, yo veo el caballo, pero no veo la 'caballidad' ".
      Para Antístenes la virtud es sabiduría; el verdadero bien, la independencia. El hombre sabio provisto de esta arma, su virtud, no puede ser perturbado por los males de la vida, ni siquiera por la esclavitud, ni por el temor a la muerte... Estar por encima de las leyes y de los convencionalismos da autonomía. Es incompatible con las guerras el Estado ideal o las condiciones de vida en la que todos vivan libres de deseos e independientes. Es cierto que Sócrates. en ocasiones, se opuso a la autoridad del gobierno. Estuvo, en cambio, tan convencido de la autoridad del Estado como tal y de la dignidad de la ley, que no escapó de la cárcel y, aunque pudo hacerlo, prefirió beber la cicuta que saltarse la legalidad.
      Antístenes denunció al Estado histórico y tradicional y a su ley. Renegó de la religión tradicional. Para él solo había un Dios: el panteón griego era un conjunto de convenciones. Y la virtud era el único servicio a Dios: los templos, las plegarias, los sacrificios, etc. son totalmente condenables y rechazables. Las convenciones y las costumbres formales ofrecen al hombre muchos dioses, pero por naturaleza hay solo Uno. Interpreta, por otro lado, los mitos homéricos alegóricamente, extrayendo y sacando de ellos lecciones y aplicaciones didáctico-morales.
      Diógenes de Sínope (muerto c. 324 a. C.) destaca las contradicciones e incoherencias de Antístenes al no vivir según sus propias convicciones. Desterrado de su país, vivió casi siempre en Atenas, aunque muere en Corinto. Se tildaba a sí mismo de "el Perro", y su modelo para la humanidad fue la vida de los animales. Trata de recuperar los valores y contrapuso a la civilización del mundo helénico la vida de los animales y de los pueblos bárbaros. Se ha escrito que defendía la comunidad de mujeres e hijos y el amor libre, mientras que políticamente se proclamaba cosmopolita. Representa el mejor modelo de la actitud cínica destacando por sus intensos ataques a los convencionalismos sociales, la búsqueda de lo natural en la vida de los animales y los pueblos bárbaros y su independencia. Esta escuela se confundirá, en ocasiones, con el estoicismo y se mantendrá en el tiempo hasta la caída del Imperio Romano.
5. La escuela de Cirene.
      Su fundador fue Aristipo de Cirene (435-360 a. C.), seguidor de Protágoras y después de Sócrates. Aristipo es el más genuino representante de la moral hedonista: la única fuente de conocimiento son las sensaciones y éstas tan solo tienen un valor subjetivo; representa el relativismo de Protágoras. El objetivo de la moral es perseguir sensaciones agradables, actuales y sobre todo corporales. Pero al seguir a Sócrates, defenderá que la razón es la medida de la elección y disfrute de los placeres. Se acerca mucho a la escuela cínica, especialmente a lo tocante al rechazo del convencionalismo social.
   Y para concluir, con respecto a los Socráticos menores que acabamos de tratar, Parece que el influjo de Oriente, siempre superado por el racionalismo del espíritu griego, se consolida fuertemente en el pensamiento de Antístenes, el hijo de padre ateniense y de una esclava de Tracia, y de Aristipo, el griego africano de Cirene.
                Y frente a todas las escuelas socráticas menores, aparece Platón que debido a sus avances empieza "la segunda navegación", como dice él mismo en su diálogo Fedón. Su descubrimiento teórico por excelencia es la metafísica de lo suprasensible, hallazgo que le coloca en la base misma de las intuiciones socráticas, alcanzando en Platón resultados tan sublimes y excelsos que hace de la Filosofía una disciplina de una elevación intelectual extraordinaria.               

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