El sueño de la razón produce monstruos

domingo, 12 de julio de 2015

Transcendencia de Sócrates (II)


      Sócrates (470-399 a. C.), el personaje más enigmático de toda la Historia de la Filosofía, no escribió nada, pero es el que más ha influido en el pensamiento europeo. Su discurso está peno de hallazgos y de especulaciones novedosas que dejan abiertas numerosas cuestiones. Su razonamiento sobre el alma, a la que limitaba su función: nos hace buenos o malos, exige una reflexión más profunda. si se sirve del cuerpo o lo domina, eso quiere decir que se distingue ontológicamente del cuerpo; entonces, ¿qué es? ¿en qué se diferencia del cuerpo? Algo similar sucede con relación a Dios. Sócrates le irá haciendo perder rasgos físicos y le transforma en un ser mucho más puro que el aire-pensamiento de Diógenes de Apolonia, situándose muy por encima de los filósofos de la naturaleza. La inteligencia divina ¿en qué se diferencia de la materia física? Sócrates acepta que la esencia del hombre reside en el alma y que la virtud verdadera se encuentra en el conocimiento y que la ética se rige por unos principios básicos como el autodominio o la libertad interior. Con todos, a todas esas cuestiones y a otras muchas serán los socráticos menores los que proclamen sus especulaciones deductivas en concordancia con los hallazgos socráticos, aunque tendremos que esperar a los filósofos del periodo helenista los que den cumplida cuenta al explicar todo esto que está guardado en germen en los discursos de nuestro filósofo.

Su vida se conoce a través de Platón, su alumno, quien escribió los Diálogos en los que utiliza a Sócrates como portavoz. También recibimos noticias de otros muchos, entre los que hay que destacar al historiador Jenofonte, al escritor Aristófanes o al mismísimo Aristóteles. No hay seguridad de que las palabras que Platón pone en boca de Sócrates fueran verdaderamente pronunciadas por él. Lo mismo pasa con Jesucristo. No podemos estar seguros de que el Jesús histórico dijera verdaderamente lo que ponen en su boca Mateo, Lucas, Juan o Marcos. Pero no es tan importante saber quién era Sócrates; es, ante todo, la imagen que nos proporciona Platón de Sócrates, la que ha inspirado a los pensadores de occidente, durante casi dos mil quinientos años, lo que importa de verdad.

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