Libro Verde
Fernando Lázaro Carreter, en uno de sus dardos en la palabra, titulado Libro verde, El País, domingo 19 de mayo de 2002, comenta que una profesora amiga, profundamente impresionada por el jesuita aragonés y, cosa lógica, considerablemente mareada por su lenguaje, le requiere para entender un fragmento hermético de El Criticón.
Se trata del pasaje de la segunda parte en que el Sátiro explica a Critilo cómo muchos viciosos acusan a otros de sus propios vicios, y de ese modo, el chismoso y murmurador se hace testigo falso, y el infame para en libro verde.
El Diccionario de Autoridades define Libro Verde:: el que contiene las cosas particulares de un país y de los linajes de él, y lo que cada uno cuenta de bueno o de malo”.
El Libro Verde de Aragón es un manuscrito de 1507, de amplia difusión en el siglo XVI y primeras décadas del XVII, en el que aparecen las genealogías de las más linajudas familias aragonesas con sus antecedentes conversos. Según Serrano y Sanz no debió de ser éste su título, pero debe su nombre a las velas de color verde que llevaban los penitenciados en los autos de fe.
Lázaro Carreter afirma que, figuradamente, se llama así a la persona dedicada a semejantes informes. Por tanto, un infame se hace libro verde cuando se convierte en infamador. “Es vuestra reverencia un libro verde”, así podía reprochar Gracián a todos aquellos que en la Orden intentaban mancharle de sí mismos.
En El Oráculo manual y arte de prudencia, 125, afirma:
“Señal de tener gastada la fama es cuidar de la infamia agena. Querrían muchos con las manchas de los otros dissimular, si no labar, las suyas; o se consuelan, que es el consuelo de los necios. Huéleles mal la boca a estos, que son los albañares de las imundicias civiles. En esta materia, el que más escarba, más se enloda. Pocos se escapan de algún achaque original, o al derecho, o al revés. No son conocidas en las faltas en los poco conocidos. Huiga el atento de ser registro de infamias, que es ser un aborrecido padrón y, aunque vivo, desalmado”.
(GRACIÁN, B. -2009-, op. cit., págs. 171-171, ed. de Emilio Blanco, Madrid Cátedra)
En esto vemos, como la obra previa de Baltasar Gracián queda fundida en El Criticón. Y con ello no solo nos referimos al Oráculo, sino también al Héroe, El Político o la Agudeza.
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